CAPÍTULO 1-17: Ella

3 0 0
                                    

El sonido de niños jugando a lo lejos nos hizo girar la cabeza a la vez, en dirección al parque infantil.

Me hizo algunas preguntas típicas sobre mi colegio, mi familia, cómo acabé en esta universidad... Pero luego volvimos a quedarnos en silencio.

— No sé cómo se supone que debo hacer esto. ¿Tengo que seguir haciéndote preguntas, tipo entrevista?

Dirigí mi mirada hacia él. Levanté las cejas en signo evidente de no creerme nada de lo que había dicho y me acomodé en el respaldo de la silla, cruzándose de brazos. Básicamente me estaba interrogando. ¿Qué más quedaba por contar?

— Cuéntame más. — ironicé.

— ¿Qué?

— Que es lo que estás haciendo. Preguntando.

— Bueno, pero ¿cómo sigo?

— ¿Me estas preguntando, a mí, ¿cómo ligar?

En ese mismo instante me di cuenta de lo que había salido por mi boca.

— ¿quién ha dicho que estaba ligando?

Mi rostro tuvo que pasar por todas las tonalidades rojas habidas y por haber, porque notaba mis orejas a punto de incendiarse.

— Es eso o decir que intentas saber de mí para secuestrarme, matarme o pedir un rescate a mis padres. — intenté mantener la compostura ante tal metida de pata hasta el fondo.

— Bueno, primero pediría el rescate antes de matarme.

Se recostó esta vez él en el respaldo de la silla y cruzó las manos sobre su barriga.

Su voz sonó seca y cortante. Como si lo dijera de verdad. Estaba bromeando, ¿verdad?

— Podría salir corriendo ahora y ni te darías cuenta. Corro mucho. — Lo estaba diciendo en serio.

— Podrías.

— O podría contarte la verdad y decir que he mentido sobre todo lo que te he dicho. Podría ser que no fuera quien te he dicho que soy.

Clavó su mirada en mí intentando encontrar algo, un atisbo de si mentía. Me respiración empezó a acelerarse, no sabría decir si por sus ojos o por la conversación.

De repente los pájaros a nuestro alrededor salieron volaron con gran estruendo, asustándome. Él parpadeó, como saliendo de un trance y miró a ambos lados.

— ¿Qué busc..

En un movimiento rápido me cogió de la mano, rodeó la mesa y tiró de mí.

— Sé que no mientes, pero me quedaré así por si intentas salir corriendo.

Seguro, estoy segurísima de que tuve que ponerme muy colorada y que mis manos empezaron a sudar y a temblar, pero a él no pareció importarle. Hice ademán de soltarme, pero él era fuerte.

— Por si acaso. — y levantó nuestras manos. Supongo que mi cara desencajada por lo que acababa de ocurrir hizo que cambiara de opinión. — Acabaré con la broma porque parece que te va a dar un jamacuco.

Aytor cogió el asa superior de mi mochila sin mucho esfuerzo.

— Va, vamos a dar un paseo, ¿te parece?

Mi voz tembló cuando contesté.

— Si después de decirte mi nombre completo no te has marchado, es que eres alguien de fiar.

Gesticuló con su mano libre como si lo escribiera en el aire y le faltara espacio. Luego se dirigió a mí y esperó una respuesta.

— ¿Qué? — quise saber.

— ¿No lo ves?

— No... ¿debería verlo?

Crónicas Guerreras: Another Sunny DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora