12

963 168 3
                                    

Al día siguiente Sana tuvo que salir muy temprano de la cabaña de Tzuyu para poder regresar a la suya sin que las demás personas notaran su ausencia, sin embargo, unos cuantos reclutados ya estaban bien despiertos a esa hora simplemente platicando sentados al rededor de una pequeña fogata para aliviar un poco el frío que sentían.

—Vieron eso?— Uno de ellos rió mientras seguía a Sana con la vista.

Y entonces los otros hicieron lo mismo.

—Es lo que creo que es?— Otro siguió la plática.

—Nuestro hijo finalmente ha crecido— El último de los tres bromeó mientras fingía limpiarse una lágrima causando risas en los demás.

Porque para mala suerte de Tzuyu, sus amigos ya tenían material para molestarla por el resto del día, pues fueron ellos quienes notaron de qué cabaña había salido la japonesa.

—No digas nuestro, suena turbio— Xiaming se quejó.

—Oye, no lo dije de esa manera, todos sabemos que Zheng es el hijo del campamento— Chao soltó un manotazo contra la espalda del contrario.

—Ya, muchachos, dejen de pelear— Intervino Dawei —Tenemos que interrogar a Zheng antes de asumir cosas.

—Pero Dawei, es demasiado obvio— Xiaming insistió —Que acaso no viste cómo salió Sana de su cabaña? No creo que Zheng se hubiera resistido a simplemente dormir abrazaditos cuando Sana lucía así de ardiente con esa bata tan corta.

—Oye! No deberías hacer esos comentarios de Sana, ahora le pertenece a Zheng— Chao empujó su hombro haciéndolo caer del tronco en el que estaba sentado.

—Ahora sí te lo buscaste— Xiaming se levantó dispuesto a empujar a Chao de vuelta.

—Ey, ey, es demasiado temprano para estar peleando— Tzuyu apareció de pronto para tomar asiento junto a ellos.

—Pero miren quien llegó! Justamente el rey de Roma— Dawei exageró abrazando los hombros de Tzuyu.

—Y ahora qué pasa?— Tzuyu preguntó con una sonrisa.

—Eso mismo queríamos preguntarte— continuó Chao intentando sacarle información a Tzuyu —Estás muy sonriente esta mañana, hay algo que quieras contarnos?

—Absolutamente nada— Tzuyu negó con la cabeza sin dejar de sonreír, pues no entendía nada de lo que ellos estaban hablando.

—Vimos a Sana salir de tu cabaña— Soltó directo Xiaming ganándose la mirada de todos.

Y la sonrisa de Tzuyu finalmente se tornó en una mueca causando que los demás rieran.

—Vamos chico, dinos qué pasó con ella anoche— Fue el turno de Dawei en insistir.

—No pasó nada, en serio— Tzuyu respondió tranquila.

Pero nadie le creyó.

—Eso no es lo que dicen los rasguños en tus brazos— Xiaming volvió a ser directo.

—Estoy diciendo la verdad, y aunque no lo fuera, un verdadero caballero no hablaría sobre eso— Ella trató de darles una lección.

Pero estos solo se rieron.

—Está bien muchacho, si no quieres hablar ahora no presionaremos, pero no creas que terminamos— Dawei aseguró con una sonrisa.

Pero antes de que Tzuyu pudiera protestar el general los llamó a las mesas para tomar el desayuno.

—Buenos días, muchachos— Yanan llamó la atención de todos antes de que el desayuno se sirviera —Como saben mañana será la guerra y hay algunos puntos que debemos aclarar para los nuevos, como cada año ustedes llevarán la delantera hasta llegar al campo de batalla en donde los soldados se unirán a nosotros para cuidar de sus espaldas, entendiendo?— El general finalizó recibiendo afirmaciones como respuesta.

Aunque todos sabían que eso era una completa mentira, pues realmente ellos iban adelante para ser los primeros en caer y poder cansar a los rivales antes de que los soldados atacaran, sin embargo, no podían negarse, era su obligación servir al país y si era necesario dar su vida por él.

Pero por el momento tuvieron que dejar de lado sus preocupaciones y centrarse en el desayuno que era traído a sus mesas por las exclavas.

Y entonces pasó lo que Tzuyu temía.

Sana llegó hasta su mesa para traerle el desayuno, pero en vez de alegrarse se avergonzó cuando sus amigos comenzaron a lanzarle miradas pícaras al ver las marcas que Tzuyu había dejado en el cuello de Sana.

Y finalmente, cuando la japonesa se fue, las bromas comenzaron.

—Y luego dices que no hiciste nada— Los mayores se burlaron.

—Hablo en serio, no pasó nada de lo que ustedes piensan— Tzuyu trató de convencerlos.

Pero hicieron caso omiso y no fueron consientes del daño que sus palabras podían causar.

—Sí que te tardaste en estrenar tu regalo— Xiaming comenzó la burla.

—Más que bienvenida terminó siendo despedida— Chao le siguió la broma haciendo referencia a la guerra.

Pero Dawei no la continuó, pues él fue el único que notó la mandíbula tensa de Tzuyu quien golpeó sus palmas contra la mesa antes de levantarse furiosa e irse con las lágrimas amenazando con salir de sus ojos.

Y cuando estuvo lo suficientemente lejos de todos cayó de rodillas en completo arrepentimiento, pues los recuerdos de las crudas anécdotas de Sana no paraban de martillear su cabeza gritándole que ella también había sido parte del daño causado en Sana al llegar tan lejos con ella la noche anterior.

Se odiaba tanto al recordar lo cobarde que había sido al no confesarle a Sana quién era en realidad y se odiaba más por amar a Sana en esas condiciones.

Pero antes de que continuara lamentándose, sus amigos llegaron preocupados para disculparse por lo que había pasado.

—Zheng yo...— Xiaming trató de hablar.

Pero Dawei lo detuvo y tomó a Tzuyu de los hombros para levantarla del piso antes de que la menor comenzara a llorar.

—Lamentamos nuestras palabras, no sabíamos que realmente habías involucrado sentimientos— Dawei se disculpó por todos a pesar de que él no había bromeado de esa forma con respecto a la situación de Sana.

Y Tzuyu solemente asintió con la mirada perdida.

Pero ellos sabían que eso no era suficiente, así que los otros dos también hablaron.

—Lo sentimos, Zheng, no quisimos herir tus sentimientos— Chao se disculpó.

—No pensamos en las consecuencias de nuestras palabras, realmente estamos arrepentidos— Fue el turno de Xiaming en hablar.

Y finalmente se ganaron una mirada de parte de Tzuyu.

—Está bien, lo hecho hecho está— Tzuyu habló más para lo que habían hecho con Sana en el pasado, pero ellos pensaron que simplemente se refería a las recientes bromas.

Sin embargo, Tzuyu de verdad los estaba perdonando por todo, pues incluso Sana había comentado en estos últimos días que ella había decidido perdonar a todos los que la habían lastimado, pues finalmente, ella quería sanar las heridas de su corazón con ayuda de Zheng.

—Muy bien, chicos— Dawei felicitó —Ahora, por favor, no volvamos a discutir, recuerden que prácticamente estamos a vísperas de la guerra y debemos estar en paz entre nosotros.

Ante esto los demás asintieron de acuerdo y volvieron a tomar camino con dirección a su mesa, pues habían abandonado su desayuno desde que Tzuyu se fue de la mesa.

Pero mientras todos caminaban, Dawei tomó el hombro de Tzuyu obligándola a bajar la velocidad para poder hablar con ella.

—Muchacho, sabes lo mucho que te aprecio, verdad?— Dawei preguntó, a lo que Tzuyu asintió, pues él era el hombre más maduro de todos los que había conocido en el campamento —Y porque te aprecio te diré las cosas directamente...— Hizo una pausa en busca de las palabras correctas, pero lo siguiente le cayó a Tzuyu como un balde de agua fría —No deberías involucrarte mucho con una esclava, intentar sacar de aquí a una prisionera del país enemigo es prácticamente un suicidio... Por favor, piensa bien las cosas, hijo.

Y sin más el mayor continuó caminando dejando atrás a una Tzuyu demasiado preocupada.

REAL YOU || SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora