~Capitulo 7~

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⚔️ La profecía escrita 🏹

Estamos comiendo dentro de la habitación porque yo no quería salir al comedor de la posada. Llegué muy cansada y solo pensaba en estar tranquila sobre la cama acostada, sentada, tirada, como sea que mi cuerpo  reposará en algo suave.

Dagmar seguía dormido cuando el sol salió y la luz me encandiló al entrar por la ventana cerrada del cuarto. Así que lo desperté lanzando una almohada desde el sillón en el que me quedé dormida al llegar del portal con Marcus quien me cubrió con una de las frazadas del lugar. El golpe de la almohada en la cara lo hizo levantarse completamente desconcertado.

Lo obligue a que él bajara al comedor por comida antes de seguir nuestro camino. Según él, seguía dormido que se cubrió con la frazada que tenía en la cama ocultando su cabeza debajo de esta, sin que pudiera ver su cabello rizado.

Yo me levanté con otra almohada y lo empecé a golpear hasta que se pusiera de pie. Obedeció después de tanto maltrato físico por parte de la suave almohada.

Ahora estoy encima de la cama con una pierna colgando y la otra sobre la colcha amarilla comiendo con el plato en las manos unas tortas con carne de cerdo. Enfrente de mi, estaba el muchacho sentado con los pies cruzados sobre el regazo del sillón comiendo su pan con jamón y queso cheddar fundido sobre la carne.

—Y dime, Sigrid. ¿Cuál es tu color favorito? —su pregunta interrumpió nuevamente el silencio tranquilo de la mañana.

—Deja de intentar sacar plática, quieres. —conteste con algo de comida en la boca.

—Es una pregunta simple. Creo que es el morado.

—¿De dónde sacas que me gusta el morado?

—Anoche te la pasaste mirando hacía afuera. También en la carreta no solo miras el camino, si no la noche. Y el día en que te conocí me ignoraste viendo por la ventana de la taberna.

Deje de lado mi comida prestando atención a su mirada que desde su posición solo veía su comida, como saber si en realidad finge perderse en otras cosas y me mira a mi.

Reaccione al silencio en el que me encerré yo misma con mis pensamientos y parpadee alzando los hombros.

—No puedes sacar conclusiones tan rápido.

—Bueno entonces, tu contesta mi pregunta. —se acomodó en el sillón bajando sus pies al suelo para sentarse y verme de frente.

—No tengo colores favoritos.

—Todos tenemos alguno, el mío es el verde —terminó de comer sacudiendo las palmas de sus manos, y volvió a preguntar—¿Cuál es el tuyo?

Pase una de mis manos por mi rostro cansada de ver qué el es muy insistente y no para, hasta conseguir la respuesta que quiere escuchar, cosa que por impaciencia mía, debo de responder para que por lo menos me deje en paz un momento.

—Bien... A lo mejor el negro. —conteste.

No sé cómo contestar a estas preguntas, tampoco me resulta incómodo hablar o platicar de algo simple e insignificante, pero he estado aislada de la gente por mi propia cuenta encerrada en un alhajero antiguo de años oculto en lo más profundo del mar del que nadie sabe de su existencia.

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