De pie en el campo de fútbol a la luz del gran faro, ambos chicos se observaban en silencio. Isagi todavía tenía el balón en sus manos y lo rozaba con su dedo pulgar como si la sensación de tenerlo allí fuera agradable, quizá lo era para él, para alguien que sabía que jamás volvería a ese deporte.
‒ ¿Cómo está ahora mismo tu lesión? – preguntó Nagi con curiosidad – te veo caminar bien.
‒ Lo mío me ha costado – sonrió Isagi con cierta melancolía al recordar ese último año de rehabilitación para volver a caminar – aún cojeo un poco a veces, sobre todo en días cuando cambia el tiempo bruscamente. La rodilla parece que va a matarme del dolor en esos días.
Nagi miró el cielo, hoy no había habido ningún cambio brusco de tiempo, ayer lloviznaba y hoy volvía a lloviznar.
‒ Te pediría jugar un uno contra uno conmigo pero... sé que te negarás. Ya nos ha dicho el entrenador que no eras bueno por ti solo.
‒ Necesitaría todo un equipo de apoyo – sonrió Isagi – o al menos... a una persona más con la que poder contar. Ya te dije que no soy gran cosa. No esperes demasiado de mí.
‒ Eso se llama baja autoestima, porque te he visto en el campo y desde luego, ni tus compañeros ni tus rivales piensan que seas débil o mediocre, sino más bien, todo lo contrario. Tu talento no es tu físico ni lo que sabes hacer, sino lo que puedes hacer cuando ves las opciones en el campo. Ese es tu gran potencial. Juega en nuestro equipo.
‒ No voy a volver a jugar – dijo Isagi muy convencido – bastante tengo ya con tratar de mantenerme de pie y caminando, no puedo volver a jugar.
‒ Tienes miedo a volver a lesionarte, lo entiendo.
‒ No, no lo entiendes, quizá la próxima vez no pueda volver a caminar como ahora, quizá cojee toda la vida por una lesión mal curada. No voy a arriesgarme a ello de nuevo. Estoy bien ahora mismo.
‒ No es cierto, echas de menos este deporte. Vivir echando de menos algo así, no sé... es un poco triste cuando puedes regresar, ¿no crees?. Te fuiste por una lesión, no porque tú estuvieras preparado para dejar este deporte. Piénsalo bien y dame una respuesta más adelante. Podría hablar con el entrenador. No nos vendría mal un controlador de campo, no tenemos ninguno.
Nagi tomó sus cosas para irse cuando al dar dos pasos, se giró de nuevo hacia un pensativo Isagi. Al menos le había hecho pensar en algo.
‒ Yo haré la parte física por ti si eso es lo que te da miedo. Tú eres el cerebro, utilízame en el campo para ganar, yo no dejaría que te lesionases de nuevo.
‒ Eso no puedes prometerlo ni evitarlo. Las lesiones suceden siempre, incluso corriendo podría tropezar conmigo mismo, caer y lesionarme. Son cosas inevitables.
‒ Entonces tendré que ser más rápido para agarrarte y que no te hagas daño – sonrió Nagi – piénsatelo. Es la mejor oferta que puedo hacerte si de verdad amas este deporte.
¡Infantil e inmaduro! Eso es lo que pensó Isagi de ese chico con un don para el control de la pelota. Sus palabras sonaban muy bien pero sabía perfectamente que jamás podría protegerle de algo semejante. Isagi miró su rodilla. Esa lesión la arrastraría toda su vida, ni siquiera estaba seguro de poder volver a correr. Si antes ya se sentía en ocasiones mediocre para ser delantero, ahora con esa rodilla así sentía que para un equipo él sólo sería una carga. No tenía demasiado que ofrecer. La respuesta estaba clara... ¡No! No podía volver a ningún equipo.
***
¡Palabras bonitas! No dejaban de ser eso al fin y al cabo, pero de palabras bonitas estaba el mundo y no por ello era más fácil la vida en él. Los actos era algo que para él, contaban mucho más que las palabras.
ESTÁS LEYENDO
Sueños rotos (Blue Lock: Nagi-Isagi)
FanficTras una grave lesión y una mala ruptura con su pareja, Isagi regresa a la universidad, sin embargo, su sueño de convertirse en el mejor delantero ha quedado hecho añicos. Sin fuerzas para regresar al equipo, queriendo ser invisible, acaba entrenand...