BIENVENIDO

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Está sensación que siento es espectacular. Más que espectacular es muy placentera. Demasiado.

Hace días que quería sentir esto.

El movimiento de sus caderas no paran y siento como su pene choca fuertemente dentro de mí.

Sus gruñidos que salen de su boca mientras me penetra me excitan demasiado que quiero que me destroce más.

El rechinamiento de la cama que no para por sus duros movimientos hace que me aloque más de lo normal y solo pida a gritos a que siguiera así, como un loco dominante.

-Te gusta, nena. ¿Te gusta como te la estoy metiendo?

Oh, Dios. ¿Acaso este hombre me quiere dejar sin caminar?

-¡Sí! Me encanta.

La posición en la que me encuentro hace que mi cabeza no razone bien y esté en blanco, y lo único que hago es morder mi labio inferior al sentir su miembro palpitar dentro de mí. Este es el paraíso.

Necesito que se venga ya.

-No, nena. Todavía no. -lo escucho decir cómo si estuviera leyendo mis propios pensamientos, sintiendo como de la nada lo saca y lo mete jugando con las ganas que tengo de que siga, pero el maldito me voltea rápidamente dejándome con este sufrimiento en mi interior-. Me gusta verte así, con esas ganas de querer más de mí. Lastima que tendrás que esperar. -escucho como da una sonrisa maliciosa a lo cual no me parece divertido.

-No me puedes hacer esto, no cuando ya estoy a punto de venirme, Leonid.

Muevo mis caderas con la insistencia en que lo meta pero en vez de eso siento el choque de su pene con mi vagina que lo golpea varias veces y que me hace estremecer por el roce que él está haciendo intencionalmente conmigo.

-¿Quieres que lo meta nuevamente?

-Si...

-Ruega, quiero que ruegues, Alina. -ordena y le hago caso.

-Por favor... hazlo. -lo miro con cara de súplica y siento como la cabeza de su miembro lo posiciona en mi entrada y lo mete de una sola estocada que gimo por lo rápido que entró.

Dios, este hombre me quiere matar.

Junto mis piernas alrededor de sus caderas para que no se despegue de mí y siga con esos movimientos que me vuelven loca que lo único que hago es gemir por lo fuerte que me está dando.

La capa de sudor que aparece nuevamente no es impedimento para seguir y me voltee quedando encima de él sintiendo como su miembro está más profundo en esta posición llegando a ese punto G que necesitaba tanto.

-M-Mierda. -lo escucho decir que me empiezo a mover de a pocos para ir luego con más rapidez-. Oh, nena.

Sonrío al ver como abre su boca en una O por mis alocados movimientos que hago, percibiendo como sus manos van directamente a mis caderas para tener toda la disposición de mi y así poder empezar a penetrarme logrando el choque de su pelvis contra el mío.

El ruido que hacemos con nuestros cuerpos se escucha fuertemente en toda la habitación que comienzo a cabalgarlo como si fuera mi puto caballo, sintiendo ese rebote de mis senos delante de él dándole un espectáculo que no deja de mirar.

Sus manos empiezan a recorrer mi espalda para luego llegar a mi trasero que masajea y aprieta con muchas ganas que siento como me nalguea y de unos leves gritos de placer y dolor por lo que hizo.

Posiciono mis manos en su pecho para poder sostenerme de las fuertes estocadas que me da y que sé que me dejaran derrotada. Me arrastra junto a él para acomodarse mejor y recostar su espalda en la cabecera de la cama para tener más acceso a mis senos que chupa y muerde como un desquiciado haciendo que mueva mi cabeza hacia atrás por la excitación que estoy experimentando cada vez más.

La intensidad cada vez sube más que mis labios vaginales están más mojados de lo normal que comienzo a sentir esa adrenalina en la sangre que me hace temblar y explotar ese éxtasis que quería expulsar junto a él.

Lo beso tan apasionadamente que solo su boca es lo que me importa que al terminar el largo beso nuestras respiraciones se mezclan con las de él, que al mirarlo comienzo a recordar las diferentes posiciones que se le ocurrieron el día de hoy y me sonroje nuevamente y me aleje para que no me mire haciéndome a un lado de él observando nuestra habitación.

-¿Qué pasa por qué te alejaste?

-P-Por nada.

-¿Nada? -se acerca y me observa sonriendo por lo que ya entendió porque me aleje-. ¿Qué paso por esa cabecita, Alina?

-No pasó nada. -contesto rápidamente para que no me mire más pero Leonid empieza a reírse-. ¿Por qué te ríes? Lo que estoy pensando no debería darte risa .

-Acaso te gustó lo que te hice, pequeña masoquista.

No contesto nada que solo lo miro.

-A veces me olvido de que eres un psicólogo y lees la mente de los demás.

-No sabia que mi profesión se dedicara a leer las mentes. -ríe nuevamente que me enfado y le doy la espalda-. Creo que voy a estar concurriendo con más viajes.

-¿Qué? -volteo quedando solo a unos milímetros de su rostro atenta a lo que va a decir.

Hace dos semanas que se fue de la ciudad y justo hoy volvió por la mañana y ya se quiere ir. Ya se que su trabajo es su trabajo pero... Yo quería pasar más tiempo con él.

-Pero, ¿Por qué?

-Porque recibiría lo que me has dado hoy. -dice mirando mi cuerpo hasta llegar a mis ojos.

Con aquellas palabras y esa mirada me hizo entender que el sexo que hemos tenido hoy fue uno de los tantos que le gustó, y me hacen poner roja con solo imaginarlo.

-Me gustas cuando te pones así, preciosa, pero más cuando estoy dentro de ti. ¿Quieres seguir con otra ronda? -dice hipnotizándome que solo asiento y empiece a besarlo nuevamente y que se hace más fugaz que me separo y me ponga encima de él.

-Si...

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