𝐂𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐭𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐞 𝐬𝐨𝐬𝐩𝐞𝐜𝐡𝐨𝐬𝐨, 𝐯𝐞 𝐲 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐜𝐚𝐬𝐚 (𝐧𝐨 𝐬𝐢𝐠𝐚𝐬 𝐦𝐢 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐞𝐣𝐨)
En la vida se pasan muchas vergüenzas, pero mi padre una vez me enseñó que mantuviera mi cabeza en alto siempre, claro que ahora era bastante difícil, teniendo en cuenta que me duele hasta cerrar los malditos ojos. Me permití faltar dos días a clase y dedicarme a evadir el mundo real, solo durmiendo e intentando no pensar, pero cuando salió el sol esta mañana supe que tenía que seguir. Me curé mis propias heridas, me puse el uniforme, maquillé lo que pude y tomé el maldito autobús. Ahora, aquí estoy, en el pasillo de la escuela, donde todo el mundo me observa con aquellos chismosos ojos que me juzgarán por un buen rato.
A decir verdad, mi labio seguía resentido al igual que la herida de mi ceja y ni hablar de los moretones en mis muslos, cuello y brazos. En estos momentos, agradecía no ser de un tono de piel tan pálido, sino estaría segura de que me vería peor. Intento caminar sin prestar atención a todos aquellos buitres, pero siempre debo estar alerta, siempre.
—Dicen que su padre la exilió. Quién sabe qué habrá hecho. — un intento fallido de murmullo llega a mis oídos casi como si fuera un nuevo método de tortura, el mero hecho de tener la oportunidad de escuchar.
—Con la cara de santa que se carga... esas son las peores. — siguió el acompañante de aquella conversación y yo no quise ni mirar.
Solo dos personas sabían de aquello, y solo una había manifestado odiarme con muchas ganas, pero me había prometido que si yo no abría la boca, él tampoco lo haría. Claro que había tantas posibilidades como razones por las cuales ni lo culparía por delatarme y por otro lado, Jace...
—¿Y a ti qué diablos te pasó?— una voz tan desinteresada y malhumorada como esa solo podía venir de Jade, que cuando la miro parece hasta divertida, por otro lado...
—¡¿Quién diablos te hizo eso?!— aquella es Ruby, que parecía preocupada, pero a estas alturas las dos reacciones me parecían tan sospechosas como mi presencia en esta escuela.
—Me asaltaron. — aquello ya lo había ideado desde ayer.
—¿Como en tu barrio? ¿Pero en qué buen barrio te robarían y te dejarían así?— inquiere Jade extrañada.
—Sí, digamos que no estaba en un buen barrio...— musito sin dejar de caminar, buscando llegar al salón; ellas inevitablemente me siguen —. ¿Dónde está Jace?— inquiero extrañada por no ver la cara del rubio por ningún lado.
La imagen de niña buena de Jodie estaba empezando a caer, lo cual ya había planeado, así que no estoy del todo nerviosa, solo que tengo que ser más cuidadosa ahora o el plan perdería su rumbo.
—Se fue con su padre el fin de semana a Italia, se supone que vuelve la otra semana. Se nota que no leíste nuestro grupo. — recrimina Jade, y es cierto, ni lo he leído ni voy a poder hacerlo, pero eso me hace pensar que Jace no tuvo nada que ver con que se extendiera el maldito rumor de mi padre.
Aunque pudo haber sido mediante mensajes, cosa que no parecía. Ya que ni Jade ni Ruby parecían conscientes todavía. ¿Qué mierda estaba pasando? ¿Acaso Hazel fue capaz de abrir la boca? No le veo sentido, yo no lo había hecho. Aunque una promesa puede romperse tan fácil como un silencio en una sala de debate. Algo decepcionada detengo mi paso unos segundos, pero me recupero más rápido de lo que parece, solo porque no quiero que pregunten de más.
La llegada a nuestro salón fue igual de incómoda como lo fue caminar por el maldito pasillo, las miradas cayeron en mí como siendo figurativas flechas que me mandaban, solo que sus arcos eran aquellos pensamientos que pronto manifestarían en palabras. Sin quererlo, me quedo de pie en frente del tablero, tal y como lo hice en mi primer día, solo que esta vez no estoy nerviosa o asustada, más bien a la expectativa. Es entonces cuando a mi costado se sitúa una figura ya muy conocida, que al verme suelta un jadeo de sorpresa que me hace mirarla y sinceramente, lo primero que se me viene a la mente es que por muy golpeada que yo esté, luzco mejor que la profesora Tammy. ¿Qué diablos le pasó?
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Verdad Dorada
Mystery / ThrillerEn el tranquilo pueblo de Hillcrest, la vida de Inna transcurre sin sobresaltos, siendo su único problema el hecho de estar enamorada de su mejor amiga de la infancia. A medida que su vínculo con ella se desmorona, se desencadenan una serie de event...