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¿Dejarías el monoplaza por mí?

Carlos

Ana se había vuelto mi adicción.

Me bastaba pasar sólo un rato con ella para sentirme completo, sin embargo, me estaba carcomiendo la idea de que, no la vería por un mes entero porque ella tendrá ensayos del cortometraje y no vendrá conmigo a las carreras.

—¿Me estabas esperando?—ella me sacó de mis pensamientos.

—Señorita creo que se le fue la olla.

—¿Eso crees?—preguntó acercándose a mí.

—Si porque estaba esperando a otra chica.

—¿De verdad? ¿Cómo es ella?

—Es preciosa como un atardecer en la playa, sus ojos verdes imponentes como las montañas del ''Teide'', tiene labios rojos poderosos que claman por ser besados y un cabello tan brillante que se asimila con el fulgor del oro, todo eso se resume a ella—le mencioné mientras me acercaba a su rostro.

—¡Órale!

—Te digo todo lo que te describe y me respondes con un ¿Órale?

—No te enfades, yo sé que te vuelvo un poeta.

Me causó gracia porque estaba en lo correcto, ya estaba conquistado—Vale... ¿Quieres ir por un café?—ella asintió.

Al llegar a café me di cuenta de que había paparazzi, entonces le pregunté a Ana si no le molestaba y respondió que no había problema.

—¿Me ayudas a repasar mis líneas?

—Vale—me dio las hojas y empezamos a leer.

—Tus secretos no dejan avanzar nuestra relación ¿Qué hay en tu pasado?

—No te lo puedo decir todavía.

—¡No entiendes que me estás arrastrando contigo!

—¿Por qué dices eso?

—Tengo pesadillas por esos mensajes anónimos que me llegan todos los días.

—No te preocupes, yo nunca te dejaré—esa fue la última línea.

—Está intrigante esa obra.

—Si

—¿La conocías antes?

—No, primera vez.

—Cambiando de tema, ¿Me vas a extrañar?

—Sr. Sainz se ha vuelto muy sensible ¿Podrás vivir sin mí?

Atraje su silla cerca de mí para susurrarle al oído—Señorita, usted cree que puedo vivir sin sus besos.

—Tengo una curiosidad.

—¿Cuál?

—¿Dejarías el monoplaza por mí?