CAPITULO 1

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PROGRESO

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Alessandra Rinaldi

Lugar: Desconocido.

Tres años después.

—¡Ares, no muerdas eso!—le ordene al Rottweiler que mordisquea la antigua sonaja de Franco

Ares inmediatamente suelta el objeto y sale de la casa, en el patio se acuesta bajo el sol abrazarte de este lugar, suelto una risa porque ese perro tiene el orgullo que solía tener mi Antonella. Terminó de lavar los platos y reviso que la comida esté lista, me había acostumbrado a llevar una vida común, este lugar me había hecho sanar heridas del pasado y ahora recordaba a mi sobrino Franco con mucho amor, en el fondo me seguía doliendo su pérdida, pero el consuelo llega cuando se que ahora está con sus padres.

No puedo decir lo mismo de Antonella, que no se si está bien o mal, hace tres años que fue la última vez que la vi, no se si logro sanar su culpa o sigue igual, me dolería saber que mi pobre niña no logró avanzar. Pero tampoco es que estar detrás de las rejas sea la mejor parte para hacerlo, mientras termino de servir la comida Bianca llega con las cosas que faltaban.

—Suocera, ya llegamos.—aviso al tiempo que cerraba la puerta

—Estoy en la cocina cariño.—le grite mientras terminaba de servir los platos—. Lávese las manos que la comida está lista.

—Huele delicioso, amore mío.—Kaan entró del jardín y me da un beso en los labios

—Anda, ve a lavarte las manos.—dije sonriente y mi ahora esposo camino al baño

—Nonno, espérame.—esa vocecita lo siguió

Bianca entró a la cocina, mi nuera ahora llevaba cabello corto, mantenía el color rubio y sus ojos ya no lucían tristes. Se sentó en la mesa mientras yo hacía lo mismo, al poco tiempo llegó Kaan y…

—Franco, espero te hayas secado las manos.—advirtió Bianca

—Si lo hice, madre.—respondió el niño de cabello rubio y ojos azules—. Nonno me ayudó.

—Bien, es hora de comer.—sonreí al ver a mi familia junta

Bianca nos contaba acerca de lo mucho que estaba aprendiendo en clases, había decidido terminar la universidad, y estaba a meses de lograrlo, a sus veintidós años.

Kaan estaba completamente sano, su recuperación no fue fácil, pero después de casi dos años retomó una vida normal, estuve con él durante ese proceso y hace unos seis meses que nos casamos. Fue algo pequeño, pues a fin de cuentas no podíamos comunicarnos con nadie más, preferíamos está vida alejada de todo el problema que se formó en la ausencia de Antonella.

Franco aún no asiste a la escuela, quisimos esperar un año más, el niño es un geniecillo, pues aprendió a hablar muy rápido y ahora tiene un vocabulario muy amplio para su edad. Es igualito a su padre, del cual le solemos hablar todos los días, le encanta escuchar acerca de ese hombre que lo amo aunque estuvo poco tiempo con él.

Bianca logró superar el luto, aunque no había tenido ninguna pareja, está muy feliz con su vida y con su hijo, y vaya que me encantó saber que no está atada al pasado, se que de vez en cuando extraña a mi hijo, pero con el tiempo aprendió a vivir con ello.

En tanto yo, bueno cada día le pido al universo que mi Antonella esté bien y sea tan fuerte como nosotros, la vida en prisión no es fácil y solo quiero su seguridad.

—Perdón por la tardanza.—Gerónimo llegó a la cocina—. Tuve algo que hacer.

—Tranquilo, aún está caliente.—indique su lugar

OBSESIONES QUE MARCAN [2°] [EN CURSO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora