Capítulo 3: Control de campo

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¿Qué era un controlador de campo? Hasta la fecha, Nagi había tenido que aprender muchos términos que usaban en ese deporte al que jamás pensó jugar y que ahora, hacía sólo porque tenía un don para él. Controlar la pelota en cualquier circunstancia era su fuerte y no sólo la pelota, era capaz de controlar con el pie cualquier cosa que se cayese, desde un teléfono, una cartera o incluso calcetines que le lanzaban sus compañeros, ese era su don, pero... ¿control de campo? Eso jamás lo había escuchado hasta ahora.

‒ El mejor equipo de Tokio, invicto desde hace tres años y su mejor delantero, Rin Itoshi. Se rumorea que iba a ser el nuevo delantero de la selección de Japón, este año volverá a presentarse a las pruebas. Será vuestro mayor adversario este año – comentó el entrenador enseñando las diapositivas del delantero. Nagi le observó con detenimiento. ¡De Tokio! Venía de la misma ciudad que ese chico que decía haber dejado el fútbol.

Rin Itoshi, parecía un rival serio a tener en cuenta y más por la forma en que su entrenador hablaba de él. Un candidato bastante fiel para entrar en la selección japonesa pero, por algún motivo, no entró hacía un año, posiblemente por el problema de la pandemia y el cierre de todo. Las pruebas se habrían pospuesto para este año.

‒ Es raro ver dos controladores de campo en un mismo equipo, suelen entorpecerse mutuamente pero, este equipo tuvo dos controladores de campo, Isagi Yoichi, nada destacable como delantero, lo único bueno que tenía era su tiro directo a portería y su visión del campo.

Los chicos se echaron a reír por la frase de "nada destacable como delantero" que el entrenador había dicho, pero Nagi, se fijó mejor en la imagen al reconocer al chico en cuanto el entrenador cambió la imagen de Rin a Isagi. ¡Ese era el chico del campo!, al que él llamaba "Tokio" por no saber su nombre. Sonrió: Isagi, ahora sí tenía un nombre.

‒ No os reiríais tanto si os enfrentarais a él – sonrió el entrenador – su visión de campo y el apoyo de sus compañeros convirtieron a este jugador en alguien temible al que enfrentarse. Es cierto que él por sí solo no es destacable, pero es capaz de usar a todos los compañeros a su voluntad sin siquiera hablar con ellos. Acaba creándoles rutas estables de gol, tanto para ellos como para su tiro directo. Un gran controlador de campo, me atrevería a decir que incluso mejor que Rin Itoshi salvo que no puede competir contra él por temas físicos. Su base y su físico son mediocres al nivel de Rin, pero es alguien del que ya no tendréis que preocuparos, abandonó el año pasado por una lesión. Rin en cambio, sigue en el equipo y aunque no es tan difícil como antes por tener dos controladores de campo, seguís teniendo que lidiar con uno y uno de los mejores. No jugaréis tranquilamente, eso os lo garantizo.

¡Serio! Demasiado serio, es lo que le pareció a Nagi por las imágenes. Mientras Rin sólo jugaba y se centraba en ello, Isagi era el que sonreía tras los goles, el que felicitaba a los compañeros, el que parecía ser el corazón del equipo. Todos se alegraban de sus triunfos con él pero nadie iba a felicitar a Rin. Por un instante, Nagi pensó en lo que era un controlador de campo: Manipulación.

Manipulaban todo el juego a su antojo, manipulaban a sus compañeros para un objetivo y evidentemente, Isagi parecía hacerlo de una forma en que todos se sintieran cómodos, pero Rin, posiblemente, sólo utilizaba todas las armas a su disposición para lograr su objetivo, lo cual no dejaba de tratar a todos como meros objetos que poder manipular. Él al menos, se habría sentido así de jugar en ese equipo junto a alguien semejante. Si algo odiaba, era que le utilizasen sin que le dejasen pensar o probar posibilidades.

¡Una hora! Ese fue el tiempo que estuvieron ante esa pantalla viendo al equipo contra el que jugarían. Mientras todos tomaban sus apuntes sobre las estrategias a seguir, Nagi sólo observaba la sonrisa de ese chico cuando salía en cámara. Le gustaba jugar, se le veía realmente feliz dentro del campo. Él ni siquiera sabía lo que era eso, pero tenía clara una cosa, sus compañeros querían jugar al lado de ese chico, todos sonreían y celebraban los goles con él. Ese pensamiento le hizo tener uno mucho más intenso: quería jugar con él. Quería saber lo que se sentía ante esa felicidad por hacer algo que amabas y adorabas. Si alguien podía lograr que sintiera algo por ese deporte, era ese chico al que todos seguían.

Sueños rotos (Blue Lock: Nagi-Isagi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora