Epílogo

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A la mañana siguiente Sana fue la primera en despertar y casi soltó una lágrima de alegría al ver que no había sido solamente un sueño, ella realmente estaba entre los brazos de Tzuyu muy lejos de ese horrible campamento que la había atromentado por tantos años.

Ahora era libre al lado de la mujer que amaba y podía comenzar una nueva vida a su lado.

Entonces pasó una mano por su rostro para dejar suaves cariciar en las mejillas de la menor mientras la miraba dormir.

Sin duda alguna Tzuyu era preciosa, ella lucía realmente hermosa con el cabello alborotado, los labios entreabiertos y sus pestañas descansando sobre sus pómulos que no pudo evitar dejar un suave beso en sus labios ocasionando que la taiwanesa comenzara a despertar.

Y al notar lo que Sana había hecho intentó conseguir un nuevo beso levantándose un poco aún con la mano de Sana en su mejilla izquierda.

Pero antes de conseguir ese ansiado beso una bofetada, no tan fuerte, impactó contra su mejilla dejándola desconcertada.

—Pero, por qué?— Preguntó Tzuyu confundida sobando su mejilla.

—Eres una maldita mentirosa!— Sana golpeó sus hombros sin mucha fuerza.

—De qué hablas?— Tzuyu intentó detenerla tomándola de las muñecas para inmovilizarla, pero siguió intentando golpearla con cabezazos a su pecho.

—De qué más hablaría?! Por qué no me dijiste la verdad en el campamento?— Ella finalmente comenzó a tranquilizarse para mirarla a la cara.

—Yo... No lo sé— Tzuyu sintió el peso del remordimiento aparecer sobre sus hombros —Creo que tenía miedo, confiaba en tí, pero si alguien más se enteraba yo podía morir— Ella soltó con real arrepentimiento en su ojos.

—Tú... Realmente me amas?— Sana preguntó temerosa de haber vivido una completa mentira con Tzuyu en el campamento —Yo en serio me enamoré de tí, así que por favor dime la verdad— Rogó con notable temor en su mirada.

—Acaso no te quedó claro con todo lo que hicimos anoche?— Tzuyu la atrajo hacia su regazo para dejar un suave beso en su cuello —Por supuesto que te amo, Zhou Sana— Bromeó al poner su apellido en el nombre de la japonesa —Pero si aún no lo tienes claro puedo explicártelo una vez más— Habló con una voz grave recostando a Sana sobre el colchón.

Y la mayor simplemente sonrió al ver el sensual cuerpo de Tzuyu completamente desnudo sobre el suyo.

—Me encantaría, pero primero debes asegurarte de que tus padres nos den su bendición— La mayor recordó entre suspiros al sentir los labios de Tzuyu arrastrarse por su cuello y su rodilla colarse entre sus piernas.

—Carajo, mis papás!— Tzuyu se levantó como un resorte de la cama —No los he visto desde que me fui al campamento— Ella comenzó a vestirse al recordar que aún no veía a su familia.

Y Sana soltó una suave risita mientras se levantaba para comenzar también a vestirse.

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Una vez listas salieron de casa para emprender camino hacia la casa de sus padres, afortunadamente su nueva casa estaba completamente equipada incluyendo ropa que los sirvientes habían llevado para ellas esa misma mañana.

Y en un par de minutos ya se encontraban frente a la puerta de la familia Zhou.

Entonces Tzuyu dió un par de toques antes de que la puerta finalmente fuera abierta y su madre la recibiera con un asfixiante abrazo.

—Tzuyu! Estábamos tan preocupados— Su madre lloró aún sin soltarla.

—Tzuyu!— Su padre llegó a la entrada sonriendo al tener a su hija frente a él —Sana— También la saludó con una enorme sonrisa al ver a la joven ahí parada.

—Se conocían?— Preguntó la madre de la familia, pues sabía que esa sirvienta japonesa había sido entregada a su hija la noche anterior y que había sido parte del campamento en los años que su esposo participó, pero parecían realmente cercanos.

—Ella fue mi hija durante el campamento pasado— Él respondió con una sonrisa contagiando a Sana.

—El señor Zhou me cuidó durante el campamento anterior, realmente estoy muy agradecida con él— Aclaró la japonesa a la mujer frente a ella.

—En ese caso es un gusto conocer a mi otra hija— Bromeó la mujer acariciando los brazos de Sana —Y veo que se hicieron buenas amigas— Apuntó al notar lo cercana que Sana parecía ser a su hija.

—Sí, algo así— Respondió Sana entre risitas y susurros recibiendo un suave codazo por parte de Tzuyu.

—Y qué tal estuvo el campamento, conociste a algún joven apuesto? Porque después de todo lo que hiciste por el país podrás casarte con el hombre que quieras— La madre de Tzuyu parecía emocionada.

Y Sana por su parte solo intentaba aguantar la risa al recordar sus momentos con Tzuyu en el campamento.

—En realidad...— Tzuyu comenzó a hablar ganándose una mirada por parte de Sana —No estoy interesada en ningún hombre— Los ojos de Sana se abrieron en grande al escuchar a Tzuyu ser así de directa con sus padres —Y tampoco sé si pueda casarme porque las leyes aún no lo permiten.

—No estamos entendiendo— Su madre habló notablemente confundida.

—Yo quisiera casarme con Sana— Soltó sin más la más joven de la familia.

—Qué?— Preguntó su madre sin entender de qué hablaba su hija, pues no era común en el pueblo que dos personas del mismo sexo se amaran abiertamente.

—Me enamoré de ella mientras estuve en el campamento— Aclaró la joven taiwanesa abrazando la cintura de Sana, quien había quedado completamente muda y con las mejillas más rojas que un tomate.

—Yo... No sé qué decir sobre esto— Su madre parecía estar en shock.

—Yo estoy de acuerdo— Soltó el único hombre llamando la atención de su esposa —Sana es una muy buena chica y si Tzuyu la ama no le encuentro problema a que ellas decidan estar juntas.

—Bueno, si mi esposo está de acuerdo yo también lo estoy— Habló la mujer mayor —Pero... Eso significa que ya no podré tener nietos?— Su voz pareció apagarse, pues era su sueño ser abuela.

—No tiene porqué ser así, el rey dijo que podíamos pedirle lo que quisiéramos y hay demasiados niños en el pueblo que necesitan una familia— Sana sonrió ante la idea de su chica, pues ella sabía lo difícil que podía ser la vida de un huérfano.

Y su madre también estuvo de acuerdo ante aquella idea, Tzuyu realmente tenía un corazón muy grande y si había elegido amar a Sana ella igual iba a amarla como a una hija más.

Ahora Sana era parte de la familia, y tal como Tzuyu aseguró, el rey les concedió unirse en matrimonio y tener la facilidad de adoptar un hijo en el futuro.

Una vida llena de felicidad y esperanza era todo lo que Sana y Tzuyu tenían por delante y gracias al amor que sentían sabían que solo la muerte podría separarlas, porque con la bendición de sus padres y del rey ya no había nada que pudiera interponerse entre ellas.




A/N
Fin, espero que les haya gustado :)

REAL YOU || SATZUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora