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Fourth se encontraba apoyado en el marco de la ventana de la unidad médica. Con un cigarrillo entre sus dedos y una expresión de cansancio, que seguramente tenía algo que ver con los muchos miserables heridos que había atendido ese día.

El personal de turno le había pedido que se quedara a cargo por algunos minutos mientras iban por algo de comer y café. Fourth no pudo reusarse cuando le prometieron una taza de aquel brebaje marrón amargo.

Vio hacía abajo, a los guardias de la prisión que parecían personas pequeñas. Cargando los cadáveres de los caídos entre las paredes de North Collan. Aquella deprimente escena hizo que se le dificultara pasar el aire por su garganta.

Recordaba su plática con José, el novio de Noah. Como de su propia boca salió la horrible veracidad de que North Collan solo era una de las tantas prisiones abandonadas y sin ley aparente. Quienes tenían suerte podían pedir su traslado a aquellos reformatorios donde el cumplimiento del orden era indispensable; sin embargo, pocos lo hacían. Acostumbrados al salvajismo y a la ley del más fuerte, no eran muchos quienes estaban dispuestos a cambiar de ambiente. Fourth se hubiera burlado en el rostro de José, de no haber sido porque él mismo formaba parte de esos que no estaban dispuestos a dejar North Collan por otro recinto, sin importar cuan bueno fuese.

—¿Cansado, vago?

Giró su rostro y vio a Gemini y Norman. Le dio una calada a su cigarrillo y lo apagó contra el suelo, ya que de normas sanitarias no había muchos protocolos vigentes.

—¿Qué mierda pasó hoy? Tuvimos unos diez heridos de gravedad. Tuve que lidiar con toda su porquería, Gemini.

Con sus brazos cruzados y el viento acariciándole la nuca, se quedó en su lugar. No estaba de buen humor, sabía que Gemini algo había tenido que ver y no le gustaba.

—Traficantes y sus peleas de territorio. Sabes que no los soporto. — Fourth llevó sus ojos al techo y suspiró—. Además, no entiendo tu maldito problema. No es tu obligación estar aquí

—Soy médico —intentó justificarse.

Aquel era un tema sensible para Gemini. Oh su egoísta, muy egoísta dueño. Nunca iba a comprender la vocación de Fourth ni como ejercer esa labor era lo único que mantenía de su vida fuera de prisión. Su cable a tierra...

—Y una mierda. Estás aquí porque quieres, así que no me vengas con tus quejas de nena maricona.

—Ya está. No pienso seguir escuchándote lanzar tanta basura. Cuando dejes de ser un gilipollas, búscame. —Fourth intentó pasar por el lado de Gemini, sin embargo, Norman se colocó delante de él. Con una expresión firme y seca que lo hizo sentir pequeño—. ...Gemini.

—No he dicho que puedes irte.

—¿Y para que quieres que me quede? ¿Para seguir insultando mi trabajo? —El mayor tensó su postura estoica y erguida. Tomó a Fourth con aquella fiereza que lo caracterizaba y le alzó el mentón con su mano—. Suéltame, Gemini.

Los ojos de Gemini se enfrentaban con los de Fourth en una batalla de amantes que ambos habían aprendido a lidiar. El agarre de Gemini era castigador y tosco, con sus dedos enterrándose en la frágil contextura de Fourth.

—¿Me estás dando una orden, bastardo altanero?

—No, pero me estás lastimando... Y duele. —Fourth supo que la situación iba por mal camino cuando Gemini lo soltó, ladeando aquella sonrisa que precedía al caos—. Ge-Gemini, yo...

—Norman —lo interrumpió—. Necesito que hagas algo por mí. Al parecer, mi corderito está molesto porque llené su santuario con sucias ratas.

—Gemini...

"P" geminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora