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Ford caminaba hacia su celda. Llevaba una carga de ropa nueva en los brazos; cortesía de Reynolds. Una sonrisa perlada le surcaba la boca y en realidad sí, estaba feliz.

Era una maldita perra feliz. Las cosas en North Collan marchaban bien y él en particular, estaba agradecido de la calma que había en aquella fúnebre penitenciaría desde que Reynolds asumió el control del Under.

Nunca imaginó que estaría dentro de ese lugar tanto tiempo; que decidiría quedarse ahí. Mucho menos por amor; pero ya le daba igual. Estaba en North Collan por Mark, eso no era un secreto.

Decir que su padre estaba enfurecido con él por querer permanecer ahí era decir lo menos. Su madre... De su madre ni siquiera había tenido noticias y eso era en realidad lo único que le generaba cierta angustia. Ella era una mujer de salud delicada y por más que intentara obtener algo de información sobre el estado de ella, todo era en vano.

Esas eran las consecuencias de su decisión, una que continuamente se cuestionaba. ¿Realmente valía la pena quedarse en North Collan por un hombre que le era infiel la mayor parte del tiempo? La respuesta era no, bajo ningún motivo Mark lo valía. El problema real era que a Ford, no le importaba.

Sin embargo, él sabía que en algún momento debería dimitir de su amor por el moreno y salir de North Collan. Sabía que había un mundo fuera esperando por él; un mundo que no le permitiría tener un romance de cuentos de hadas.

Como único sucesor de su padre, había un imperio anhelándolo; un imperio donde el amor era un talón de Aquiles. Solo que Ford prefería negar la realidad y pensar que él y Mark vivirían juntos para siempre.

Llegó a la celda y su sonrisa cayó cuando vio a Mark de pie, abrochándose el pantalón. Otro hombre se encontraba en la cama, luciéndose exactamente como alguien que acababa de ser follado.

El pecho de Ford se encogió, sus manos temblaron y la respiración comenzó a dificultársele. Nunca comprendería por qué Mark hacía eso, por qué le era infiel.

—Rubia... —susurró con cuidado Mark, intentando acercarse a Ford, quien a su vez retrocedió.

—No —respondió tajante. No quería explicaciones; las había dejado de necesitar mucho tiempo atrás—. Estoy cansado de esta mierda. — Bajó la mirada y soltó la ropa en el suelo—. ...Estoy tan cansado.

—Fo... bebé. —Mark le dio una mirada al chico que se encontraba en la cama luciendo aterrado, exigiéndole sin palabas que se largara de ahí. El que hubo sido su amante pocos minutos antes no demoró en marcharse, dejándolos solos—. Sé que la jodí pero...

—¿Sabes qué es lo peor? Que cada día me cuesta más ignorar lo que haces. —Sonrió, volviendo su mirada a Mark—. No sé por qué quieres que deje de amarte, pero créeme, yo también quiero hacerlo...

Mark negó con la cabeza y pasó por el lado del rubio, golpeándolo ligeramente con el hombro antes de salir de la celda. Las peleas ya no eran como antes, Ford ya no le gritaba que dejara de ser infiel; ya no había rabia, solo decepción.

¿Por qué Mark intentaba alejarlo? ¿No quería que Ford lo amara?

Ojalá fuera tan fácil, ojalá Ford pudiera controlar la manera en que se sentía por Mark; pero no lo hacía.

Sus sentimientos eran persistentes y caprichosos, mientras más intentaba dejar de amar al moreno, más lo necesitaba. Una dependencia enfermiza que tarde o temprano iba a terminar destruyéndolo.

Ford miró la cama con asco, inclinándose hacia adelante para sacar las sábanas con sus dedos. Las arrancó de un tirón y salió de su celda, donde lanzó la ropa de cama con un grito ahogado en su garganta. No duró ni tres segundos en el suelo cuando un reo pasó por ahí y las tomó, sonriendo agradecido a Ford, quien bufó y se adentró nuevamente a su mazmorra.

"P" geminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora