I. Famila

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━━¿Y como te fue en la escuela?━━

Cerré la puerta detrás de mí y limpié mis pies en el tapete de la entrada, mamá estaba lavando los platos sucios y yo recién llegando de mis clases, era martes y las 6 de la tarde.

━━Eh, bien, nada nuevo.━━ Caminé hacia mi habitación, la cual compartía con mis demás familiares menores, y tiré mi bolso en la hamaca que usaba de cama. Comencé a desvestirme para cambiar mi uniforme por el overol azul que usaba cuando tenía que trabajar en el bote. El agua del grifo se cortó y los pasos de mamá llegaron a la puerta de mi habitación.

━━Cariño, ese dinero que te di ayer para tu almuerzo ¿Aún lo tienes?━━ mientras desabotonaba mi blusa le dediqué una mirada de duda, si tenía ese dinero, y no tenía problema en dárselo si me lo pedía, pero de todos modos no era propio de ella pedirme dinero. ━━Necesito pagar la cuota de la luz.━━ Sonrió, y reconocí el nerviosismo en sus manos temblorosas, que tal vez estaban así por el agua helada, pero la forma en la que rascaba su palma difería.

━━Ah, si, aquí está.━━ Rebusque en mi bolsillo hasta que mi mano tocó un estuche metálico, cuando lo saqué y lo abrí ella se acercó y se encorvó hacia adelante con toda la intención de mirar, de cerca pude ver el sarpullido en su antebrazo, en la parte posterior de su codo, pequeños puntitos rojos y la roseasea a su alrededor. Le sonreí y se lo extendí, ella, sin secarse las manos si quiera, lo tomó y me agradeció plantando un fugaz beso en mi frente.

La miré extrañada ¿porqué tanta prisa? No cierran hasta las 11 de la tarde y recién son las 6, la luz lleva cortada hace semanas, no es algo de urgencia. Entonces, ¿porque tanta prisa?

Mientras amarraba las pesadas y gruesas botas de seguridad, note una pequeña piedra atorada en la suela, piedra que, a pesar de pequeña seguía siendo molesta en mis botas, así como la duda que continuaba dando vueltas en mi mente. Caminé hacia la cocina y en el primer cajón que encontré metí mi mano para buscar allí algo punzante para retirar la piedra. Mi mano salió apenas toqué un metal caliente, abrí más el cajón y presté más atención al contenido.

El objeto caliente era una cuchara, a su lado había un encendedor y también un cinturón desgastado por el uso, presté especial atención a la cuchara con el brillo aceitoso y, además, la pequeña bolsa vacía y transparente puesta en la esquina al fondo de la cajonera.

Suspiré, no me sorprendió que el aire saliera entrecortado, tampoco sentir que en mi rostro mis labios tiraban hacia abajo y mi ojos se aguaban, aún con la vista borrosa divisé bajo el cinturón la aguja diminuta de la jeringa que probablemente usó hace poco.

Suspiré, cerré el cajón con fuerza y me limpié las lágrimas que lograron escaparse de mis ojos, caminé fuera de casa ignorando la incomodidad de la piedra en mi pie y fui derecho al puerto, mi trabajo empieza en breve, y no puedo llegar tarde.

En el trascurso del dia y para cuando estaba llegando a casa el tema de mi mamá ya se había olvidado, no fue hasta que vi la puerta de madera podrida y el umbral de ladrillo resquebrajado que la imagen de mi madre corriendo con mi dinero camino a ...

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En el trascurso del dia y para cuando estaba llegando a casa el tema de mi mamá ya se había olvidado, no fue hasta que vi la puerta de madera podrida y el umbral de ladrillo resquebrajado que la imagen de mi madre corriendo con mi dinero camino a comprar más de esa mierda volvió, y me amargó un poco el rostro.

Pero en cuanto entré a casa y el ambiente tibio chocó con mi cuerpo helado, y cuando los vi a todos en la mesa a punto de comer, y cuando vi a los niños corriendo y jugando, cuando presencié todo eso volví a olvidarlo.

Apenas se dieron cuenta de que llegué me recibieron con vítores, se me acercaron y abrazaron, ignorando el mal olor que emanaba de mi ropa contaminada. En menos de un minutos fui a mi habitación, lugar en el que encontré por lo menos tres de mis hermanos menores durmiendo en mi amaca, y me quité el overol. Lavé mis manos y mi rostro manchado con aceite quemada, esforzándome especialmente en esos manchones negros, y luego fui a sentarme a comer.

Mi familia es numerosa, muy numerosa, tengo seis hermanos, casi todos vienen de un papá diferente, tengo además unos 9 tíos de parte de mamá, pero acá en casa solo viven dos, junto a sus hijos, mis cinco primos, y mi abuela. Con 14 años soy la mayor de los niños y la única razón de porque no me tratan como a mis primos de 13 es porque decidí empezar a trabajar a los 12.

Mientras mis amigos después de clases iban a montar patinetas solares o dar viajes por las constelaciones, yo me dedicaba a ayudar a limpiar y reparar los botes pesqueros en el puerto, hacia todos esos trabajos que los pescadores no quería hacer, les quitaba las lapas a la corteza del bote, les daba una capa de pintura nueva, cambiaba las tablas antes de que empiecen a pudrirse y reparaba la maquinaria aceitosa y sofocante en lo más profundo de las embarcaciones, soy mano de obra barata, así que siempre tuve trabajo. Sonaba duro para solo tener doce, pero me gustaba ganar mi propio dinero, y aún que la mayor parte se lo daba a la familia, un pequeño porcentaje lo guardaba, y es que estoy ahorrando, ahorrando para comprar mi propio velero y construir mi propia patineta solar, pero además, ahorraba para mi futuro, para mi pasantia en la academia de navegación intergalactica. Tenía fe en que me ganaré la beca y por tanto la gratuidad, pero de todos modos, darme una buena vida mientras aprendo a navegar un buque no me parece mala idea.

━━¿Habrán purpas de postre?━━ Pregunté mientras arrastraba con un pie una pequeña banqueta de madera, apenas me senté un plato con grandes raciones de comida se presentó frente a mi.

Mi madre, luciendo algo adormilada, me respondió. ━━Por su puesto, te guardé las más maduras.━━ Esto último me lo susurró para que así los más pequeños de la casa no la escuchen.

No era perfecto, por supuesto que no, pero me gustaba este estilo de vida. Me gustaba que hayamos podido instalarnos por más de dos meses en un solo lugar, cosa que, al ser piratas, jamás sucedía. Sabia que de cierto modo tiene que ver con la fijación de mi mamá por los placeres ilícitos, pero sin pensar en eso hasta me hace feliz estar viviendo en una casa de verdad y no en las recamaras de un gran bote pesquero.

━━¡Kaeya, buenas noticias!

Papá alzó su copa con lo que supongo es ron y antes de brindar me dio una noticia que se suponía debía hacerme feliz.

━━¡En tres días más volveremos a zarpar!

La cuchara cayó de mi mano y salpicó el puré de mi plato por toda la mesa, la sorpresa se instaló en mi rostro antes de que pudiera disimularla.

CATARSIS ━━ Jim Hawkins Donde viven las historias. Descúbrelo ahora