CONTROLADA

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Las vibraciones que siento en mi interior no me dejan concentrar que aprieto una parte de mi vestido en un puño evitando salir un gemido de mi boca y ver como el hombre que está a mi costado está comiendo tranquilamente y a la vez conversando con los invitados que invitó a este evento privado que es una cena que él mismo organizó por el éxito que tuvo la empresa que dirige, pero no imaginé que me iba a dar la orden de utilizar un vibrador para este momento.

Trato de tranquilizarme y beber un poco de vino y así mirar a los demás con una pequeña sonrisa, pero la mano de mi esposo empieza a descender por mi muslo que abro los ojos y lo mire de reojo a la intención que quiere llegar.

—¿Qué pasa cariño? ¿No te encuentras bien? —me susurra al oído para luego mirarme de forma ladina y sentir sus dedos llegando a mi intimidad.

—G-Giacomo —digo su nombre para que se detenga manteniendo la compostura— p-para, por favor.

—Creo que no se va a poder. —me susurra nuevamente y siento como el vibrador sube de intensidad que sujeto su brazo apretándolo para no poder gemir. Sin embargo, las vibraciones del pequeño aparato se hacen más mayor que me hacen remover del asiento.

Dios...

Cierro mis ojos al sentir como presiona más el vibrador que choca con mi clítoris experimentando más las vibraciones que no evito el pequeño gemido que sale de mi boca.

—Señora Marie, ¿se encuentra bien? —escucho a la voz de una mujer, quien al abrir mis ojos, veo que es la esposa del señor Lambert que llama la atención de su esposo y también de los demás al mencionarme.

¿Ahora que digo?

—Cariño, creo que la bebida no te hizo bien. —dice Giacomo que me salva la situación.

—Si... eso creo —respondo y miro a la señora que se nota que está preocupada—. Puede que vaya a tomar aire fresco.

—Claro, no se preocupe, uno cuando no está acostumbrado a beber le suele suceder.

Me levanto del asiento lo más rápido posible huyendo de ahí y dirigiéndome hacia al ascensor e ir directo al baño de la habitación que nos dieron en el hotel para sacarme el bendito vibrador que lo apago.

Tranquilizo mi respiración por unos largos minutos para luego acomodar el vestido largo que tengo puesto y así poder regresar donde están todos, pero me detengo cuando abro la puerta y me encuentro con la figura de mi esposo.

—Yo no te dije que te lo quitarás Marie.

Trago saliva al sentir ese poderío de dominación en sus ojos que me causa un estremecimiento en todo mi cuerpo. Sobre todo, en mis pezones que empiezan a notarse en la fina tela del vestido.

Me sujeta de mi mano apegándome a la pared que choca con mi espalda y que hago un leve quejido cuando lleva mis brazos con una sola mano encima de mí cabeza.

—¿Giacomo, qué haces? Nuestros invitados nos están esperando.
—intento zafarme de su agarre, pero es imposible ya que me presiona con su cuerpo.

—Que esperen. No me interesan en estos momentos —dice y me voltea quedando mi rostro contra la pared— Lo único que me interesa ahora es tenerte bajo mi control.

Su respiración en mi cuello me hace erizar la piel que hace que me excite más y sienta como desciende el cierre de mi vestido dejando besos a la parte descubierta de mi espalda. Apega su cuerpo de nuevo sintiendo el grosor de su miembro que roza para que lo pueda sentir.

—Mira cómo me pones. —Me susurra y me desliza el vestido hasta que cae al piso—. Voltéate.

Hago caso a su orden y me observa detenidamente que se relame los labios al ver como mis pezones están erectos esperando a ser tocados y chupados por él.

Sólo llevaba una tanga puesta.

—Arrodíllate

Miro cómo se desabrocha su pantalón y saca su miembro hinchado que lo masajea y a la vez lo masturba que me hace hipnotizar con solo observar cómo lo hace sin quitar la mirada en mí.

—Abre esa boca. —se acerca y mete su miembro en mi cavidad que empiezo a chupar de manera lenta.

Con mi lengua empiezo a rodear el glande y lamer de a pocos sin dejar de mirar su rostro que frunce por el placer que le estoy haciendo.
Saco y meto su miembro de mi boca y a la vez comienzo a masturbarlo con mi mano. Hago todos los movimientos con mi lengua mostrando el líquido preseminal que empieza a salir y así meterlo a mi boca nuevamente haciendo las maravillas para que explote.

Lo saco y lo meto para que vea como esos hilos quedan conectados con mis labios que sonrío y vuelva a lamer desde la parte baja de su pene hasta la cabeza sin dejar de tocar sus testículos.

Las venas de su longitud se notan que las siento cuando lamo y me hacen excitar que empiezo a sentir como mi vagina se está mojando más de lo que estuvo hace rato.

Sus manos sujetan mi cabeza que me hacen meter todo su grosor y atragantarme con sus fuertes penetradas y me hace escuchar los ruidos de mi boca con su pene que no me importa si me hace lagrimear y solo pensar en acabar lo que quiero conseguir.

Sus movimientos no me dejan respirar que siento que me voy a desmayar pero la palpitación de su pene me hace entender que está por venirse. Sin parar, el líquido se derrama dentro de mi boca que me lo saca y veo como su semen sale a luz.

Me levanta llevándome rápidamente al tocador que tiene un espejo que está colgado en la pared y me agacha sintiendo lo fría que está la madera.

No espera más y mete su pene en mí que formo una O en mis labios por lo fácil que entró empezando con suaves movimientos para luego sentir su agarre en mi cabello haciendo una coleta y poder penetrarme con más fuerza. Esos duros movimientos hacen que mis senos reboten.

Sin que se detenga levanta mi pierna sintiendo su pene cada vez más que gimo de manera fuerte.

—Mírate, pareces una necesitada, que le gusta que le hagan este tipo de cosas. —me hace mirar el espejo viendo mi reflejo junto al de él.

Gimo sin parar que me calla con besos que me hacen volar mis sentidos y pida más a que me penetre que llevo mi mano a mi vagina para masturbarme a la vez.

Giacomo está siendo una bestia conmigo que no le importa y continúe con sus duros movimientos que apega mi espalda con su pecho y siga penetrándome de manera más descontrolada que me hace llegar a mi límite explotando junto a él.

—Eso fue increíble —le digo besándolo.

—Más increíble va a ser cuando lleguemos a casa y sigamos. Porque a un no hemos terminado.

—¿Qué me va hacer, señor Olsen?

—Penetrarte hasta que no pueda más. —me dice observando mis labios— Ahora cámbiate que nos esperan.

—Si, señor. Estoy esperando con ansias estar en casa. —digo de manera obediente en su oído que me alejo con una sonrisa coqueta recogiendo el vestido y entrarme al cuarto de baño dejándolo sólo en la habitación.

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