T R E C E

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Con el pasar de los días, el cuerpo de Yoongi se sentía menos pesado y ya tenía más capacidad motriz, ya no se sentía tan adormecido y por lo mismo tuvo varias oportunidades para poder darle consuelo y apapachar al triste rubio que sin falta acudía a su habitación en busca de calma.

Jimin simplemente continuaba asimilando el duelo de su bebé. No era nada fácil una perdida de ese tipo pero a pesar de ello la atención y el consuelo del lindo alfa le era de gran ayuda.

En fin.

Aquella tarde los padres de Yoongi finalmente habían acudido al hospital a verlo por primera vez tras haber despertado, últimamente debido a lo costoso que era mantener al alfa con vida habían estado trabajando de más, en el pasado habían llegado a despreciar a su hijo e incluso a humillarlo, jamás imaginaron que debían verlo al borde de la muerte para darle el trato que le correspondía.

Todos los días la madre de Yoongi se culpaba a si misma por el intento de suicidio de su hijo, no podía perdonarse hasta la fecha, por otro lado, el señor Min se sentía sumamente arrepentido por todas aquellas ocasiones en las cuales le gruño, le hablo mal o simplemente ignoro al alfita, ambos se sentían malos padres.

Tan solo esperaban al menos ser perdonados, no esperaban que su hijo les aceptara de nuevo en su vida pero por lo menos deseaban su perdón, con eso era suficiente.

Al llegar al hospital, tras pasar a la recepción caminando hacia la habitación donde se encontraba Yoongi, a la distancia lograron ver a Jimin, al lindo y amable Omega que los había recibido el primer día.

La mujer aceleró su paso y al notar que el rubio igualmente se encaminaba a la puerta de la habitación decidió adelantarse para poder abrirla por él.

— señora Min... — musitó Jimin tras percatarse de la mujer, suspiro poquito al notarla algo afligida

Decidió cerrar la puerta para poder hablar con ellos fuera de la habitación, esperaba que Yoongi no escuchase pues ya antes este mismo le había contado sobre la pésima relación que llevaba con sus padres. Afortunadamente el alfita se encontraba dormitando así que obviamente no escucharía nada.

El señor Min carraspeó un poco y seguido de ello saludo al Omega antes de apartar la mirada ciertamente avergonzado — sabemos que Yoongi despertó hace más de una semana pero... No habíamos tenido oportunidad de venir a visitarlo, lamentamos tener que dejarte totalmente a cargo de su recuperación — comento

Jimin nego y les dedico una mirada tranquila acompañada de una sonrisa suave, no era quien para juzgarlos.

— no se preocupen... Al menos no por mí, yo... Honestamente me encariñe de más con Yoongi y no me molesta para nada atenderlo si eso significa pasar horas a su lado, con quién deberían disculparse y hablar sobre ello u otras cosas es con él — respondió tranquilo y nuevamente con un tono amable

La mujer sonrió desganada y asintió — gracias Jimin... Muchas gracias — murmuró antes de volver a mirar la perilla — aunque... Sinceramente no sé que tan segura estoy de verlo a los ojos, de hablar con él — confesó e inevitablemente el empático corazón de Jimin se estrujó

— solo... Solamente hágalo, tal vez sea difícil pero yo en su lugar estaría llenando de besos a mi cachorro — comento. Y en cierto punto, también se lo decía a sí mismo, daría todo por tener a su pequeño bebé con vida — sé lo que es perder un cachorro, es un dolor que no le deseo a nadie — agrego desconcertando un poco a los ajenos, ambos mayores se miraron entre sí antes de volver a mirar al Omega rubio

Sin saber exactamente qué decir o responder la Omega asintió y no perdió más tiempo en abrir la puerta. Por su lado el alfa incluso lamento la perdida del rubio antes de seguir a su mujer dispuestos a hablar con su hijo, Jimin estaba ayudando a los Min a cambiar para bien.

Incluso cuando la pareja mayor se acercó al alfita, termino dentro de la habitación siendo de apoyo para el alfita. Yoongi no se sentía bien como para hablar a solas con sus padres.

Parecía ser que Jimin era un ángel.

En estado vegetal   ~Yoonmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora