¿Serás buena compañía?

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Ana

Ayer la pasé increíble con Carlos, nunca pensé que su compañía me haga sentir como en casa.

Me levanté muy temprano porque tenía clases de actuación en el centro de la ciudad, cuando llegué un profesor me interceptó y me dijo—Señorita Pérez ¿Qué hizo ayer por la noche?

—Señor no comprendo su pregunta.

—No vuelva a salir con Carlos Sainz—dijo molesto el profesor entrometido.

—Señor por favor no se entrometa en mi vida.

—Creo que no me entiende señorita Ana, si usted se mete en líos como esté tendrá que salir inmediatamente de la institución.

—¿Por qué?

—Porque no se admiten personas que quieran escalar a la fama con ayudas extras.

—¡Pero, yo pago para estar aquí!

—Ni todo el dinero del mundo podrá evitar lo que sucederá si sigue con esa idea—luego de decir eso se retiró.

No podía con lo cabrón que era este tipo, como podía entrometerse tanto en mi vida.
Me da asco cuando los hombres piensan que las mujeres ganamos algún beneficio sólo por "acostarnos" con ellos, una de mis amigas me sacó de mis pensamientos—Tía, ¿Qué ocurrió con el profesor?

—Me acaba de decir que me van a botar del curso si sigo saliendo con Carlos.

—¿Por qué?

—Porque piensa que me acuesto con él y por eso llegaré más rápido a la fama.

—¡Qué puto asco con ese tío!

—Así es—¿Qué vas a hacer?—preguntó.

—Si realmente quiero ser actriz sin ayuda de "mis influencias" tendré que ignorar a Carlos.

—Creo que ya es tarde—no entendí su respuesta hasta que alguien detrás de mí habló con ese acento encantador—Buenos días, cariño.

—¿Qué haces aquí?

—Checo dijo que me mantenga a tu lado.

—Carlos, ni tú te lo crees—mi primo no podía haberle dicho eso, ya que, lleva días sin estar en contacto.

—Vale me rindo, él no me ha dicho nada, yo quería verte.

—Pues fíjate que estoy ocupada y no puedo ir contigo—luego giré y me fui, de verdad esto sería una tortura.

—Pues fíjate que estoy ocupada y no puedo ir contigo—luego giré y me fui, de verdad esto sería una tortura

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Carlos

En todos mis años de carrera he estado con mujeres que se arrojan a mí solamente por fama y dinero, pero ella ni con eso se impresiona.

Estoy seguro de que desde muy pequeño nada salió fuera de lo que había planeado, es decir, por eso me dedico a fórmula uno porque es uno de los deportes dónde se requiere mucho control físico y mental.

Sin embargo, la rubia me sacaba de mi zona de confort, me estaba rayando la cabeza y no me gusta porque vivir las cosas apresuradamente, terminan igual.

Pero, aquí estoy cómo un adolescente enamorado esperando que salga de sus clases para raptarla.

—¿Por qué sigues aquí?—dijo Ana a mis espaldas.

—Porque te voy a raptar.

—Carlos prefiero ir sola a casa.

—No entiendo por qué me evitas si quedamos en empezar de nuevo.

—Mira te voy a ser sincera, hoy por la mañana me dijeron que si no me alejo de ti me botan del curso.

—¿Quién te dijo eso?

—Nadie olvídalo, sólo quiero llegar a casa y descansar—la dejé ir porque no quería abrumarla más, pero de igual manera descubriré quién fue el capullo que le dijo eso.

Cuando llegué a casa recibí una llamada de Lando—¿Salimos de fiesta hoy?

—Estoy cansado—le dije liado de la vida.

—Bro, no te pongas así, ¡Hay que disfrutar de la vida!

—Si es verdad, pero tus fiestas son de viernes, sábado y domingo.

—¡Vamos Carlos!

—Valeee, pero llegó tarde—realmente no quería salir de mi casa y ahora por culpa de Lando tengo que salir. A veces lo odio por hacer que haga cosas que no quiero.

Llegué a la dichosa fiesta y fui directo a la barra para pedir un Martini cuando de repente vi a una rubia sentada a mis espaldas.

—No pensé encontrarte aquí—le dije.

Ella giró sorprendida y me preguntó—¿Por qué te veo hasta en la sopa?

—Quizás es el destino.

—Mmm no lo creo—dijo ella con desaprobación.

—¿Quieres bailar?—no respondió—¿Ana, de verdad vamos a hacer esto?

—Carlos no creo que seas buena compañía.

—Ana no importa lo que dijo ese gilipollas.

—Ya, pero dime qué hago cuando me boten del instituto.

—Buscas otro insti.

—Sainz, no es tan fácil, quizás para ti si lo sea porque ya tienes tus sueños en la palma de tu mano, pero yo no.

—Yo te ayudo a cumplirlos.

—Sainz, quiero cumplirlos por mi propia cuenta—odiaba escuchar mi apellido en sus labios, ya que parecía un regaño.

—Hagamos un trato—propuse.

—¿Cuál?

—Bailemos como si no hubiera mañana y si mañana pasa algo dices que yo te obligue—no tan convencida de lo que estaba haciendo, ella aceptó.

Realmente, en ese momento yo tampoco tenía la menor idea de lo que ocurría conmigo cuando estábamos juntos, pero qué más podría pasar.

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