Hermione deseaba comprar un bonito vestido de fiesta para el evento de Navidad del ministerio. Nunca le habían importado esas nimiedades pero este año sería diferente: quería verse «bonita», tanto o más que en aquella vez en el Torneo de los Tres Magos, así que una semana previa a ese sábado y después de su desayuno con Harry, acudió a la vieja y confiable tienda de Madame Malkin en el Callejón Diagon; casi se sintió como una socialité pensando en que no escatimaría en gastos.
Fue amor a primera vista. El vestido de seda y tul largo hasta el piso en corte en A era de un suave color verde aguamarina en tono pastel, escote corazón y sin mangas. Cuando se lo probó, Madame Malkin le dijo que parecía haber sido confeccionado exclusivamente para ella, puesto que eran mínimos los detalles que debía arreglar para que le quedara perfecto. La modista le recomendó cuáles zapatos serían los mejores y puesto que el vestido tenía en el escote un aplique que parecía un collar, le dijo que con solo unos pequeños aretes y una fina pulsera sería suficiente para no quitarle protagonismo.
Satisfecha con sus compras, se dirigió al Londres muggle para buscar un regalo de Navidad para Draco. Era su primer regalo para él y quería que fuera especial y significativo, pero ¿qué se le regala a alguien con la capacidad financiera de comprar lo que fuera? Lo que fuera que respondiera a su pregunta, esperaba encontrarlo en esa zona no mágica de la ciudad. También debía hacer compras de supermercado pues al día siguiente había invitado a Draco a almorzar.
Casi contabilizaban un mes y veintidós días de relación y le parecía increíble, pues aunque existía el inconveniente de vivir en países diferentes, pasaban tiempo de calidad. Hermione sentía que su relación poco a poco iba evolucionando y a sus veinticinco años podía asegurar que se sentía plena en el aspecto amoroso por primera vez en su vida. Con Draco podía ser ella misma y sentía que a él le pasaba lo mismo. Solo necesitaban hacerlo público para enfrentar juntos lo que fuera a pasar, pero ya pensaría en eso después.
Draco le había dicho que llegaría el domingo a Inglaterra y se quedaría toda la semana, así que esperaba que tuvieran la oportunidad de verse más seguido, aunque prefería no hacerse ilusiones, ya que era por motivos laborales que se quedaría; además de que se acercaban fechas en las que por lo general compartía mucho con sus amigos, y siendo su relación un secreto aún, su tiempo juntos se veía limitado. Hermione estaba segura que la fiesta de Navidad sería un buen momento para ver a todos juntos interactuando; rogaba por que no fuera un desastre, especialmente porque sería la primera vez que Draco asistía a una fiesta de empleados del ministerio.
Eran las cinco de la tarde de ese sábado cuando recibió una carta de Draco anunciándole que había llegado a Sunserley antes de los esperado y la invitaba a cenar en su casa. «Por supuesto que nuestros planes de mañana siguen intactos, es solo que también quiero verte hoy. Cavell va a preparar faisán».
Hermione se carcajeó ante la última frase. ¿Quién hubiera pensado años atrás que las excentricidades de Draco la harían reír? Sin pensarlo dos veces, invocó un suéter y dos libros que ya había leído, los metió dentro de su bolso de cuentas que aún tenía el encantamiento de expansión indetectable y se apareció en el vestíbulo de la mansión con la idea de sorprenderlo. Su presencia fue detectada inmediatamente por uno de los elfos, quien la guió hasta el despacho de su amo.
—¡Hola! —la saludó con asombro, quitándose los lentes y levantándose de su asiento apenas entró a la habitación—. Ahora fuiste tú quien me sorprendió terminando este informe.
Hermione había tenido pocas oportunidades para ver a su novio con lentes, pero no podía negar que le parecía muy sexy. Presurosa, se acercó al escritorio, le volvió a colocar los lentes con cuidado y sonrió con picardía para luego besarlo.
—Voto por más sorpresas como estas —le dijo luego de unos minutos, abrazándola por la cintura.
—No sé... es que yo... tengo novio —le dijo fingiendo arreglar el nudo de su corbata— y no creo que a él le parezca que yo siga viéndote.
—Oh... ya entiendo... —respondió Draco siguiendo su juego—. Y me lo dices así como si nada...
—Bueno... no me habías preguntado... pero viéndote así tan guapo... —le acomodó un flequillo que no se había movido de su lugar, pero ella igualmente aprovechaba para tocar su cabello.
—¿Te parezco guapo? —le dijo Draco alzando una ceja y sonriendo de lado con suficiencia. Sonrojándose, ella reaccionó fingiendo molestia, pues nunca le había dicho nada sobre lo atractivo que ella lo veía.
—¡No! Eres un pretencioso, intolerable y horroroso mago.
Él besó rápidamente sus labios.
—En cambio a mí me pareces linda.
—Adulador... esos lentes tuyos necesitan graduación.
—No creo...
Volvieron a fundirse en un beso que terminó después con ellos abrazados, ella aspirando la colonia que tanto le gustaba. Mientras Draco terminaba sus pendientes, Hermione se percató de un detalle que no había visto en visitas anteriores, un retrato de un muy joven Severus Snape.
—No sabía que Snape fuera de fotos.
Draco se tensó un poco, ya que recordar a su profesor y protector siempre le provocaba un pinchazo al corazón. Se había manchado las manos de sangre por su culpa, porque no había podido matar a Dumbledore, porque su madre se lo había rogado, incluso había hecho un juramento inquebrantable. Y la culpa de que ese acto hubiera sido el principio del fin para Snape lo volvió a atormentar. Había sabido por los medios lo que realmente había pasado, pues Harry Potter le había contado al mundo mágico una versión casi comparable con un cuento de hadas sobre los hechos, y algo de tranquilidad había sentido al saber que el director de Hogwarts tenía los días contados debido a una maldición y eso, entre otros testimonios que habían sido revisados en un pensadero, había reivindicado a Severus, pero no dejaba de doler. Lo extrañaba. Sus consejos, sus pociones, hasta su ceño fruncido, lo extrañaba porque había sido una figura paterna más presente que el propio Lucius en muchos momentos de su adolescencia.
Draco se levantó y caminó hasta donde estaba la foto en cuestión sobre una repisa. Era una foto mágica, pero Severus siempre había sido tan serio que parecía que estaba estático; sin embargo, si observabas bien, había un pequeño parpadeo y un infinitesimal intento de sonrisa perceptible únicamente por quienes lo habían conocido mejor. Draco sacó la foto del marco y la desdobló, para mostrar que era una foto donde también aparecía Lucius.
—Era la boda de mis padres, y aceptó por complacer al fotógrafo debido a la ocasión, según me explicó mi madre cuando se lo pregunté, ya que también me hice la misma pregunta cuando encontré esta foto entre unos baúles hace un tiempo. No tengo ningún recuerdo suyo más que este, y quise tenerlo acá. —Draco volvió a doblar la foto y la colocó dentro del portarretratos.
Hermione pudo notar que Draco estaba emocionado por el recuerdo del profesor, pero que no se permitía expresarlo de ninguna manera. Se preguntó si incluso se había dado el permiso de llorar su muerte. Lo abrazó con fuerza y para aligerar el ambiente, le dijo en tono jocoso:
—¿Así que hoy es faisán y mañana hamburguesas caseras?
Él se quedó unos instantes sin comprender, pero luego, derribando nuevamente los muros que cerraban su mente al dolor, sonrió. La tormenta había pasado.
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Dulce sufrimiento
FanficDraco Malfoy, sabiendo que su amor por Hermione Granger es imposible, decide buscar nuevos rumbos, esperando con eso olvidarla. EWE. Segundo fic de la Serie «Camino dentro de tu ausencia». #1 dramionefic: 06-10-23~02-12-23/14-12-12 ~30-12-23/ 04-01...