¡Hola lectores! Espero y hayan esperado una nueva actualización :D
Dios... Este capítulo fue difícil de escribir, necesité demasiada imaginación para las reacciones del personaje.
Sinceramente nada del capítulo fue realmente planeado. Comúnmente siempre tengo una idea pero aquí se desarrolló todo al momento. Así que quizás se re-editara en algún momento(lo dudo jaja).☆ミ
En fin, no olviden comentar y dejar sus votos para que haya algo más de interacción(Gracias a las personitas que se toman el tiempo de comentar cosas bonitas <3).
Si tienen dudas las responderé, si son dudas que incluyen la trama del capítulo las responderé en la siguiente introducción :3
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Me encontraba en el baño, de pie frente al lavabo, dejando correr la fría agua mientras contemplaba fijamente mis manos. Algunos rasguños aún eran visibles desde esa pésima experiencia con el cojín del desierto hace más de una semana.
Dejé escapar un hondo suspiro, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Había venido a esta casa a pasar tiempo con mi viejo amigo, no para vivir este tipo de peligrosas y traumáticas situaciones.
Distraídamente, rasqué las pequeñas costras que se habían formado sobre los rasguños por simple picazón. Algunas se desprendieron, haciendo brotar diminutas gotas de sangre. Solté un leve quejido cuando el agua entró en contacto con las heridas, produciendo una punzada de ardor.
De repente, unos golpes en la puerta me sobresaltaron.
— ¡____! ¿Estás ahí? Necesito entrar. — Steven preguntó, su voz amortiguada tras la puerta.
— ¡Y-Ya casi termino! Espérame un momento... — Titubeé nervioso, apresurándome a lavar la sangre y secar mis manos.
Al abrir la puerta, ahí estaba él, dedicándome una de sus características sonrisas que iluminaba sus infantiles facciones.
Le devolví el gesto de forma automática, aunque por dentro aún sentía los nervios revolver mi estómago después de todo lo vivido últimamente. No quería demostrar debilidad, así que simplemente reprimí mis emociones.
— Todo tuyo. — Le dije con fingida naturalidad, apartándome para dejarlo pasar.
Steven se apresuró a entrar al baño, tarareando una pegadiza melodía, ajeno a mi inquisitiva mirada clavada en él. Aproveché esos instantes para observarlo mientras subía al banquillo y lavaba sus manos, tan despreocupado e ingenuo frente al constante peligro al que nos exponíamos cada día.
Me pregunto si realmente lograba reprimir esos miedos tan bien como aparentaba, o si simplemente disfrutaba genuinamente de esas riesgosas misiones mágicas... Era difícil saberlo con certeza.
