Me hallaba en la habitación, observando a través del espejo cómo Harry peinaba con esmero el cabello de Draco. Las túnicas que portaban eran auténticas joyas. La de Harry, oscura como la noche, con detalles plateados que parecían danzar mágicamente sobre la tela. La de Draco, plateada como la luna, con destellos de polvo de estrellas que le otorgaban un toque celestial. Mi túnica, de un azul profundo y sereno, caía con elegancia alrededor de mi figura, con detalles plateados que resaltaban discretamente.
Los elfos domésticos, Eledrin y Thandor, esperaban a un lado, dispuestos para cualquier necesidad. Pero la atención de Draco y Harry estaba más centrada en ellos mismos que en la grandiosidad de la mansión. A veces, a través del espejo, notaba sus miradas dirigidas hacia mí.
Mientras reposaba en el alféizar de la ventana, mis ojos se perdían en el jardín. A pesar del invierno, la mansión mantenía su propio microclima, sin rastro de frío o nieve en sus terrenos. Los dientes de león blancos y amarillos creaban un contraste hermoso con el paisaje nevado más allá de las rejas.
-- ¿Te sientes nervioso? -- preguntó Harry a Draco, y decidí no inmiscuirme en su conversación, manteniendo mi mirada en el exterior.
-- Por supuesto que no. -- respondió Draco, generando un silencio incómodo. -- ¿Debemos bajar?
La pregunta era para mí, pero seguí contemplando el jardín.
-- Realmente no importa, pero lo mejor será que sí. Papá no está, pero mamá está ansiosa por verlos. -- contesté, sin apartar la vista de la ventana.
Frostwind, mi lobo mágico, se paseaba entre mis pies y luego rodeaba a Draco y Harry, intrigándolos con su energía mágica. Sentía la confusión en la mirada de Draco, pero estaba más concentrado en mis propios pensamientos.
-- ¿Estás bien? Desde que despertamos has estado extraño. -- preguntó Harry, apareciendo a mi lado de repente.
-- Sí. -- le respondí con una sonrisa forzada, intentando ocultar el extraño malestar en mi pecho. Sin embargo, Harry no parecía convencido y se sentó a mi lado.
-- ¿Te sientes nervioso? -- insistió. -- ¿Tus padres son muy estrictos? Tú sabrás, ya que son tus padres y...
-- No, Harry, no me siento nervioso. -- lo detuve. -- No es nada, de verdad. Solo es extraño tener amigos en la mansión.
-- ¿No sueles invitar a tus amigos aquí? -- preguntó Draco desde su lugar.
-- Bueno... Nunca he tenido amigos. -- respondí, sintiéndome un poco avergonzado.
En medio de la tensión, Arion, mi elfo personal, hizo su entrada anunciando que madre nos aguardaba abajo para desayunar. Me puse de pie con la elegancia propia de la situación, liderando el camino hacia el salón donde nos esperaba la primera comida del día.
Descendimos por la majestuosa escalera de la mansión, nuestros pasos resonando en la grandiosidad de los muros de piedra. La atmósfera estaba cargada, no solo por la magnificencia del entorno, sino por una tensión palpable que parecía persistir desde la habitación anterior.
Al llegar al comedor, nos encontramos con Hermione, quien esperaba con gracia al lado de la mesa. Su vestido, adornado con detalles florales, destacaba su elegancia incluso en medio de la tensión que flotaba en el ambiente. Me uní a ella, y juntos tomamos asiento en la mesa dispuesta para el desayuno.
Harry y Draco se sentaron frente a nosotros, y madre, con su imponente presencia, ocupó el lugar principal en la cabecera de la mesa. Sus ojos, agudos como cuchillos, escudriñaban la habitación, evaluando cada movimiento y palabra con una precisión que no permitía relajación alguna. Mire hacia mis lados con cautela, rezando a merlín para que mi padre volviera pronto.
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🍃Como debía de ser 🌿| Harry Potter y Draco Malfoy.[1]
FanficEn las sombras del mundo mágico, un heredero de sangre pura, desafiando el anonimato familiar, observa cómo Harry Potter y Draco Malfoy se convierten en marionetas de fuerzas invisibles. La tragedia predestinada entre los dos protagonistas se desenv...