Lilith POV
¡Se prendió esta mierda, señores! Más de un año de organización ha dado sus frutos. Miles y miles de dólares invertidos en felicidad. Eso es la vida para mí.
Ver a mis amigas riendo era algo invaluable, también había muchas que no conocía, pero parecían buenas personas.
Solo quería que llegara mi novia, aunque no creo que sea de su agrado cómo me mira Tiffany.
Tenía ganas de estar con ella en un lugar más tranquilo, tomar un café o un jugo de naranja sin azúcar. Me intrigaba saber cómo le ha ido, pero su pareja no me da buena espina.
—Tierra llamando a Popola —La voz de Chloe interrumpió mis pensamientos.
—Sí, dime.
—¿Verdad o reto?
—Reto, y no te pases, Chloe —le advertí.
—Muéstranos tu lunar.
—¡Diantre, Chloe! ¡Lo sabía!
Las chicas empezaron a vitorear y no había lugar para la cobardía.
Levanté mi camisa lo suficiente para dejarlo a la vista. Me aplaudieron, les sonreí mientras pensaba en la venganza.
La venganza que nunca llegó porque el juego fue interrumpido por unos gritos.
—¿DÓNDE CREES QUE VAS? —gritó Salma siguiendo a nada más ni nada menos que a Marixa.
La sujeta pasó a mi lado dándome un empujón.
—Wey, ¿qué tienes? —le pregunté y me ignoró también.
Salma la alcanzó y la tomó del brazo.
—¿Qué donde mierda vas? ¿Crees que te dejaré ir como si nada hubiera pasado?
—Métete en tus asuntos. Y no me vuelvas a tocar.
Esa tipa me cayó muy mal, la verdad es que me dieron ganas de ver cómo Salamandra podría patearle el culo, pero no podía permitir eso en mi fiesta.
—Muchachas, tranquilas —intervine—. ¿Qué ha pasado?
—Esta mujer está mal de la cabeza, ha salido de la nada a insultarme —respondió Marixa.
Tuve que aguantar la risa, la cara de Salamandra era la de un Minion enojado.
—Dime tú de qué manera puedo tratar a alguien que se quiere aprovechar de una amiga.
—No sabes lo que dices, no estabas ahí. Pareces una psicópata. Ya déjala en paz.
SalmaMinion empezó a reírse y casi que estuve de acuerdo con que estaba mal de la cabeza.
—Mialma, te vi, no estaba ahí, pero vi todo. Toda la noche te he estado viendo molestarla. ¿No te das cuenta que no quiere contigo?
—Lo que pase entre nosotras no te incumbe —dijo con calma Marixa.
—Lo que sea que pase con ella me incumbe porque es mi amiga —respondió Salma.
—Solo eres una piedra en su zapato. Apártate, yo quiero más de lo que tú quieres con ella y puedo darle todo lo que tú no le has dado en todos estos años.
—Tú no sabes una puta mierda —dijo Salma antes de darle un cachetazo que resonó en toda la sala a pesar de la música.
Rápidamente me puse entre ellas.
—Tranquilas. —Es todo lo que me salió decir.
—A mí no me levantas la mano. —Marixa estiró su brazo por encima de mí para tomar del pelo a Salma. Y Salma no se quedó sin hacer nada.
