~Capitulo 5~

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⚔️  Un arma de bastón 🏹

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⚔️  Un arma de bastón 🏹

Camine de regreso a la carreta, fui hacer pis a un rincón del bosque. Llevaba horas sin ir, para los hombres es más fácil hacer en cualquier pinche lado.

Estaba pensando en que lugar nos podríamos estacionar llegando al pueblo para cambiarnos está ropa por unas prendas más limpias. La maleta del joven junto con la mía estaban dentro de la carreta. Obviamente no nos íbamos a vestir viéndonos el uno al otro.

Mi falda ya estaba algo arrugada con algunas manchas de tierra. Mi capa aún seguía... Algo limpia, pero tenía que detenerme a lavar mi ropa o pronto no tendría cambios de ropa. Dentro de mi maleta tengo ropa para vestirme y es poca.

Puesto que no tengo un lugar fijo en dónde quedarme, gracias a que la mayor parte de mi tiempo me la paso afuera, en bosques, de viaje y explorando; yo siempre dejo mi ropa con una costurera del pueblo de Asocum que es donde más seguido voy, y en dónde sueño quedarme o el que considero mi casa es Bargongia.

Podría agitar la varita diciendo las palabras escritas por Jasper —el líder— en la última carta que me entregó su hermano el día de ayer por la tarde. Con eso me podría abrir un portal para vestirme con otras prendas limpias. Lo malo, es que al joven de rizos le puede resultar extraño.

Solo debo de ir por la varita, llevar conmigo mi maleta, y venir de vuelta a esta parte del bosque en estos rincones sin que me vea y sospeche del uso del objeto mágico.

Me encontré a Indus siendo alimentado por el chico. Libere un rato a mi caballo para que descansará de cargar con la pesada carreta durante todo el día de ayer y la madrugada hasta el amanecer. Por lo que ambos se encontraban juntos cerca del río.

Camine hacia ellos hasta colocarme en la orilla del río dejando mi bolso y mi capa a un lado de mi en una roca. Me quite los guantes dejando al exterior mi piel blanca de mis manos claras, el contraste de color entre mis dedos y mis manos por estar expuestos al sol. No se notaba demasiado puesto que mis manos seguido las traigo bajo la capa.

Todavía por la mañana cuando los rayos de sol se empezaban a notar entre los arboles y el extenso rio, me quedé pensando sobre los ruidos que escuche durante mi guardia. Los crujidos de la tierra, las ramas que se quebraban no provenían precisamente de un animal pequeño o grande, ningún lobo se acercó por nuestro camino, tampoco una serpiente que se estuviese arrastrando, ni siquiera las ardillas estaban despiertas a esa hora como para que algo estuviera moviendo las ramas.

De algo estaba segura. Y eso era.

Que no solo nosotros estábamos en el bosque.

Algo estaba ahí.

Al principio borre esos pensamientos porque los hermanos me habían dicho que el tuerto de su hermano me iba a estar vigilando de que estuviese cumpliendo mi trabajo, las horas o el tiempo no eran exactos pero él me iba a estar observando cada vez que atravesará el portal.

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