06. 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗲𝗹 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼 𝗻𝗼 𝗯𝗼𝗿𝗿𝗮 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼𝘀 (𝟮/?)

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2016. 8 años después.

—Todavía me acuerdo cuando fuiste a ese mismo coro, hija —dijo Andrei mientras desayunaban kasha y veían por televisión a los chicos cantando el coro que su hija había cantado hace muchos años atrás.

—Sí, papá, ya pasaron como 8 años —se quejó Lena. Se levantó de la mesa para poner su plato en el lavabo, lista para irse al colegio.

—¡Lena, los platos no se van a lavar solos! —se quejó Ekaterina.

—¡Ya voy! — regresó nuevamente a la cocina para lavar el plato y ponerlo a secar. Le dio un beso a su hermana y a sus padres y salió de casa con la mochila en los hombros. Como todos los días por las mañanas, o casi todas las mañanas, se dirigía a la escuela. Saliendo de casa, caminaba hasta la estación de trenes y se tomaba el que la llevaba hasta el establecimiento. Tenía los auriculares puestos con la música a todo volumen. Lo único diferente de ese día es que hacía más frío de lo normal en Moscú.

Con las manos escondidas entre los bolsillos de sus pantalones de algodón, mientras movía el pie derecho al ritmo de la música, aún tenía sueño, tanto que seguía bostezando. La gente estaba inquieta, ya que el tren estaba demorado. Miró el celular para ver la hora y todavía tenía tiempo para llegar a la primera clase.

Después de ver el celular, levantó la mirada hacia un tren y se quedó perpleja. Juraba que la Aryna de hace 8 años estaba justo frente a ella, vestida casualmente, tenía el pelo castaño. Sintió su corazón casi quedarse inconsciente, mirándola con el corazón agitado, con las pupilas temblando. Había estado buscándola por muchos años y ahora se encontraba frente a ella, separadas solo por escasos metros.

No podía creerlo. ¿Cómo era posible que después de tanto tiempo, pudiera reconocerla? Ni ella misma sabía cómo lo había logrado. Aunque obviamente sus facciones habían madurado, algo en su mirada, en la forma en que movía sus manos, le decía que era ella. Era como si su corazón hubiera guardado cada detalle de su rostro y ahora, en ese momento, lo reconociera al instante.

Recordó la última vez que se vieron, cuando Lena tenía apenas 9 años. Fue un encuentro breve, pero dejó una huella imborrable en su corazón. Desde entonces, había buscado incansablemente a esa niña, a esa persona que recordó en secreto durante todos esos años.

Ahora, frente a ella, la emoción y la incertidumbre se mezclaban en su interior. ¿Qué debía hacer? ¿Acercarse y confirmar si era realmente Aryna? ¿O quedarse en silencio, observándola desde la distancia, temiendo que su corazón se rompiera si no era ella?

—¡Aryna! ¡No te muevas de ahí, ya voy para allá! —la voz de una chica muy rubia hizo presencia justo del lado en donde Lena se encontraba.

Se quedó muda al escuchar que la chica la llamaba por su nombre, Aryna. Era ella, la mismísima Aryna. Las piernas no le reaccionaban; estaba paralizada con el corazón palpitando al cien. La chica rubia apareció del otro lado del vagón después de haber dado la vuelta para llegar junto a Aryna. Esta chica la rodeó de los hombros, con su brazo izquierdo, sacándole el celular mientras Aryna se quejaba de que se lo devolviera una y otra vez, hasta que llegó el tren, donde se subieron entre risas jugueteando con el aparato.

Lena por fin pudo respirar al ver el tren irse a toda velocidad con Aryna adentro. Tratando de analizar lo que acababa de ver, lo que sus ojos acababan de presenciar y que su corazón se acelerara al verla, frunció el ceño al darse cuenta de que no había hecho nada para llamarla, y que una vez más se había ido sin saber más de ella, más que su nombre.

El celular le sonó, pausando la música de los audífonos. Era su mamá, entonces atendió.

—¿Hola, qué pasó? —

Rybalenka; One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora