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Pese a toda la incertidumbre que las palabras de Dawei habían dejado en la mente de Tzuyu, ella no cambió absolutamente nada en sus planes para su día libre, pues se la pasó abrazada a Sana simplemente acostadas en su cabaña, no hubieron palabras de por medio, ni siquiera besos, por horas solamente habían compartido su calor mutuo, pues ambas estaban preocupadas por lo que pasaría y a pesar del amor que se tenían la realidad seguía estando presente en sus mentes.

Tzuyu podía morir en unas cuantas horas y eso era realmente aterrador para ambas.

—Prométe de nuevo que saldrás vivo de la guerra— Sana rompió el silencio levantando el rostro para mirar al de Tzuyu.

—Ya te dije que sí— La menor rió acariciando la mejilla izquierda de Sana.

Pero esta tomó la mano de Tzuyu y la alejó de su rostro para dedicarle una mirada seria a la menor.

—Necesito escucharte decirlo, Zheng, dime que saldrás vivo de la guerra— Sana insistió con un rostro preocupado.

—Voy a salir vivo y volveré por tí cuando haya acabado con la guerra— La menor le aseguró mirándola fijamente a sus ojos.

Y Sana rió al escuchar de nuevo que Zheng acabaría con la guerra.

—Tonto— Susurró antes de volver a recostar su cabeza en el pecho de Tzuyu —No sabía que ejercitabas pecho, detente o terminarás teniendo más que yo— Bromeó la mayor al sentir los pechos de Tzuyu a pesar de estar cubiertos con las vendas y su ropa, creyendo que simplemente se debía al ejercicio.

Y Tzuyu rió nerviosa acomodando mejor la cabeza de Sana para que no notara nada extraño.

Entonces el silencio se volvió a instalar entre ellas hasta que ambas cayeron dormidas, pero por desgracia tuvieron que separarse cuando la hora del almuerzo llegó, sin embargo, regresaron a la cabaña de Tzuyu después de haber comido para pasar el resto de la tarde juntas antes de tener que separarse por la cena.

Por desgracia el tiempo había pasado demasiado rápido para el gusto de ambas y fue duro para las dos tener que pasar la noche lejos de la otra, pues al ser la noche previa a la guerra Tzuyu debía descansar bien y mantenerse concentrada.

Porque desde esa tarde que se separó de Sana ninguna de las dos sabía con certeza si se volverían a ver y ciertamente eso causaba un gran temor en ellas.

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Cuando la mañana llegó Tzuyu se sentía realmente nerviosa, apenas y pudo conciliar el sueño la noche anterior, pero gracias a la adrenalina y al miedo ni siquiera sentía sueño.

Y tal como se imaginó, todos los hombres tuvieron que partir del campamento bastante temprano sin desayunar nada más que un vaso de leche.

Por desgracia, al hacer una rutina diferente ni siquiera tuvo la oportunidad de ver a Sana antes de partir, pero a pesar de la tristeza ella debía mantenerse concentrada en lo que estaba a punto de ocurrir y cómo esto podía cambiar drásticamente su destino.

Entonces finalmente llegaron al campo de batalla y su temor incrementó al ver a tantos hombres del país enemigo frente a ella.

Estaba bastante asustada, pero debía dar todo de sí para poder cumplir la promesa que le había hecho a Sana, además, no solamente su vida dependía de esta batalla, pues la razón por la que había entrado ahí era para salvar la vida de su padre.

Sin embargo, la realidad la golpeó más fuerte de lo que se esperaba al ver caer a tantos de sus compañeros a sus lados, y aunque estaba dando una buena pelea contra los enemigos, el miedo la invadió en gran manera al ver que estaba siendo rodeada por tantos guerreros japoneses cuando sus compañeros que la rodeaban habían muerto.

Pero Tzuyu seguía dando todo de sí y peleando para salvar su vida aún con todas las emociones encontradas martillando su cabeza, las cuales ella estaba tratando de ignorar.

—China, retírense!— El grito de Yanan la sacó de repente de su burbuja de concentración notando como la mayoría del ejército chino estaban caídos muertos entre la nieve mientras los demás corrían por sus vidas  —China nos rendimos, retírense ahora!— Yanan siguió gritando intentando reunir a los pocos hombres que aún quedaban.

Y entonces la taiwanesa hizo lo que pudo para librarse de los japoneses que la rodeaban y correr también detrás de Yanan.

Pero de repente vió un cañón de su país en posición para atacar con dirección a los soldados japoneses, sin embargo, solo tenían un disparo disponible y era imposible acabar con todos ellos en un solo intento.

Entonces Tzuyu notó la punta de la montaña que cubría la cabeza de los soldados japoneses y una brillante idea llegó a su cabeza.

Así que sin pensarlo más dejó de correr tras el general para regresar con dirección al cañón sin importarle que los soldados japoneses estuvieran viniendo hacia ella.

Y al llegar no dudó el direccionar el cañón hacia la colina y disparar sin más confundiendo a todos por aquel repentino disparo sin aparente resultado.

Pero antes de que los japoneses se burlaran y su general le reclamara por acabar con su último recurso un leve temblor se hizo presente y en seguida todos notaron que provenía de la colina, pues debido al reciente disparo del cañón una abalancha se aproximaba directamente hacia el ejército japonés, quienes intentaron correr para salvarse, pero no pudieron llegar muy lejos antes de que la abalancha los alcanzara.

Y finalmente cuando China notó la proeza que Tzuyu había hecho todos celebraron.

Tzuyu había acabado con todo el ejercicio japonés cuando a China no le quedaba ninguna esperanza de vida.

—Zheng salvó a China!— Gritó Xiaming.

—Zheng salvó a China!— Le siguió Chao.

Y finalmente todos se unieron para vitorear a Tzuyu a pesar de que esta aún seguía en shock.

Pero de repente se dió cuenta de lo que había pasado y levantó las manos al cielo para celebrar que finalmente estaban a salvo.

—Yo salvé a China!— Tzuyu gritó siguiendo la celebración con las manos y la cabeza en alto.

Pero de repente todos guardaron silencio y Tzuyu entonces bajó la cabeza confundida.

—Qué pasa muchachos?— Ella preguntó con una sonrisa sin entender a qué se debía la repentina cara de preocupación de todos los que la miraban.

—Zheng...— Dawein susurró asustado bajando la mirada para señalar el abdomen de Tzuyu.

Y fue así que se dió cuenta de la preocupación de los demás.

Una enorme mancha de sangre comenzaba a expandirse por la camisa de Tzuyu quien de pronto comenzó a sentir el dolor de la herida y su vista empezó a ser borrosa hasta finalmente perderse en la oscuridad.

Y sin más, Tzuyu cayó inconsciente sobre la nieve.

REAL YOU || SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora