Capítulo 02

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—¡Oh! Perdóname que descortés. Me llamo Kim Sunwoo, dime Sunoo. —Me extendió la mano para saludar.

Miró su palma esperando que yo la tomase y así hice.

Eunki: —Bueno, Sunoo, sabes mi nombre. —Uní mi mano a la suya y estas se fusionaron como dos engranajes hechos a la medida.

El calor corporal de su mano y la varonil suavidad de su piel, hicieron que el rubor corriese travieso por mis mejillas.

Sunoo: —Muy bonito, por cierto. —Sonrió, haciendo referencia a mi nombre; el rojo se intensificó más.

Sunoo: —¿Qué tal el viaje? —Preguntó.

Eunki: —Cansado. —Suspiré.

Eunki: —Así que, si no te molesta, me sentaré a esperar a Bitna. —Dije y dejé resbalar mi cuerpo por la pared beige, hasta llegar al gris suelo alfombrado. Vaya que es un lugar triste para vivir.

Sunoo: —¿Te molesta que la espere contigo? —Musitó.

Eunki: —Por supuesto que no. —Traté de sonar casual.

Me sonrió y se sentó, recargando su espalda en aquella pared y cruzando sus piernas en el suelo. Los jeans que trae se le ajustaron más; desvíe mi mirada, ignorando el puño de pensamientos poco coherentes que mi mente produjo.

Sentí hambre, busqué en mi bolso alguna comida chatarra que no me haya comido durante el vuelo; afortunadamente encontré un empaque de galletas de chocolate con un par.

Eunki: —¿Gustas? —Le ofrecí.

Sunoo: —No gracias, provecho. —Me sonrió, me miraba como si fuese algo... poco común, pero divertido.

Eunki: —Tengo hambre. —Me encogí de hombros, un tanto cohibida.

Sunoo: —Adelante. —Me animó a morder la galleta.

Me comí una de forma rápida y sacudí las migas que habían caído de ella; noté que Sunoo me miraba.

Sunoo: —¿Extrañas Corea? —Me preguntó.

Eunki: —Un poco. —Admití.

Eunki: —Pero siempre es bueno un cambio. —Dije mientras comenzaba a morder la otra galleta.

Eunki: —Espera. ¿Cómo sabes que vengo de Corea? —Exigí saber, este chico sí que conoce mucho sobre mí, cuando para mí es un desconocido total. Sin embargo, no me asusta en absoluto.

Sunoo: —Bitna me lo dijo, me habló mucho de ti, además del idioma en que estamos hablando. —Respondió.

Eunki: —Oh. —Reí.

Eunki: —Espero que hayan sido cosas buenas.

Sunoo: —No te preocupes. —Sonrió.

Sunoo: —Eres su mejor amiga. ¿Qué cosas malas podría decir de ti?

Eunki: —No sé, quizá que... me gusta desayunar en pijama. —Me encogí de hombros.

Eunki: —O que me encantan las galletas de chocolate con mantequilla de maní.

Sunoo: —Desayunar en pijama es cómodo. —Admitió.

Sunoo: —Y cada quien tiene sus gustos raros, a mí me encanta el helado de chocomenta.

Eunki: —Eso no es tan raro.

Ambos reímos, entre tanto que yo aplacaba mi hambre mordiendo de nuevo la galleta... El sonido de nuestras risas ya no tuvo cabida al ser opacado por el grito de júbilo de una voz familiar.

 El sonido de nuestras risas ya no tuvo cabida al ser opacado por el grito de júbilo de una voz familiar

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El manual de lo prohibido › Kim Sunoo ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora