Kaeya es una aspirante a oficial estudiando en la academia de navegación intergalactica, y tras lograr su primer arresto se da cuenta que el primer criminal bajo su captura no es nadie más que su propia familia, que rencoroso le recuerda su ascenden...
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Ser un boina verde nunca me llamó la atención. Es, ciertamente, uno de los rangos más altos y respetados, pero yo no quería ese estilo de vida. Yo quería viajar. Distintos olores, lugares, sabores, personas y costumbres, quería conocerlos todos, me alegraba en pensar la gran diversidad de culturas que hay solo en esta galaxia, y para mí era una meta conocerlas todas.
Pero antes de eso, quería ser capitana de mi propia flota oficial, poder gritar todas las mañana que eleven anclas y desaten velas, que la nariz me pique con la cantidad inmensa de olor del puerto y que mis manos estén ásperas de tanto maniobrar el timón.
Lo tenia bastante claro, y también tuve la clarividencia al comprender que en mi entorno familiar no lo lograré. Son piratas, no podía estar rodeada de piratas y pretender entrar a una academia que te entrena para cazar piratas. Me fui lo suficientemente lejos como para que nunca me toque arrestar a alguno de ellos cuando los encuentre haciendo de las suyas, aún así paso, y no se di cuenta de quien era hasta que ya tenía las esposas puestas.
Supongo que aún le tenía bastante cariño ¿Porque otra razón dejaría su carrera a la mitad? No era solo por el premio mayor, no iba solo por eso, el dinero y esas cosas nunca la enloqueció, quería volver a ser bienvenida en la puerta de lo que alguna vez llamó hogar, quería poder volver a navegar en el barco de su padre y comer de la improvisada comida de su madre, todas esas cosas que perdió por seguir su sueño.
Pero ahora, su sueño es otro, ahora ya no quería su flota, quería de vuelta a su familia.
Estaba centrada en eso y solo en eso, aquello es algo que el grumete parecía no entender, ni por ser cuatro años menor ni por ser insubordinación intentar seducir a la segunda al mano en su bote.
