XXII

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Punto y coma


Ayer no acabó como quería que acabase, Andrew salió del piso nada más terminar de hablar conmigo, no les dio ninguna explicación a ninguno, y según Michelle, salió llorando, justo como yo imaginaba que había salido del baño.

No quiero romperle el corazón, no pienso hacerle daño, así que tengo que intentar solucionar esto como pueda, por lo que planeo pasar el día con él y que se de cuenta de que lo quiero, sin tener que decírselo directamente.

Salgo de mi residencia a la hora que suelo salir para ir a estudiar o para las clases de la universidad, pero en vez de hacer eso doy la vuelta a la calle y entro en la residencia de Andrew, recuerdo dónde está su habitación así que cuando llego toco la puerta con los nudillos de mis dedos, mucho más nerviosa de lo que debería. No sé si estará durmiendo, aún es temprano, pero siempre solemos vernos a esta hora así que es probable que no.

—¿Quién eres?— me abre la puerta un chico rubio mucho más alto que Andrew, supongo que será su compañero de habitación.

—Soy Regina, la novia de Andrew, ¿está durmiendo?

—No, acaba de salir de la ducha, puedes pasar. Que sepas... que he oído hablar mucho de ti, solo cosas buenas, debes de estar orgullosa de tenerle.

Sonrió porque no sé cómo reaccionar a comentarios como este, que hacen que me replantee elegirlo a él antes que a mí, porque quiero a Andrew, y sé que él me quiere a mí.

Entro a la habitación ya conocida, Andrew está en la puerta del baño, ya vestido pero aún con el pelo mojado, y me da la intuición de que lleva ahí desde que su compañero ha abierto la puerta.

—Hola, ¿qué haces aquí? En un rato nos vamos a ver todos, y... siendo sincero ayer no me quedé muy a gusto con nuestra última conversación, lo siento.

—Lo sé Andrew, no tienes porqué sentirlo. Sé que ayer las cosas se complicaron, por eso vengo a intentar solucionarlo, porque me importas y no quiero que se queden las cosas como ni no pasase nada

—Está bien, ven aquí— duda por un momento, pero se acerca y me acuna entre sus brazos mientras que yo encajo la cara en el hueco de su cuello y él pone sus manos encima de mi cadera, apoyando la cabeza sobre la mía, como tantas veces hemos hecho.

Pienso en lo bonitos que han sido estos meses, en todos los momentos que me he sentido como en casa estando a su lado, cada vez que le he dicho que se estaba convirtiendo en mi lugar seguro, todas las veces que me ha defendido de las tonterías de nuestros amigos, las veces que se ha portado como amigo y novio a la vez, incluso antes de serlo.

—Te quiero, Regina— susurra.

—Yo...— «también te quiero» lo iba a decir, me iba a declarar, pero alguien me interrumpe, y se me quita la valentía de poder volver a decirlo:

—¿Vais a estar mucho más rato dándoos abracitos o vais a pasar a la acción?— pregunta Rob desde donde estaba antes Andrew.

—Cállate— le pide, me da la mano y salimos de la residencia para encontrarnos con nuestro grupo de amigos— ¿sabes Regina?— inicia la conversación de camino a la cafetería donde siempre desayunamos, aunque esta vez vamos porque seguro que ya estarán allí los demás— entiendo que aún no puedas decirme que me quieres y que aún tengas tus dudas sobre las relaciones, pero sé que me quieres, aunque no lo digas, no hace falta pasar el día conmigo ni demostrarme nada, lo sé, y te estoy hablando como amigo, no como novio.

—Gracias, ¿podemos avanzar?

Sé que no me entiende, porque yo tampoco lo hubiese hecho, empieza a andar más rápido mientras tira de mi mano, pero no es así, no me refería a este sentido, así que me apresuro en arreglarlo:

Inefable (YA EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora