CAPITULO 21

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QUE NADIE SEPA

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Antonella Rinaldi

Cómo de costumbre en cada mañana estoy desayunando junto a Edmond y sus padres, quienes al parecer desean quedarse más tiempo de lo planeado, me mantengo sumida en mis pensamientos mientras ingiero mi desayuno, bebí mi café mientras me mantengo ajena a la conversación que de lleva a cabo en la mesa. Zara a mi lado charlaba con mis suegros queridos, no dejaba de pensar en todo lo que tengo que hacer, ya tengo la información necesaria para comenzar a mover mis piezas.

Debo contactarme con toda la antigua jerarquía de mi hermano, debo visitar Sicilia y revisar los estados de los clubes, conseguir personal y sobre todo, empezar a recuperar mis territorios; se que hay algunos mafiosos sin importancia en mis tierras, así que debo deshacerme de ellos.

—Cariño, ¿qué me dices de casarnos en París?—alcanzó a captar las palabras de Edmond

—¿Seguro?—fingí mi sonrisa—. No me gusta mucho esa ciudad, prefiero que sea aquí o en Sicilia, de hecho revise las iglesias más lindas y creo que ya tengo…

—¿Qué no eras atea?—me interrumpió Anne

—Si, pero no solo voy a tener boda por el civil, deseo hacerlo tradicionalmente.—añadí tratando de zanjar el tema

—Deberíamos ir a probar los vestidos de novia, he escuchado que aquí en Francia están los mejores.—se unió Zara

—¿Qué hay de las invitaciones?—cuestionó Edmond

—Tengo dos diseños.—Zara rápidamente me salvó—. Quería que estuvieran ambos para que lo escogieran.

Hugo que estaba llegando aparece con su IPad, Zara se lo pide y él accede; ahí comprendo que Zara realmente se está ganando la confianza de la gente de aquí. Ocultó la sonrisa mientras mi amiga busca las dichosas invitaciones, a los segundos nos extiende el aparato con las imágenes de los diseños.

—Son preciosos.—le dije mientras admiraba esas creaciones—. ¿Cuál te gusta más?

Mis ojos se fijan en Edmond, él mismo sonríe y señaló la invitación de color blanco, algo demasiado básico para mí gusto, por el contrario hay una que es algo que escogería sin pensar. Una invitación de color rojo vino, con dos pliegues recortados de tal forma con patrones geométricos, se divisa la información dentro, al abrir ambos pliegues se muestra la información de la ceremonia, en letra cursivas y grandes de leen nuestros nombres, debajo y en letras pequeñas se informa el lugar y la hora.

—Está, definitivamente está.—sonreí feliz

—Es demasiado ostentosa.—se mete Anne que estaba detrás de nosotros—. Muy corriente.

—¿Por qué?—la miré

—Solo mira ese diseño, parece un mal chiste, la blanca es mejor, más elegante y discreta.

—Disculpe, señora pero ni su hijo ni yo somos discretos.—dije a regañadientes—. Y la invitación roja es sin duda la que quiero para mi boda.

—Antonella, mi madre tiene razón.—Edmond me contradice

—Bien, así como prefieres que tu madre escoja los detalles de nuestra boda no tiene caso que pierda tiempo.—me levanté enojada—. Viajaré a Sicilia, adiós.

—Antonella, ven aquí.—Edmond golpeó la mesa

Lo ignoró categóricamente mientras Zara me sigue, ni siquiera puedo hacerme cargo de esto. ¿Qué caso tiene? No pienso ver más detalles de la boda, solo me ilusioné y hasta eso me quitan.

OBSESIONES QUE MARCAN [2°] [EN CURSO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora