Y abro la puerta, las paredes siguen siendo del mismo color y hay algunas decoraciones, arañas de juguete, unas calabazas de plástico en las mesas y una que otra en el mostrador. Sigue siendo el mismo lugar, antes, la primera vez que me vi envuelta en su nube, estaba llena por completo, era densa, ahora tiene un aforo cómodo. Un aforo moderado por quien yo busco con la mirada y mi corazón se encoge cuando no lo encuentro. Recuerdo las palabras de un chico elegante que se convirtió de alguna manera, sin que yo estuviera ahí, en alguien esponjoso y dulce. Tenía sentido que el moderador no estuviera. Miré a esa mesa en específico, la de al fondo a la izquierda. Una persona con cabello corto hasta los hombros y con esa insignia azul característica sentada en la mesa, con algunas personas más alrededor. Los miré y luego fui a la sección que conocía yo muy bien, una sección con algunas repisas blancas y escribí una nota que dejé encima de la repisa, no me di cuenta que me encontraba sonriendo suavemente. Caminé unos segundos, agarré una silla y me senté al lado del dichoso chico de cabello negro corto. Lo saludé. Era calmado estar allí, a pesar de que él no fuera la persona más tranquila, y eso lo sabía yo muy bien. Al costado mío se sentaba una chica rubia con un suéter y audífonos puestos, ella estaba tratando de que alguien de la mesa escuche su playlist con ella, yo toqué su hombro con mi mano. Recuerdo sonreír y pedirle que me de el audífono izquierdo para escuchar con ella. Ella accedió no sin antes contarme la historia del cantante. Eso me hizo reir bajito, la habitación era amarilla, sus cabellos eran amarillos, la luz del foco era de ese color, el color que también tenía la primera vez que entré. Empezamos a escuchar su playlist en un tono bajito, puesto que seguíamos escuchando a quien tenía la insignia azul hablar con otra persona con un polo de deporte, quien estaba tomando asiento. El de la insignia azul hizo el tipo de comentarios que le había visto hacer muchas veces y me reí bajito, llegó entonces un tipo con un uniforme negro y corbata roja, se sentó. De alguna manera se unió a la conversación. Me presenté y él se presentó, después de confundirlo por una chica. Comía mi pastel de chocolate, algo raro, siendo que usualmente me es muy empalagoso, mientras escuchaba la conversación de todos y la música de Salvatore. Una sonrisa ligera en mi rostro que no paraba, a pesar de darme cuenta que esas canciones no eran de mi gusto. La de suéter hablaba de sus canciones bastante emocionada, lo que mantenía mi estado calmado y le preguntaba sobre estas, escuchaba su parlotear, el de la insignia azul, el del uniforme, la música. Las horas pasaron y estaba tan envuelta en la nube que no revisé si el sol volvió a llegar, o si esa estrella opaca volvió aparecer en el basto cielo que siempre se cierne.