DEIRDRE

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O eso parecía, hasta que lo impidió colocando sus manos sobre la boca del ajeno. 

― Lo siento, pero no es un buen momento, necesito pensar en muchas cosas y dejarlo no es tan fácil como piensas.― Se aparto un poco, dejando confundido al Omega, quien parecía molesto por escuchar aquello. 

― A pesar de lo que te hizo... ¿Quieres quedarte a su lado.? que estúpido eres.―Ahora lo insultaba. 

― Esta esperando un hijo mío.― No daría detalles, eso era suficiente para hacerle entender que no pensaba a la ligera.

― ¿Un hijo.? ¿Cómo sabes siquiera que es tuyo.? no has dicho que te fue infiel.―Levantaba un poco la voz. Aunque todo era parte de su plan, solo buscaba sembrar más dudas en él. ―¿Cuál es el problema con que tú también lo seas.?― Dejaba caer sus piezas. 

―Es un problema que debemos resolver entre nosotros, así que no menciones nada, por favor. Olvida que me viste aquí.― Se dio media vuelta y camino solo un par de pasos antes de sentir como el Omega se adhería nuevamente a él por la espalda. 

― Espera, espera. Entiendo, aun no lo has decidido. No busco presionarte, solo quiero evitar que sufras más, así que piénsalo un poco.― Soltó su agarre y observo como el Alpha peli blanco se alejaba nuevamente, sin mencionar una sola palabra. 

Y una vez que supo que no había nadie más, hablo para sí mismo. 

― ¡Perfecto.! Nanami. Tu ayuda me ha servido de mucho, ahora, yo me encargaré de hacerlo feliz en tu lugar.―  Sonreía ampliamente, pensando en su próximo movimiento. 

Estaba muy resentido con el Omega, pues esté se había encargado de separarlos en la escuela media, acercándose poco a poco al Alpha albino, quien quedo encantado por él, incluso si no buscaba relacionarse de forma romántica, hasta ese momento.

 Esa noche había marcado un antes y un después. 




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Nanami tenía mucha prisa, algo en su interior le decía que había problemas. 

Una vez que estuvo delante de la puerta de su hogar, no lo dudo, entró de inmediato, solo para encontrar el silenció. 

Estaba seguro que Goyo estaba en casa cuando salió un par de horas antes, pero ahora, parecía no haber rastro de él. Mientras pensaba en una posible explicación, sintió como a su espalda se acercaba alguien. 

Al voltear se dio cuenta de quien se trataba. 

― Oh, Satoru, estaba a punto de llamarte para saber dónde estabas.― No mentía del todo, saldría a buscarlo si era necesario. 

― Sali a caminar un poco.― Después de escuchar el último comentario de Suguru, ni siquiera pensó en visitar el bar, ahora se debatía internamente en lo que debía hacer. 

Amaba tanto a Nanami, que incluso había pensado que no sería tan malo criar al bastardo de otro, siempre y cuando el rubio no lo abandonara. Sin embargo; el lado contrario de la moneda le exponía el irse lejos y no preocuparse por nada más, empezando su nueva vida en un lugar donde nadie lo conociera. 

 Al ver como tenía planeado huir a la habitación, Nanami hablo de nuevo. 

― Espera... ¿Podemos hablar un momento.? hay algo que necesito decirte.― Con un poco de miedo y duda tomo su muñeca para evitar que siguiera avanzando.

Pero Goyo rápidamente se aparto, volteando a verlo con desprecio, pero cambiando su expresión luego de unos segundos. 

― Lo siento, estoy cansado. ¿Puede ser en otro momento.?― Dijo con un tono de voz bajo para intentar escapar de la situación. 

Pero Nanami no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente.

― Es importante, así que no puede esperar. Solo tomara unos minutos.― Aquel gesto le dolió en lo profundo, pero hablaría de eso después, realmente estaba desesperado por aclarar el asunto del bebé. 

― Bien, si son unos minutos, entonces puedes decirlo mañana antes de ir al trabajo.― Regreso su cuerpo en dirección a la habitación, pero ni siquiera pudo dar un paso. 

Pues Nanami, cansado de su actitud evasiva, se acerco a él, lo tomo de un hombro para obligarlo a voltear y en cuestión de segundos soltó un fuerte golpe que llevo a Goyo contra el suelo. 

 Su nariz sangraba un poco. 

― ¡Estoy cansado de que me evites.! Ya no eres un maldito niño, Satoru. Sabes que tenemos que hablar en este instante, así que no trates de huir.― La desesperación se apodero de él, así que no podía detener su voz. ―Shoko ya me dijo lo que sucede contigo y es realmente estúpido. ¿Cómo puedes inventar una excusa tan tonta para no hacerte responsable de tú hijo.?― Ahora era él quien malinterpretaba las cosas y sacaba sus propias conclusiones, pues al estar esperando un bebé de su Alpha, no veía explicación más lógica, él estaba seguro de su fidelidad. 

― ¿De qué estas hablando.?― Las cosas se estaban complicando y solo podía ver desde el suelo como el Omega rubio sujetaba con fuerza su cabello mientras hablaba. 

Ni siquiera le importaba el sabor metálico que ahora tocaba sus labios.  

― No te hagas el tonto. Sabes perfectamente de que estoy hablando. Me conoces mejor que nadie, yo nunca podría serte infiel. ¿Crees que mis sentimientos por ti son una broma.? ¡No por nada me case contigo.!― Hiperventilaba, los síntomas del embarazo no ayudaban mucho con sus emociones. ―Estoy seguro de lo que digo... ¡Este niño es tuyo.!― Al mencionar aquello, su cuerpo dejo de responder y cayó al suelo inconsciente. 

No pudo con tanto estrés. 

― ¡Nanami.!― Por fin reaccionaba, acercándose rápidamente a él para revisarlo. ―¡Nanami responde.!― Lo sostuvo entre brazos. ―Abre los ojos, maldición, Nanami.― No sabía que hacer.

Como pudo, se puso de pie con el rubio cargando. 

No sabía nada de como tratar con algo así estando embarazado, por lo que busco las llaves de su auto y se dispuso a salir con la única intención de ir al hospital más cercano. 

Solo sabía que si algo le llegaba a suceder, jamás de lo perdonaría. 


Extensión territorial  [GoNana] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora