Capítulo 03

334 46 5
                                    

—¡Eunki! —Gritó efusiva esa voz femenina que tanto había extrañado.

Corrió hacia mí y se agachó para abrazarme, apretó los brazos alrededor de mi cuerpo y yo le correspondí, era tanto el tiempo que había estado separada de mi mejor amiga, y aquellas conversaciones telefónicas no llenaban totalmente el vacío.

Bitna: —¡Pero como has cambiado!

Eunki: —¿Cuál cambio? Sigo igual desde la última vez que nos vimos. —Dije y me separé.

Bitna: —Por favor, tu cabello es diferente. —Observó.

Eunki: —¿La maraña de pelos que cargo en la cabeza? ¿Qué de diferente tiene? Sigue igual de despeinada que hace años. —Bromeé.

Eunki: —Pero tú tampoco has cambiado mucho.

Efectivamente Bitna no había cambiado en lo absoluto, a excepción de unos cuantos centímetros más agregados a su cabello rojo y lacio. El fleco cae en su frente hasta llegar a sus ojos, y el demás cabello alcanza una medida solo un poco por debajo de sus frágiles hombros, que un suéter verde cubre.

Sunoo: —Ejem... —El joven que estaba a nuestro lado, Sunoo, se aclaró la garganta, haciéndose notar.

Ambas lo miramos.

Bitna: —Ay lo siento. —Dijo dándole un rápido abrazo con uno de sus brazos.

Bitna: —Es que estoy emocionada. —Dijo, y la flamante sonrisa en su rostro se expandió aún más cuando me miró.

Bitna: —Hay tantas cosas que quiero contarte. —Me avisó.

Eunki: —¡Yo también! —Musité emocionada.

Bitna: —Supongo que ya se conocieron. —Volteó su atención a Sunoo.

—Sí. —Dijimos ambos al unísono y luego reímos debido a nuestra sincronización.

Bitna: —¡Ah! ¡Esto será genial! —Exclamó.

Se levantó del piso junto con Sunoo, mientras yo me quedé allí sentada.

Sunoo: —Pero. ¿Qué haces ahí? Levántate. ¿Por qué no entraste?

Él me extendió su mano para ayudarme a ponerme de pie. El deseo de tocar su excitante piel de nuevo me invadió al ver la palma de su mano que se extendía hacia mí. La tomé y finalmente me ayudó a separarme del piso.

Eunki: —Gracias. —Murmuré.

Él solo me sonrió, separando los dos engranajes que se habían unido de nuevo.

Eunki: —Lo cierto, Bitna, es que me dejaste la llave equivocada. —Me quejé intentando mirar a mi amiga y no a la perfección que tenía a mi lado.

Bitna: —¿La llave equivocada? —Se sorprendió.

Eunki: —Sí. —Le di la llave que guardaba en el bolsillo de mi chaqueta.

Bitna: —Oh perdón. —Me sonrió.

Bitna: —Sí, me confundí. —Esculcó entre su bolso y encontró un juego con tres llaves.

Bitna: —Este era. —Se quedó en silencio un momento.

Bitna: —Eso me recuerda que debo darle las gracias a la señora Fiore por hacerme el favor de entregarte la llave.

Eunki: —¿La vieja gruñona del trescientos ocho? —Consulté, apuntando con mi dedo hacia dicha habitación.

Bitna: —Oye, no es tan gruñona, es linda cuando quiere. —Se encogió de hombros.

Eunki: —Y digamos que casi nunca quiere. ¿Verdad? —Hice un ademán de susto, la vieja no se había comportado del todo amable conmigo.

Eunki: —¿No pudiste haberme dejado la llave correcta con alguna otra persona menos... amargada?

Sunoo rio.

Bitna: —Exageras. —Meneó la cabeza y rio.

Bitna: —Me imagino que estás cansada, así que agradéceme que ya tenga lista tu habitación. —Me regaló una sonrisa de autosuficiencia, mostrándome todos esos dientes blancos de tamaño medianos.

Eunki: —Te agradecería más si abrieras esa puerta ya. —Bromeé.

Bitna rio e introdujo la llave en la cerradura, haciendo que la puerta se abriese por fin. Me tragué una exclamación de victoria.

Bitna: —Pasa y acomódate, en unos minutos estaré contigo. —Anunció y me indicó que me introdujera al departamento.

Intenté levantar del suelo mi par de maletas, pero Sunoo se me adelantó.

Sunoo: —Permíteme. —Las tomó, una con cada mano y fue detrás de mí, acomodándolas en la orilla de la sala.

Eunki: —Gracias. —Musité y le regalé una sonrisa tímida.

Él me la devolvió y aquel efecto me produjo una oleada de inspiración; como la que necesita un poeta para su poesía, o un escritor para una nueva historia.

Salió por la puerta y fue con Bitna de nuevo, no pude evitar mirarle mientras caminaba hacia la salida.

El estómago me rugió y me di cuenta de que aún tenía la galleta mordisqueada en la mano. Me senté en una de las sillas cerca de la cocina, mordí el pequeño pedazo que me quedaba y mastiqué perezosamente.

Sunoo: —Vine a buscarte para entregarte el CD que le prestaste a mi hermano. —Dijo con su voz de terciopelo en la puerta del departamento.

Bitna: —Sunoo, amor, no tenías por qué preocuparte, le dije a Jungwon que me lo devolviera cuando deseara. —Contestó.

Me atraganté con la galleta. ¿Amor? ¿Cómo que amor? Oí perfectamente el chasquido de los labios de Bitna contra alguna parte de la cara de Sunoo mientras yo trataba de tragar el pedazo de galleta que se me había atorado en la garganta, sintiendo como raspaba.

 ¿Amor? ¿Cómo que amor? Oí perfectamente el chasquido de los labios de Bitna contra alguna parte de la cara de Sunoo mientras yo trataba de tragar el pedazo de galleta que se me había atorado en la garganta, sintiendo como raspaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si ven algún nombre sin editar me lo hacen saber por favor.

El manual de lo prohibido › Kim Sunoo ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora