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Fourth estaba sonriendo. La aspereza del filtro de su cigarrillo acariciaba el borde de sus labios mientras le daba una profunda calada. A poca distancia Gemini reclamaba y gruñía fastidiado porque su viejo y decadente saco de boxeo finalmente había terminado por romperse del todo.

—Seguro ahora usará tu culo para practicar —se burló Noah ganándose una risita baja en respuesta.

Mark intentaba tranquilizar a Gemini. Explicarle que había dos sacos más de boxeo y que podía seguir usando otro. Sin embargo, no. Su dueño parecía tener una pequeña ligadura emocional a ese bulto de cuero azul y arena que se encontraba en el suelo.

—¡No quiero otro! —gritó encolerizado.

Fourth rodó los ojos y botó el humo por la boca. Gemini era alguien bastante caprichoso y cuando su poca paciencia se sumaba, el resultado no era muy agradable.

—¿Qué le pasó al cavernícola de tu novio? —preguntó Ford llegando al lado de Fourth.

Tenía un pómulo hinchado y teñido de matices rojizos. Fourth frunció el ceño y recordó la escena del desayuno donde Ford se peleó con uno de los chicos de la mesa por una estupidez.

Sí, estupidez. Ya que definitivamente no era algo muy importante quien tuviera el cabello más rubio y, sin embargo, Ford había reaccionado bastante mal cuando el otro chico le dijo que solamente era "un mal teñido". Un espectáculo digno para comenzar el día. Con Gemini celebrando la "pelea de gatas" como lo había gritado a todo pulmón y con Mark vitoreando a Ford, "rubia loca, te amo."

—Rompió su saco de boxeo —respondió Fourth con voz traviesa—. Y ahora está como yegua en celo.

—Hombres —se burló el rubio tomando el cigarrillo de los labios de Fourth.

El castaño se encontraba sentado en aquella banca donde siempre se sentaban para ver a los chicos entrenar. Si aquello fuera una mala comedia norteamericana, serían algo así como las porristas, pero Fourth no tenía pompones ni falda, solamente un desgastado chándal y una camiseta dos tallas más grandes que tenía el aroma de Gemini. Tampoco animaba, ni siquiera le dirigía la palabra y aun así, a Gemini parecía gustarle verlo ahí. No lo decía, pero Fourth podía ver atisbos de sonrisas en el rostro de su dueño cada vez que él aparecía por la puerta para quedarse horas sentado, sin hacer nada más que fumar y ver a Gemini lanzar golpes.

—Oye Fou, ¿cómo está Jack?

—Mejor. En unos días saldrá de la unidad médica.

—Genial.

Nadie dijo nada más al respecto. No querían recordar el suceso del día anterior cuando Jack fue pillado en las regaderas, abusado y golpeado. Era el único del grupo que no tenía a alguien que velara por su seguridad y lo marcara como propio, dando la oportunidad a los abusivos para hacer y deshacer con él.

—Mira quién viene. —Señaló Noah a la entrada. Javier se encontraba ahí, con sus ojos de cachorro en busca de Gemini—. ¿Todavía piensa que Gemini lo protege?

Fourth se encogió de hombros. Como Gemini lo había defendido una vez, y debido a que el chico prácticamente vivía pisándole los talones, al parecer se había generado un pensamiento colectivo de que el chico era un protegido del emperador.

Preferiría que no fuera gracias a Gemini que el trasero de Javier estuviese a salvo, pero tampoco iba a desmentir tales rumores... Su conciencia no lo dejaría dormir si llegaba a hacerlo. Quizá estaba siendo tramoyista, fingiendo actuar por el bien de alguien más cuando lo único que quería era no sentir culpa. No le importaba.

Vio al chico caminar hasta Gemini y para su grata sorpresa, su dueño lo miró en el acto. Gemini pasó saliva y le dio un sorbo a una botella de agua que reposaba en el suelo; Fourth tuvo que apretar los labios para que estos no se curvaran en una sonrisita triunfal. En su lugar, sacó el cigarrillo de sus labios y sin quitar la vista de Gemini, llevó su dedo corazón a su boca. Lo introdujo en sus rosados y tiernos labios de manera mundana; succionando con mejillas ahuecadas. Un pequeño recordatorio de lo ocurrido.

"P" geminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora