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2015.
Elena y Aryna eran solo dos chicas normales, asistían a la misma escuela y, casualmente, también compartían varias clases selectivas. Aunque Aryna era un año mayor que Elena, rápidamente formaron un vínculo fuerte. Se volvieron inseparables y a menudo pasaban tiempo juntos en casa de la otra o salían a comer con su amiga íntima y compañera de clase de la bielorrusa, Paula Badosa.
Su amistad fue sencilla y encontraron consuelo en la compañía de la otra. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, Elena comenzó a notar que sentimientos peculiares comenzaban a surgir dentro de ella. Se sorprendía inadvertidamente colmando a Aryna con una cantidad desbordante de cumplidos y no podía evitar mirarla cada vez que podía. Lena, como la llamaban sus amigos, no podía entender por qué sentía esta necesidad incontrolable de hacerlo.
Mientras tanto, Aryna, llena de gracia y encanto, empezó a ser cada vez más consciente de la admiración de Lena. Todo en ella despertó un fuego dentro que no había sentido antes. A la kazaja le encantaba su rostro, sus ojos, su fuerte mandíbula, su figura cautivadora, esas pecas que cubrían sus mejillas, su sonrisa, y sobre todo cuando la miraba: todos y cada uno de los aspectos de Aryna atrajeron a Elena como nunca antes. Sin embargo, le costó aceptar estas nuevas emociones.
Lena era muy consciente de la naturaleza conservadora de sus padres rusos y no estaba segura de si aceptarían sus sentimientos hacia una chica. Temiendo su posible decepción, Lena decidió enterrar su atracción y comenzó a salir con un chico de su clase, el popular y aparentemente perfecto Mikhail. Sin embargo, el peso de su secreto comenzó a afectarla enormemente, provocando que sus notas cayeran en picado. Elena simplemente no podía soportar la idea de la desaprobación de sus padres, por lo que ocultó su confusión interior detrás de una fachada de distracción y desapego.
A todo esto, Paula, observadora y perspicaz, no pudo evitar notar el drástico cambio en el comportamiento de Elena. Ella sintió que algo andaba mal, así que decidió contarle a Aryna lo que había percibido. Incredulidad y sorpresa se reflejaron en el rostro de Aryna, aunque ella misma empezaba a notar ciertos sentimientos especiales hacia Elena.
Mientras las mejores amigas estaban en el pasillo principal retirando del casillero el cual compartían los libros de la próxima clase, vieron llegar entrar al colegio a Elena y a su nuevo novio de la mano. Eran la pareja sensación del colegio. La bielorrusa no pudo contener sus celos, estaba 100% convencida de que Elena también sentía algo por ella, pero ahora que Lena parecía seguir adelante, Aryna sintió que su amistad se desvanecía. Lena se había vuelto distante, ya no era la misma compañera afectuosa que alguna vez fue.
No fue hasta que se les asignó un proyecto de arte juntas, elegido por su profesor, que sus caminos convergerían una vez más. Lena estaba muy preocupada y Aryna muy molesta. Acordaron frígidamente encontrarse en casa de Elena al día siguiente, sus emociones nublaban el ambiente con una tensión innegable.
Llegado el día, Aryna aprovechó la oportunidad para buscar respuestas a sus dudas. Una vez en el cuarto de la kazaja, se repartieron las consignas del trabajo para cada una hacerlas por su cuenta, pero así no es como estaban acostumbradas a trabajar.
-¿Qué está pasando entre nosotras, Yelena? -preguntó Aryna, con su típica honestidad directa.
Elena, sorprendida por la pregunta -y por que la llamó por su nombre completo- se encontró sin palabras durante unos segundos. Finalmente, decidió ser sincera.
-No sé exactamente qué siento, Aryna. Pero algo cambió dentro de mí cuando te conocí. Me gusta mucho estar con vos, pero estoy asustada de que eso me complique la vida.
Aryna la miró fijamente, sintiendo una mezcla de ilusión y frustración en su corazón. Paula tenía razón. Aunque ahora Elena estaba saliendo con un chico, Aryna sabía que eso no cambiaría lo que ella sentía por su amiga.
Mientras trabajaban lado a lado, el anhelo entre ellas se hizo palpable y sus emociones finalmente quedaron al descubierto. Cada latido resonó con fuerza en sus pechos a medida que gradualmente revelaban sus deseos y miedos ocultos.
-¿Te gustaría que deje de ser tu amiga? -preguntó Aryna, con las emociones a flor de piel.
-¡No, por supuesto que no! -exclamó Elena, con lágrimas en los ojos-. Lo que siento por vos es más fuerte que cualquier miedo. P-Pero no quiero defraudar a mis padres, y...
Aryna interrumpió a Elena con un beso inesperado y dulce. Sus labios se encontraron en un momento de pura conexión. Ambas chicas se miraron, sin saber si habían actuado correctamente.
Fue en ese momento, cuando sus miradas se encontraron, que Lena admitió sus verdaderos sentimientos por Aryna y le confesó la profundidad de su amor. Y a su vez, Aryna reveló su propio afecto, enmascarado por sus vacilantes intentos de ocultar sus propias emociones.
-No sé qué deparará el futuro, Lena, pero quiero que sepas que te quiero tal y como sos -dijo Aryna, con voz suave.
Elena sonrió, sintiendo cómo esa mochila que llevaba cargada por largo tiempo se levantaba de sus hombros. Al fin y al cabo, el amor era impredecible y no podía controlarse.
Aunque sus padres aún no conocían la verdad, Elena y Aryna se prometieron apoyarse mutuamente, seguras de que el amor era más fuerte que cualquier temor. Juntas, se enfrentaron al mundo con valor y descubrieron que el amor verdadero no podía ser negado ni ignorado.
Y mientras se sentaban en el banco del patio de su escuela, con los dedos entrelazados, sabían que su amor trascendería para siempre los límites establecidos por la sociedad.
