Capítulo 4

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Siempre habrá alguien que aunque no quieras será tu debilidad.

Que si te sonríe, tú le sonreirás.

Y si te necesita, tú seguirás estando ahí.

 

Abril Pov

Puso sus manos en mi cadera acercándome a su cuerpo y con una de sus piernas entre las mías empezó un juego de seducción donde solo ella conocía las reglas.

Aprovechaba el baile para acariciar mi espalda. Era sabido por quienes me conocen que la danza no es lo mío y menos este tipo, yo era de la época donde se bailaba suelto.

Tomó mi mano para hacerme girar, se pegó detrás mío y comenzó a trazar un camino con sus labios desde mi cuello hasta mi hombro.

—Jaz… ¿qué hacés? —pregunté con nerviosismo.

Me mordió.

—No me llames así, te lo he dicho mil veces.

—No me gusta tu primer nombre.

—Acostúmbrate —me dijo volviendo a mi cuello.

Me di vuelta quedando frente a ella y la miré esperando una respuesta a mi pregunta.

—¿Qué? Solo estoy bailando —respondió fingiendo inocencia.

—Claro, claro, sí, sí, claro, claro.

Puse una mano en su hombro para mantener un poco la distancia. La rebeldía estaba en sus ojos y con decisión se
pegó otra vez a mí.

—La música esta muy alta, solo así podemos hablar —se excusó.

—¿Te parece que es el momento para charlar?—pregunté con ironía.

—¿Cómo has estado?—preguntó ignorándome.

—Lo sabrías si estuvieras más atenta a tus amigas.

—Sé que te ha ido muy bien.

—Que me vaya bien no significa que esté bien.

—¿Estás mal?

Por lo visto, aún conservaba el don para hacerme picar en tiempo récord.

—No, de hecho estoy muy bien. —Intenté moverme al ritmo de la música para que entendiera que ya no quería conversar. Solo se rio de mis pasos torpes.

—¿Por qué no has venido a verme? He visto que recorriste varios países con Claire.

Mi cara debió haber reflejado incredulidad pura.

—Vos también estás en una buena posición económica. ¿Por qué no viniste?

—Yo pregunté primero.

—¿Para qué voy a querer conocer a alguien que no le importo? —No quería hacer drama, se me escapó.

—Ya estás diciendo bobadas.

—Vos estás preguntando boludeces.

—No sé porque llegas a esa conclusión, cuando hace millones de años no me llamas ni me escribes.

—Y yo no sé cómo no te das cuenta que la gente se cansa. Me cansé de ser yo quién te busca para saber cómo estás —Esto se estaba yendo al carajo pero no podía parar—. Decime vos ahora, ¿por qué no viniste? ¿Algunas de las modelitos con las que andás te demanda mucho o es la celopata que no te da permiso?

El capricho: La reuniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora