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Después del incidente con Tzuyu en el campo de batalla los soldados no perdieron tiempo en trasladarla de vuelta al campamento donde fue atendida de emergencia por uno de los médicos del ejército.

Afortunadamente no había perdido demasiada sangre, pues la herida de espada que recibió en la guerra realmente no fue tan profunda, sin embargo, Tzuyu no estaba acostumbrada a lesionarse, y al ver la sangre expandirse por su ropa hizo que perdiera la conciencia a causa del miedo.

Por desgracia no todo serían buenas noticias para Tzuyu cuando finalmente recobrara la conciencia, pues el médico al tener que retirar su camisa para curar su herida, se encontró con la sorpresa de que Zheng no era nada más que una farsa, sin embargo, él no había dicho nada, pues a pesar de todo temía por la vida de la joven, pero sabía que si guardaba aquel secreto su propia vida correría peligro, así que optó por esperar a que la joven despertara para comentarle al general lo que había descubierto, por lo que no dejó pasar a nadie a la cabaña en donde había tratado a Tzuyu y se quedó ahí hasta que la joven despertó.

Entonces sin dar explicaciones a la chica, el médico salió de la cabaña encontrándose con soldados, esclavas y todos los habitantes del campamento esperando por una respuesta acerca del estado de salud de la joven taiwanesa.

Así que no tuvo el valor para exponerla frente a todos los presentes, por lo que optó por susurrar al oído del general lo que recién había descubierto hace un par de horas.

Zheng en realidad era una chica.

Y eso fue todo lo que el general necesitó escuchar para entrar furioso a la cabaña en donde Tzuyu se encontraba y tomarla del brazo con violencia para sacarla de ahí y terminar por arrojarla al piso.

—Una chica?!— El general gritó asustando a todos los presentes, quienes no entendían a lo que el general se refería —Todo este tiempo no fuiste más que una chica?!— Yanan gritó mirando al piso en donde Tzuyu se encontraba de rodillas y con las manos en la tierra.

Y sin más Yanan sacó su espada para levantarla al aire asustando a todos los que se encontraban presenciando el momento de furia del general.

Entonces este soltó un grito antes de hacer el movimiento para cortar la cabeza de Tzuyu quien solamente cerró los ojos por el miedo dejando caer una lágrima al piso.

Pero el golpe jamás llegó.

Yanan terminó clavando la espada en la tierra justo al lado de Tzuyu.

—No eres más que una decepción para todos— El general soltó con desprecio mirando a Tzuyu desde arriba —Pero yo no, y perdonaré tu vida por haber salvado la nuestra— Soltó sin más antes de tomar su espada y caminar con dirección a su propia cabaña —China, nos vamos, pero Zheng o como sea que te llames, no vuelvas a aparecer en nuestras vidas o no dudaré en cortarte la cabeza.

Y de esta manera todos se retiraron de ahí para comenzar a recoger el campamento dejando a Tzuyu tirada en el piso mientras lloraba.

Así permaneció la joven hasta que todas las cabañas habían sido recogidas dejando únicamente la suya, y sin más, todo el campamento tomó camino de vuelta al pueblo.

Sin duda era doloroso ser abandonada de esa manera, pero lo que más le dolió a Tzuyu fue mirar el rostro de decepción que Sana le dedicó antes de darse vuelta y caminar junto a los demás.

Porque por un momento Tzuyu pensó que Sana no la iba a abandonar, por un momento pensó que la japonesa la aceptaría como realmente era y se quedaría a su lado.

Pero solamente la miró partir junto a todos los demás, dejándola ahí, tirada en el piso de lo que alguna vez fue el campamento en donde compartió hermosas experiencias con Sana.

Y mientras Tzuyu los miraba partir reflexionó en las palabras del general llegando a la conclusión de que no eran más que la verdad, ella era una decepción para todos los que la rodeaban.

Sin embargo, Sana no pensaba igual a ella, pues todo el camino se la pasó pensando en Zheng o mejor dicho en Tzuyu y fue entonces que entendió la razón por la que su padre nunca había hablado de tener un hijo, porque Zheng en realidad nunca existió.

Entonces sin poder evitarlo Sana comenzó a llorar, porque se había enamorado de una completa mentira, ella le había entregado su corazón a alguien que ni siquiera existía y había sido tan tonta por no notar que Zheng era demasiado perfecto para ser real.

Entonces su llanto se hizo más fuerte llamando la atención de los demás, quienes pensaron que la razón de su llanto era por haber sido usada por una mujer, pues no era ningún secreto en el campamento el interés que Zheng mostró por ella desde el primer día.

Mismo interés que ahora Sana ni siquiera se creía, pues nada le aseguraba que las cosas que Tzuyu le había dicho fueran reales, e incluso consideró la idea de que Tzuyu simplemente la usó para aparentar masculinidad y convencer a los demás de que realmente era un hombre.

Pero a pesar de todo Sana nunca quiso abandonarla, porque por desgracia era demasiado tarde para dejar de amar a la persona que le había regalado tantas hermosas experiencias, y aunque Sana estaba molesta y decepcionada la razón no era porque Zheng fuese una chica, sino porque a pesar de todo Tzuyu jamás se atrevió a decirle la verdad y simplemente optó por hacer la mentira cada vez más grande. No le importó que Sana hubiera abierto su corazón y expuesto cada uno de sus más profundos pensamientos, porque prefirió mentir antes que confiar realmente en ella, la joven japonesa que le había regalado su corazón.

Sin embargo, era algo que Sana debía aceptar por más doloroso que fuera, porque a pesar de lo mucho que amaba a Tzuyu y había confiado en ella, la menor simplemente decidió romper su corazón y demostrar que ella no le tenía esa misma confianza.

Sana era sensible, Tzuyu lo sabía, y aquello no pareció importarle cuando se mantuvo mintiendo hasta el final dejando a la japonesa realmente muy herida.

Pero ella también estaba herida, porque nunca fue su intención enamorarse de una esclava japonesa en medio de la gerra entre sus países, así que lloró y se arrastró como pudo por la tierra hasta finalmente llegar a su cabaña y despojarse de su ropa sucia antes de meterse entre las sábanas que alguna vez compartió con Sana.

Entonces continuó llorando hasta que sus ojos no pudieron más y terminaron por cerrarse para dormir un poco en un intento por alejarse de su cruel realidad.

REAL YOU || SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora