11. Ausencia

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Lan Qiren ya había perdido la noción del tiempo, después de reponerse de aquella recaída busco en la habitación por alguna pista, pero no había nada, solo ropa, prendas nuevas y suaves, tampoco había algún patrón distintivo de algún reino, ni siquiera los colores, todo era tan vano.

No había tampoco alguna ventana que dejara ver dónde se encontraba o que hora del día era. Pero aquel hombre entraba periódicamente a la habitación, con charolas de comida que simplemente dejaba sobre una mesa que estaba firmemente pegada al suelo.

Qiren no era tonto, sabía que si dejaba de lado sus necesidades básicas, entonces no tendría oportunidad alguna de escapar, así que, obedientemente comía, no le dirigía palabra alguna al hombre que se quedaba hasta verlo comerse todo.

Una de esas noches en específico, cuando una taza de té descansaba sobre la mesa, finalmente ese hombre se dignó a hablar primero.

–Qiren... Te has portado muy bien últimamente, esta noche te daré un regalo.

La voz melosa del hombre le hizo tener escalofríos, no quería nada viniendo de él, no quería regalos o siquiera ese estúpido té, pero tampoco quería ser atado de nuevo, y tenía miedo de que, si dejaba de comer de la nada volviera a ser encadenado.

Tomo la taza y dio pequeños sorbos mientras veía al hombre, aún usaba su apariencia, pero poco a poco estaba cambiando, ya que ahora el cabello ajeno tenía algunos mechones cafés y sus ojos estaban adquiriendo un toque dorado.

Cuando terminó con su té, su mano comenzó a temblar, su ceño se frunció ligeramente mientras sentía como todo le daba vueltas. Levantó su mirada hacia el techo, sintiendo que todo daba vueltas, perdiéndose en espirales.

–¿Qué...?

Trato de levantarse, pero lo único que logro fue caer de rodillas, su cuerpo tembló ligeramente mientras intentaba arrastrarse mejor de aquel lugar.

–Es inútil que intentes escapar.

Hablo aquel hombre mientras se levantaba de su sitio, camino hacia el Lan sujetándolo por los cabellos y tirando de estos.

–Te dije que te daría un regalo.

La mente de Qiren estaba aturdida, no podía moverse, su cuerpo estaba adormecido, por lo que no pudo defenderse cuando el contrario lo alzó.

Pronto su cuerpo tocó la cama, su consciente se estaba durmiendo poco a poco, fue lastimado, y tomado por la fuerza, por más que intento moverse o gritar nada funcionaba.

Su cuerpo fue usado, dejándole un gran dolor, con marcas que lo hicieron sentir asqueroso a la mañana siguiente. El más mínimo movimiento le hacía sentir un dolor agudo, tan intenso que lo hacía sentir horrible.

Ese día no hubo señales de aquel tipo. Pero su marca ahora vivía en él.

[…]

Wen RuoHan estaba desesperado. Había pasado una semana desde que el Lan había desaparecido y aún no tenían rastro de él, durante esa semana un par de pueblos fueron quemados hasta las cenizas a manos de Wen Zhuliu.

Ese día se encontraba en la oficina del heredero Lan, estaba dando vueltas de un lado a otro mientras esperaban a Fengmian y ChangZe, estos dos tampoco estaban tan bien. Habían peleado más veces que nunca y su relación parecía ir decayendo con cada día que pasaba.

Cuando al fin esos dos entraron tomaron asiento, ninguno de los dos se dedicó palabra alguna, ni siquiera una mirada, pero poco le importó.

–¿Tienes noticias de Qiren?

ChangZe hablo con cierta impaciencia, había tenido algunos problemas con el Jiang debido a su culpa, y es que no podía pensar en besarlo o siquiera hacer otra cosa, cada que el Jiang quería iniciar algo, el Wei tenía que frenarlo.

El sol del elemento lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora