Capítulo 06

298 34 5
                                    

El sueño abrumador me despertó, una pesadilla que me perló la mayor parte de la cara de un sudor frío y que me obligó a abrir los ojos casi tan precipitadamente como me paré. El horrible accidente que mis padres habían tenido se había proyectado esa noche en mis sueños. Miré el reloj, aún con los nervios de punta. Son las siete con cuarenta y dos minutos; suspiré y me levanté de la cama, había dormido con la misma ropa con la que había llegado, así que me di una rápida ducha y luego me cambié.

Salí a la cocina, Bitna aún no se despertaba, así que me dio tiempo de prepararle el desayuno. Cociné un par de huevos fritos y unas salchichas con un trozo de tocino, luego preparé un jugo de naranja y también preparé gimbap.

Bitna vivirá en Italia, pero sigue siendo mitad coreana.

Bitna: —¡Mmm! ¿Qué es eso que huele tan delicioso? —Salió de su habitación directo a la cocina y luego me sonrió.

Eunki: —Quise prepararte el desayuno. —Le puse el plato en el pretil.

Bitna: —Aww. —Exclamó.

Bitna: —Es maravilloso tenerte aquí.

Ambas reímos y luego nos pusimos a ingerir lo que había salido del sartén.

Bitna: —¿Qué planes tienes para hoy? —Me preguntó.

Eunki: —Creí que tú ibas a hacer mi agenda de este día. —Dije confundida.

La gran sonrisa de la que ella es dueña se expandió por su rostro.

Bitna: —Solo quise asegurarme de que no la hayas olvidado. —Rio de nuevo.

Bitna: —Te llevaré por las mejores tiendas de ropa que jamás hayas visto. —La emoción saltó a sus ojos.

Eunki: —Genial. —Musité.

Ropa.

No soy adicta a la moda o algo por el estilo, por lo tanto, nunca me emociona ir de tienda en tienda hasta encontrar el atuendo perfecto; pero a Bitna siempre le ha gustado y tiene un excelente gusto en ropa. Cada vez que íbamos a alguna tienda, era ella la que acababa con más de cinco bolsas en la mano.

Hace frío, un gélido aire vagabundea por la atmósfera de Venecia, mientras que mi mejor amiga y yo caminamos por sus calles.

Bitna: —¿Cómo pasó lo de Hanbin? Eso jamás lo supe. —Me dijo y le miré extrañada.

Bitna: —Quiero decir, que nunca supe cómo lo superaste.

Eunki: —Oh, bueno, simplemente decidí superarlo y ya. —Me encogí de hombros y me quedé mirando a través de una vitrina, un hermoso saco café.

El reflejo de Bitna se dibujó a mi lado en el vidrio y una repentina curiosidad vino a mí como una ola del mar.

Eunki: —Dime Bitna. ¿Cómo conociste a Sunoo? —Musité sin mirar el rostro de ella y fingiendo que observaba el bello saco del aparador, nerviosa.

Algo definitivamente raro.

Bitna: —En un café, un día lluvioso. —Suspiró como si de pronto volviese a ver el recuerdo nítido en su mente y se perdiera en él, entonces la miré.

Bitna: —Se acercó y hablamos un poco. ¡Él es tan gracioso! —Suspiró.

Bitna: —Me contó que es de Suwon, Gyeonggi-do, que allí nació y que vino a Italia por lo mismo que yo; olvidar amores del pasado, sin embargo, hasta la fecha no me ha dicho qué fue lo que le pasó... —Se perdió, pero luego volvió a retomar el curso animoso.

Bitna: —Luego de reírnos un rato, me pidió mi número de teléfono y en la noche del mismo día, me llamó. —Sonrió.

Bitna: —Solo quería desearme buenas noches. —Suspiró, teatralmente.

Eunki: —Suena... como un cuento. —Sonreí.

Bitna: —Me siento como en uno. —Sonrió también.

Bitna: —¡Dios! ¡Estoy tan feliz! —Me abrazó, completamente llena de emoción; cosa que siempre hacía cuando estaba así.

Eunki: —¿Cuántos años tiene? —Pregunté, retirándome de su abrazo.

Bitna: —Veintitrés.

Eunki: —No hay mucha diferencia, tú tienes veintiuno. —Dije aliviada.

Bitna: —¿Sabes qué nos dicen? —Inquirió, animada.

Eunki: —¿Qué?

Bitna: —Que somos la pareja perfecta, que los dos estamos hechos a la medida; que nacimos para estar juntos. —Suspiró.

Estaba feliz, pero algo por dentro, muy dentro de mí, se removía incómodo y desesperado. Como una pequeña fierecilla enjaulada en lo más oscuro de una habitación, muy lejos de la salida; pero, sin embargo, deseosa de salir.

Eunki: —Me alegro mucho por ti.

Bitna: —¡Ya sé! podríamos salir todos alguna vez, así te presento. —Comentó.

Eunki: —¿Todos?...

Si ven algún nombre sin editar me lo hacen saber por favor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si ven algún nombre sin editar me lo hacen saber por favor.

El manual de lo prohibido › Kim Sunoo ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora