Capítulo 04

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Intenté tragarla y luego tosí cuando lo logré, medio asfixiada aún.

Bitna apareció de pronto a mi lado, mientras la puerta de la entrada estaba ya cerrada.

Bitna: —Eunki. ¿Estás bien? —Me preguntó, pero la tos seca que salía de mi garganta me impedía hablar.

Bitna: —Te daré un poco de agua, espera. —Corrió hacia la llave y tomó un vaso, llenándolo rápidamente con el líquido que salía del grifo.

Se acercó a mí y me extendió el vaso, yo tomé del agua, esperando que aquel ardor en mi garganta desapareciera y la tos se fuese también.

Bitna: —¿Mejor? —Inquirió.

Eunki: —Sí. —Dejé el vaso sobre el pretil de la cocina.

Eunki: —Gracias.

Bitna: —Eso te pasa por atragantarte con la comida, bestia. —Bromeó.

Reí por el apodo que desde hace años llevamos diciéndonos.

Eunki: —Bueno, eso me pasa porque me hiciste venir desde el otro continente sin comer. —Refuté riendo.

Bitna se sentó a mi lado y me arrebató la galleta para terminársela de comer.

Eunki: —¡Oye!

Bitna: —Hay pizza en el refrigerador, creo que eso podría llenarte más que una galleta. —Dijo.

Eunki: —Tengo más sueño que hambre, así que mejor mañana me llevas a desayunar. —Sonreí.

Eunki: —Oye Bitna... —Vacilé y me dediqué a juguetear con los dedos de mi mano.

Eunki: —¿Sunoo es... tu novio?

Bitna: —Y lo que más amo. —Afirmó.

Eunki: —¿Y por qué no me lo habías contado señorita? —Me hice la indignada.

Bitna: —Porque llevo un mes saliendo con él.

Eunki: —¡¿Un mes?! ¡Nuestra llamada fue ayer! —Le repliqué.

Ella se encogió de hombros en su lugar.

Bitna: —Bueno, bueno, quería darte la sorpresa.

Eunki: —Pues lo lograste; pensé que después de lo de Jiwoong, tú ya no... —Me quedé a la mitad de la frase, pero ella me entendió.

Bitna: —Sí, yo también lo pensé; si no hubiera huido del país como cobardemente lo hice. —Sonrió.

Bitna: —Pero conocí a Sunoo y... lo amo.

Eunki: —¿De verdad? Hace un mes de que salen. ¿Qué tanto lo puedes conocer? —Musité.

Bitna: —Lo suficiente, Eunki. —Me miró seria.

Bitna: —Pensé que estarías contenta por mí.

Eunki: —¡Lo estoy! —Lo estoy de verdad, pero algo se remueve dentro de mí, algo que me hace estar confundida; este tipo de confusión cuando no te explicas por qué las cosas avanzan tan rápido y cambian de un día para otro.

Eunki: —Estoy feliz de que hayas salido adelante con tu vida, me pones el ejemplo. —Admití.

Bitna: —¿Qué quieres decir con que te pongo el ejemplo? ¿Sigues enamorada de Hanbin? —Saltó hacia atrás mirándome muy sorprendida.

Eunki: —¡Para nada! Eso ya pasó, a lo que me refiero es, que no te quedas estancada en un pasado; así como yo con el accidente de mis padres.

Bitna: —Oh Eunki, eso fue hace tres años, ahora eres una fotógrafa profesional de veintidós años, y tienes mucho que sacar de esa vida que llevas. —Me pasó el brazo por los hombros.

Bitna: —Pero ahora no hablemos de temas tristes, mejor dime. ¿Has conocido a alguien especial?

Sonreí ante su curiosidad y su enorme sonrisa indagante. Pero a la mente se me vino el nombre de Sunoo, como una oleada del viento, rápida y fugaz.

Eunki: —Qué cosa más extraña...

Bitna: —¿Qué? ¿A quién conociste?

Me di cuenta entonces, de lo que había pronunciado en voz alta, o suficientemente fuerte como para que Bitna me escuchase.

Eunki: —¿En? Ah... —Tartamudee.

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El manual de lo prohibido › Kim Sunoo ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora