Es la historia en ese entonces de una joven de nombre Claudia Ramírez contada bajo la perspectiva de su mejor amigo de la infancia Min Yoongi.
La promesa que él hizo era de protegerla siempre, pero sucederán cosas que al final ella llega a cuestiona...
🦋 Veintitrés años antes: **************************
¡¡¡¡ CLAUDIAA!! MIN ESTÁ AQUIIIÍ !!!!
Gritaba la madre de ella al pie de la escalera, giró y con ojos algo amenazadores se acercó a mí algo lenta y en voz baja me dijo:
-- Yoongi... -- Suspira, estrujando el secador de platos que tenía en sus manos. -- Sé que eres como de la familia, pero... ¡¡CARAJO!! me tienes a un paso de mandarme al otro mundo. ¡Estoy cansada de que me des grandes sustos! ¿Cuándo se supone tocarás la puerta principal como una persona normal y no entres por la trasera como si esta fuera tu casa? ¡Encima estás tan blanco que pareces un fantasma hijo! --
La doña me miraba con los ojos entrecerrados ya que aparte del susto que le di, me estaba comiendo una mandarina que "encontré"en el frutero y porque me había sentado tan a gusto en la silla de su pequeño comedor.
-- Lo siento señora Melina -- seguía tragando -- pero me tomé muy en serio eso de ser parte de la familia. Si ya sabe cómo soy ¿pa' que me insiste? ¿ya ve? --
Ella iba a refutarme hasta que escuchamos unos trotes que nos indicaba que alguien bajaba las escaleras. Me paré inmediatamente y en eso la vi... Ella... y como siempre, con esa sonrisa que me hacía olvidar el para que vine.
-- Hola Yoongi, ¿otra vez asustaste a mi mamá? ¿Cuantas veces te he dicho michito que ya no la hagas renegar? Ten cuidado también con mi abuelita, ¿eh? no me la vayas a matar de un paro cardíaco... --
Se acercó a mi, me apretó los mofletes y me observaba detenidamente sin dejar de sonreír, yo me perdí en su mirada... sus ojazos marrones y me doy cuenta que hasta para regañarme es tan dulce. Hasta que recordé que tenía que formular mi respuesta y me esforcé en regresar a tierra.
-- NO! no, no a Roselita jamás le haría eso, me cercioro antes de abrir completamente la puerta antes de meter la pata. Quiero dormir con la conciencia tranquila. ¡A mi bestia interna a veces la mando al carajo, no te preocupes! --
Melina que nos observaba desde el fregadero, abrió la boca indignadisima y hasta puedo decir que quiso aventarme el plato que tenía en la mano.
-- ¿Coño? Ah! ¿osea a mi sí que me parta un rayo y caiga muerta? ja, ja... mira nomás que bonito. Gracias mocoso por ser tan... --
-- DE NADA! Aparte, usted está joven aún y puede aguantar estos sustos y las de las deudas. ¡Bueno señora bonita! Sin tanta cháchara me robo a su hija -- tomé la mano de esta. -- ¿Vámonos mi peque? --
-- ¡Ah! ¿y eso? ¿ahora a dónde?--
-- ¡A la con** ... fitería! y luego a la chu** ... petería! --
Me mira con cara de: "ahí vas de nuevo, imbécil" pero, siendo ella, no es creíble.
-- ¡Ya bueno, por ahí! Te invito algo...
Ella y su mamá ponen los ojos en blanco, la segunda se voltea para seguir con sus quehaceres mientras que Claudia me dice en forma de reto...
-- Ja', ¿tú invitarme? Al final termino pagando yo... --
-- ¡Aj! quejona... Encima que te invito a salir te pones en ese plan ¿al menos te lo mencioné, no?--
-- ¡BESTIA!
--Pero así me quieres. Sin mi no puedes vivir... Soy tu oxígeno... ¡Andando!--
Cuando estuvimos a punto de salir, escuchamos a doña Meli que nos gritaba...
-- ¡¡No regresen tan tarde que este se queda a dormir y como le da insomnio se termina vaciando todo lo del refrigerador. Después su mamá se queja de que por qué está gordo y que por qué parece una masa de Min Pao!! --
Regresé mi pie dentro de casa y giré a confrontarla, pero como tenía razón ... Es que... mentiras no decía ...
-- ¡ Ya señora Melinaaaa ! ... Como es conmigo. ¿Cuál fue el mal que yo le hice?--
puse la Palma de mi mano cerca a su rostro y agache mi cabeza fingiendo derrota.
-- No importa, igual la quiero... La quiero ... si ...¡ Pero bien lejos!--
Eché a correr velozmente y al salir, tomé la mano de mi amiga, calles más abajo, suspiramos riéndonos recobrando el aire ya que con algo de éxito salimos vivos y es porque que tuvimos que esquivar las chancletas con GPS. ¡Oh sí! La leyenda era cierta... Esa es la marca de muchas mamás latinas ja, ja, ja. Qué tal puntería.
Y de paso, ese era el tipo de amistad que tenía con Claudia y su familia. Lo sé... Era terriblemente jodido y las sacaba de quicio. Pero que puedo hacer, igual... Así me querían.
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