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Un mes en prisión y seguía vivo. Es que era un tipo duro. Uno de los machos de pelo en pecho y barba de leñador. Deberían darle una medalla de honor por su valentía y....

—¡No, Gemini! ¡Me duele! —gritó, un poco más agudo de lo que le hubiese gustado.

Su dueño tenía una mueca ácida en el rostro y quizá no era para menos. Porque la situación no era de lo más agradable. Ahí estaban, en la celda de ambos en vez de estar comiendo el almuerzo.

El paño húmedo que Gemini presionaba contra la mejilla golpeada de Fourth, en un intento por bajar la hinchazón, comenzaba a entibiarse debido al calor que emanaba de la zona lastimada.

—Puto maricón. Mira que chillar por un golpe.

—Pero duele —se defendió.

—A ver si así aprendes a no meterte en peleas que no te conciernen.

Y quizá, solo quizá Gemini tenía razón. Porque Fourth en definitiva no debería haber actuado como un súper héroe he intentado detener una pelea entre dos de los chicos con los que se sentaba a comer. Simplemente fue mayor a él. Cuando los vio tirándose el pelo y gritando como dos locos dementes, saltó para separarlos y a cambio obtuvo un empujón que lo hizo trastabillar con los pies y golpearse el rostro con la esquina de una mesa.

—Solo quería ayudar —gimoteó por el dolor punzante.

—Ayuda a tu culo a permanecer apartado de los problemas, mamón.

—Ugh.

Algunas veces, siempre, Gemini podía ser realmente desagradable.

—Ya. Me aburrí de jugar al doctor. —Soltó sobre los muslos de Fourth el paño que había estado presionando sobre la mejilla de este y se colocó de pie, caminando hasta el corroído lavamanos.

—Me duele —refunfuñó con un puchero a punto de formarse en sus labios. Presionando el paño sobre su propia mejilla lastimada—. Y ahora luzco feo.

Gemini lo vio a través del reflejo del espejo, presionando la punta de su lengua en la comisura izquierda de su boca.

—Joder, mamón. ¿Acaso te estás poniendo todo maricón para que te diga lo lindo que luces? Porque no, corderito. Luces como la mierda.

—Gracias. —Rodó los ojos.

Gemini enjuagó sus manos y volteó para ver a Fourth.

—En realidad, no lo entiendo. Te digo que no te metas en problemas y lo haces. Ni siquiera sé si debo protegerte, con lo que te gusta andar causando conflictos.

Fourth bajó la mirada. El paso de aire se le cerró y se atragantó con una bocanada de aire.

—No lo hago —respondió de inmediato—. No, yo... No, Gemini.

—Ya. ¿No lo haces? ¿Y qué es eso en tu mejilla entonces?

—Lo siento. —Fourth quizá solo quería ser valiente.

—Da igual. No espero nada de ti. —Se encogió de hombros y tomó sus guantes de entrenamiento—. Me voy a entrenar.

Fourth levantó el rostro, sus bonitas y largas pestañas agitándose quedamente. Gemini se estaba colocando los guantes, con la mirada fija en Fourth.

—Pu-puedo... —Tragó saliva—. ¿Puedo ir contigo?

—No.

—B-bien, sí. De acuerdo.

—Si tú vienes, no me concentro.

Dios. ¿Cómo Gemini podía soltar cosas así de la nada? ¿No entendía cuan perjudicial era para el frágil equilibrio emocional de Fourth que este escuchar algo así?

"P" geminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora