Capítulo 1-3: Ella

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No podía quitarme al chico de la cabeza.

Aytor.

Tan sólo con su nombre sentía una corriente cálida y fría que me atravesaba de pies a cabeza y el pavor de la primera que vez que lo vi, ahí seguía.

Estas semanas teníamos bastantes clases comunes. Hoy en la de psicología inicial, teníamos que hacer un esbozo que expresara nuestros pensamientos justo en el momento de la clase. Los demás tenían que saber qué era lo que querías expresar. Yo no sabía lo que sentía así que empecé a pintar colores por doquier y Sophie se extrañó de ello.

— No tengo ni la menor idea de lo que quieres expresar.

Levanté los hombros contestándole "Yo tampoco".

No lo entendía. ¿Es que el chico era tan guapo como para que no dejara de pensar en él?

No.

No era eso.

Era el hecho de que conocía a ese chico. De algo. Seguro. Mi enorme curiosidad no me dejaría tranquila hasta conseguir respuestas sumándole mi cierta tendencia al control provocando que se me nublara el entendimiento.

¿Y si me había enamorado a primera vista?

¿Yo,? ¿Pillada de alguien sólo con verle de lejos?

¿Y si es miedo? Miedo a enamorarme, a que me hirieran y que me rompieran el corazón. Eso también podía ser.

— Dios mío, Sam, oigo cómo piensas desde aquí. Te está saliendo humo de las orejas.

Giré mi rostro ante una Jessica con el ceño fruncido.

— No consigues quitártelo de la cabeza, ¿verdad? — susurró Jessica en un murmullo.

— ¿Cómo sabes qué estoy pensando?

Miré a Jessica. Ella miró a Sophie.

— Hombre, no sé, mira. — señaló mi papel, todo lleno de garabatos sin sentido. Salvo la A. La letra A por todas partes.

— No pierdas el tiempo. Eres demasiado buena para él. — me asombró que Jessica hablara de esa manera. Era más típico de Sophie o de Cass. Habló como si se preocupara de verdad. Ella era más de vivir el momento, de no preocuparse de más. —Tú ahora diviértete. Hay más peces en el mar. — y... Ahí estaba Jessica de vuelta.

— Y lo dice quien lleva años detrás de Jimm y que besa el suelo por el que anda.

Se hizo la ofendida, tocándose el corazón y tapándose la boca. Luego intentó disimular una risa haciendo un mohín.

Acabaron las clases y les dije que tenía prisa en irme, que hoy no iría al bar de una universidad. No era mentira, tenía prisa en dejar de pensar en hoy.

Es decir, todo el mundo se encapricha. Si es eso, es sólo cuestión de horas o como máximo uno o dos días y se iría de mi mente. Pero lo que más me preocupaba era la sensación de terror que recorrió mi cuerpo al verle y que mis mejores amigas me dijeran que sintieron lo mismo. Todo eso me dejó un regusto amargo.

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Al pasar los días, esa obsesión se convirtió en una mosca detrás de la oreja. Siempre recordando algo que no recordaba. Siempre ahí.

— ¿Ir al centro comercial? Bueno estaría bien, no tengo ningún plan para esta tarde. — contesté a Cass por teléfono mirando al techo, mientras movía mis pies delante de mis ojos, haciendo estiramientos. Quedarme en casa no era una opción. Ir al piso de Sophie tampoco. Tenía que salir y distraerme.

Crónicas Guerreras: Another Sunny DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora