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Jimin se quedó parado aún en la entrada, bajó sus brazos aún en estupor por lo que Jungkook le había dicho.

Sabía que su rostro debía estar rojo como tomate por lo que él había entendido. ¿Jungkook acaba de decirle que lo espere en su habitación con ese tono?

Recuerda que sólo lo utilizaba cuando recién empezaban a tener relaciones, tres meses después de Jimin llegar a la universidad y se haya establecido. El Jungkook universitario era muy coqueto, demasiado impulsivo y sorprendía al menor con sus comentarios subidos de tonos. Aunque esto no era muy frecuente, era muy rara la vez que Jungkook y él tenían intimidad, y cuando se casaron este aspecto de su relación desapareció por completo debido a todo el trabajo en el que ambos estaban sumidos.

Tampoco es como si Jimin lo extrañara, su primera vez fue con Jungkook, y, a diferencia de todo el mundo, Jimin odio el sexo.

Aún lo odia.

Soltó aire y negó con la cabeza para espantar los malos recuerdos que le traen sus primeras veces.

Ya en el auto se había despojado de su saco, que ahora lo llevaba entre su antebrazo, sintió el cielo cuando metió sus pies en sus zapatos de casa y empezó su marcha hacia dentro. Encendido las luces de la sala, y se dirigió a la cocina por un vaso de agua, después se dirigió hacia el pasillo para llegar hasta su habitación. Antes de entrar vio la puerta del cuarto de Jyunmin entreabierta y observó cómo Jungkook terminaba de ponerle el pijama a su bebé, sintió un vuelco nuevamente sacudir su corazón ante la imagen.

Quisiera ver eso más seguido.

Entró a la gran habitación que le pertenecía y tiró su saco en el pequeño mueble que estaba frente a la cama. Caminó hacia su espejo y empezó a despojarse de las prendas que llevaba, su collar y sus aretes, eran sutiles, tal cual le gustan a Jimin.

Vio su reflejó en el espejo mientras colocaba sus aretes en la caja de sus accesorios, el casi invisible delineado que llevaba estaba algo corrido por las lágrimas de hace unos minutos atrás. Suspiró de relajado sabiendo que ya no estará expuesto a nadie más estando ya en casa. Aunque no le gusta la idea de haberse ido de la fiesta de Hobi y Tae, ahora sentado frente a su gavetero, siente como si algún camión lo hubiera atropellado, le dolía la espalda y sus pies empezaban a palpitarles.

Tronó su cuello, hombros, espalda y estiró sus pies. Sintió algo de alivio, pero no era suficiente. Con algo de pesar, empezó a buscar su desmaquillante y sus discos de algodón para retirar lo que quedaba de su muy delicado maquillaje.
Mientras hacía aquello, escaneaba su verdadero rostro, ese con pequitas, con alguna que otra manchita o espinita... su tono natural de piel un poco más oscuro que el de la base que llevaba, lo hizo detener su acción.

El maquillaje lo ayudaba muchísimo, prácticamente parecía otra persona cuando lo utilizaba, y pensando en lo que Jungkook le insinuó cuando llegaron hace un rato, tal vez deba dejárselo puesto.

Rápidamente alejó el disco empapado de desmaquillarte de su rostro y trató de componerse un poco más. Se desabotonó los primeros dos botoneas de la camisa que llevaba y se relamió los labios que parecían algo secos. Se enderezó en su pequeño banquito y sonrió.

Sonrió y de inmediato se arrepintió.

Su diente chueco era motivo suficiente para no sonreír, en la escuela sufrió mucho debido a ello, y lamentablemente sabe que Jungkook también lo odia. Al menos, una vez que Jimin se convirtió en su ascensor y debía de salir en los medios junto a él.

—Ha empezado a llover —esa fue la voz del moreno entrando a la habitación lo que lo hizo dejar de mirar su reflejo.

Jimin no se había dado cuenta de aquello, las grandes gotas se veían por la ventana. Y tampoco se había dado cuenta de cuando Jungkook se quitó todas las prendas superiores que poseía, o cuando se colocó frente a él con una mirada seria.

President [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora