6. El fuego del festival

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—Arreglaré una cama en el suelo.

Wei Changze busco en el baúl por más cobijas y sacó algunas para acomodar lo que sería su cama. Era muy rápido en esas cosas, así que en cuestión de segundos ya tenía una cama y una almohada improvisada en el suelo de la habitación. Qiren miró asombrado la rapidez con la que Changze logró acomodar la cama tan rápido.

—Me bañaré, no quiero resfriarme por el frío de Caiyi.

Changze abrió la puerta de la habitación cuando recibió un asentimiento como respuesta. Pero antes de que pudiera salir del todo, un mesero le entregó una tetera con dos tazas.

—Gracias.

Respondió Changze antes de dejar la bandeja en la mesa.

—¿Podrías traerme una toalla? ¿Hay agua caliente?

El mesero respondió a ambas preguntas con una afirmación y se fue de inmediato.

—Si te resfriás, bien merecido lo tienes.

Musitó una vez que se quedaron a solas de nuevo. Se sentó a la mesa y sirvió el té con cuidado. Le entregó una taza al Wei y mantuvo la otra en sus manos. Changze recibió la taza con cierta cautela y ojos afilados. Entendía que tenía cierta culpa en toda la situación, pero no merecía los malos deseos.

—¿Seguro que no quieres ir a dormir con Fengmian?

Qiren miro al Wei con curiosidad, esperaba que este cambiara de opinión y le dejara pasar la noche con Ruohan.

—¿Por qué querría ir a dormir con Fengmian?. Lo he hecho algunas veces de niños. Tiende a roncar y moverse por toda la cama. Es incómodo.

La voz del Wei bajó a medida que hablaba. Era incómodo y tan esperanzador. Quería volver a aquel tiempo donde los toques ocasionales y pijamadas no eran mal vistas.

—Solo creí que no desaprovecharías esa oportunidad.

Qiren musitó con cierta diversión ante lo dicho por el mayor. Changze decidió ignorarlo y bajó la mirada a la taza; de ella no salía el vapor usual del té. Olfateó la taza y luego probó. No era té.

—Qiren. ¡Ten cuidado!.

Changze subió la vista para encontrarse con que el Lan estaba a punto de acabarse la primera taza.

—No tomes más.

Apartó la taza de las manos contrarias pero ya era tarde.

Qiren hizo una mueca por el sabor de aquel té. Definitivamente no era de durazno. Aquel líquido quemó en su garganta. Miró al Wei por unos segundos, pues su vista se tornó borrosa. Llevó una de sus manos a su cabeza y antes de poder hacer más, su cuerpo cayó al suelo de costado. Aquel té sabía horrible. Era asqueroso.

–¡Qiren!

Changze gritó antes de abalanzar su cuerpo hacia el Lan para evitar que se lastimara al caer al suelo.

–¿Estás bien?

El Wei se deslizó debajo del cuerpo del Lan para recostar aquella cabeza confundida sobre su pecho. Dejó pequeñas caricias en el cabello ajeno.

—Necesitas agua, recuéstate.

El fiel sirviente cargó el cuerpo del príncipe Lan hasta su cama improvisada al ras del suelo y dejó al cuerpo recostarse.

Qiren soltó un pequeño quejido al escuchar la voz del mayor tan alta. El movimiento del corto recorrido fue suficiente para marearlo y obligarlo a aferrarse al Wei el tiempo que estuvo en sus brazos.

El sol del elemento lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora