Estaba enojada con él, sentía vergüenza.
Una que no podría irse en mucho tiempo, me sentía humillada y todo por la persona más despreciable que conocía.
Odié más a Dilan.
Mucho más.
—Usted no tiene ningún derecho de indagar sobre vida privada Sr. Di Marco—expresé roja por la furia que muy pocas veces sentía—. Usted solo es mi jefe, nada más que eso así que le pido más respeto hacia mi persona y mi marido.
Rió sin gracia, en mis narices.
—Uno que no te quiere y se revuelca con cada zorra que le abre las piernas ¿Bella?—dijo destilando rabia en cada una de sus palabras, y odié ese sentimiento en mi pecho.
Si bien sabía lo que hacia Dilan y lo cuán infiel me era teniendo que soportar su traición y humillaciones de las cuales me fui acostumbrado al tiempo, pero otra era que él, mi jefe, el padre de los Mellizos, él que me dió el trabajo, supiera de ello.
Era humillante.
—Eso es algo que no le importa ni lo hará.
Sus ojos me vieron incrédulo de como lo defendía, pero no podía dejar que él viera mi lado más vulnerable... y todo por Dilan, por mostrarme algo que ya sabía y hace mucho había aceptado.
Pero aún así, no podía dejarlo.
—¿Que no me importa?—repitió irónico mis anteriores palabras.
Sos ojos verdes me devoraron ahí mismo. Conocía esa mirada de lastima pero saber que él me miraba con ella era intolerable.
No podía con sus oscuras esferas llenas de resentimiento... y crítica.
—Esto es algo que no aceptaré—dije decidida por mis siguientes palabras—. Acepté el trabajo porque realmente estaba necesitada de el... y no me importo trabajar para usted aún después de saber a lo que se dedicada ignorando mis principios y valores como persona o ser humano Sr. Di Marco... Pero esto—estaba sofocada por la situación pero aún así continúe tragando me mis lagrimas llenas de pena y vergüenza.
Estaba decidida.
Señale las imágenes de Dilan con otras mujeres sobre el amplio escritorio de su Oficina. En otra ocasión me sentiría traicionada, pero ahora, ahora no había nada de aquel amor que proclame como mío.
Continúe tragando me el ardor en mi garganta: —. No lo soportare, no puedo con la humillación de saber que usted sabe sobre ello y sobre todo de saber que usted violó mi privacidad para averiguar mi vida, mi relación, algo que no le importará ni lo hará nunca y es por eso que... Renunció Sr. Di Marco.
Hubo un extenso silencio en la Oficina al terminar de decir todo lo que tenía retenido en mi garganta, que se sentía apretada exigiendo oxígeno.
—¿Te vas por decirte la verdad?—su voz era fría, sin emoción—. Por decirte lo cuán mierda es y aún así lo dejas pasar ¿ah?
Sus pasos se acercaron a mi peligrosamente.
—Ya le dije que...
—Si, si, ya lo dijiste Bella-sus grandes manos ahuecaron mis mejillas sonrojadas—. Se que sin importar lo que te diga y enseñe de ese estúpido lo seguirás eligiendo a él.
Sus ojos jamás dejaron los míos.
No era que lo escogiera a él, jamás lo volvería hacer, no volvería a cometer el mismo error, pero eso era algo que el Sr. Alden no podía saber.
—Solo quiero saber que tiene él de especial, algo que dudo mucho, para que lo sigas defendiendo de esa manera a pesar de todo—Parecía necesitado al preguntar.
Todo mi cuerpo se tenso al pegar su pecho con el mío, un escalofríos recorrió mi espina dorsal al hacer un contacto más íntimo. Alden era hermoso y ¿quien no podría desearlo? Aunque yo no era los demás, tenía una relación, un marido que a pesar de todo el dolor que me provoca no le soy infiel, era una estúpida, la más estúpida por guardarle fidelidad pero no la rompería hasta romper todo lazo con él.
Debía enfocarme en mi plan, debía irme de su lado pero para eso debía saber cómo jugar mis cartas. Dilan no era nada idiota y si se llegaba a enterar que podría escapar de su lado sería un completo infierno para mi.
—Yo...
No me dejó terminar.
Con su pulgar acarició mi labio inferior, con delicadeza e incluso con ternura al verme. Su rostro se acercó a mi, la respiración se me atasco en la garganta al tenerlo a pocos centímetros de mis labios y los suyos.
—¿Dígame?—su cálido aliento chocó sobre mi boca entre abierta al no tener suficiente aire por su cercanía, sentí hormigueos en mi cara.
—S-señor—dije afectada.
—¿Mm?—su lengua, Dios, su húmeda lengua lamió mis labios, casi me ahogo al respirar—. Estas tan sonrojada que... Solo puedo imaginar tu dulce coño sonrojado al lamer lo—jadee.
Dios.
Mi corazón latía tan rápido que metía por mi y esta situación tan obscena.
—Alden—ahogue un gemido al chuparme el óvulo de la oreja con presión, sus dientes tiraron de el al jadear.
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Cruel Perdición #1 [Borrador]
Romance«El miedo es la mayor fortaleza del poder» 🐦 Portada creada por @Arleit_Wiss Una vez sea terminada será editada y corregida.