Capítulo 2: Tokio

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¡Un jugador mediocre! Eso era lo único en lo que Isagi pensaba. Él era de esos jugadores que no destacaban en absolutamente nada, sólo tenía una habilidad: ver el campo y las jugadas y ni siquiera era el mejor en eso. En Tokio había jugadores que lo hacían mejor que él... como Rin.

¿Qué tenía él aparte de sus ojos que no servían en un uno contra uno? Lo que tenía era claro: una lesión en su rodilla que lo volvía todavía más mediocre de lo que ya se sentía. Él nunca tuvo una buena base física, no era alto, ni corpulento, no driblaba como su amigo Bachira y lo único de lo que realmente disponía eran sus ojos, su cerebro para pensar las estrategias y un potente disparo directo a portería pero para poder llegar a la portería necesitaba a sus compañeros.

Sonrió algo melancólico. ¿Un uno contra uno? ¿Contra ese chico al que había visto dominar el balón con tanta facilidad? Él le driblaría como quisiera sin que él tuviera opciones. Sería una humillación más que una competición.

Isagi elevó la mirada viendo cómo Nagi hacia unos estiramientos con sus brazos como si intentase espabilarse tras su siesta. Su físico era bueno y además... era alto, posiblemente andaría por el metro noventa. Pensaba en lo que escuchó, sólo llevaba seis meses jugando al fútbol y no le había visto demasiado interesado. Eso le daba la sensación de que quizá... podría tener una mínima oportunidad, pero luego recordaba el control que tenía sobre el balón y esa parte le asustaba. Era un auténtico genio.

Con el cabello empapado y terminando de hacer sus estiramiento, Nagi se giró a mirar a ese chico desconocido.

— Te dejo empezar – pateó la pelota con suavidad en la dirección de Isagi para que él iniciase, en su lugar, Isagi apoyó el pie en la pelota para frenar su recorrido y esperó.

¿Y si volvía a lesionarse? Ya le había costado meses volver a caminar, ni siquiera era capaz ahora mismo de correr bien, a veces seguía desequilibrándose y ahora le pedían jugar al fútbol. Equilibrio y conducir esa pelota. No lo había hecho en tanto tiempo...

Sonrió entonces mientras sentía la pelota moverse bajo la planta de su pie, él la movía ligeramente de delante hacia atrás como si sentir el contacto de nuevo con un balón fuera la mejor de las sensaciones.

— No puedo, lo siento – comentó Isagi finalmente, pasando la punta del pie bajo la pelota para elevarla y con un suave toque, dirigirla hacia los brazos de Nagi – yo ya no juego.

— Te he visto tirar a portería – comentó Nagi como si eso fuera jugar.

— Sí, supongo que era mi despedida de este deporte. He terminado mi trabajo, me voy a casa.

¡Absorto! Así fue como se quedó Nagi al ver al chaval todo empapado, con su antiguo uniforme, apagar el agua de los aspersores y buscar su mochila para irse. Ni siquiera se quitó la ropa mojada, se puso las zapatillas y se marchó de allí. Ahora tenía todavía más curiosidad.

Ese lanzamiento a portería había sido poco potente pero tenía una técnica muy marcada que había captado su atención. Estaba claro que no volvía a jugar por algún motivo, quizá el mismo por el que había recorrido tantos kilómetros alejándose de su ciudad. Un cambio de vida, fue lo que Nagi pensó que estaba haciendo ese chico aunque no podía entender sus motivos. Parecía gustarle ese deporte lo cual tampoco terminaba de entender porque a él no le decía nada en absoluto. Sólo lo hacía porque era bueno y su amigo Reo lo metió casi obligado a jugar por su propio sueño.

***

— ¡Achús! – se escuchó el estornudo rotundo de Nagi en medio del campo de fútbol.

Hoy era otro día caluroso y como todas las mañanas, Reo lo había sacado de su casa casi a rastras para ir al entrenamiento. Ni siquiera le había dado tiempo a desayunar, como casi siempre.

Sueños rotos (Blue Lock: Nagi-Isagi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora