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-Si quieres me voy -no estaba seria, pero tampoco estaba contenta.

-No es eso, es sólo que... estoy sorprendida.

-Quizá podía redimirme por ser una perra -sonrió -¿Quieres pasar la tarde conmigo?.

-Dijiste que seriamos cuidadosas.

-Estoy visitando a mi estudiante que dejó su libreta en mi casa.

-Terrible excusa cuando te veré mañana.

-¿Hola? -volteamos al escuchar la voz de mi madre.

-Señora, buenas tardes. Soy Sarocha Chankimha.

-La profesora de piano -completó mi mamá mientras Freen asentía.

-Espero no le moleste, pero quiero llevar a Becky a un recital de piano que se hará en una hora a las afueras de la ciudad. Sé que es muy precipitado, sin embargo, tiene potencial que me gustaría que explotara y esto le puede ayudar.

-Para nada, señorita. Becky nos dijo que ha estado distraída y que necesita clases extras. Quizá esto le ayude a concentrarse más.

-Definitivamente -no había manera en que mi madre notara la amenaza implícita en la respuesta de la chica parada frente a mi. -No la regresaré tan tarde -no pasé por alto la mirada de mi padre desde la camioneta.

-Estoy segura que está en buenas manos -mi mamá casi me empujó para que saliera de la casa. Casi en automático me dirigí al auto de Freen y me puse el cinturón de seguridad apenas me subí. Cuando íbamos a varias cuadras de mi hogar puso su mano sobre mi muslo.

-Me encanta como te quedan los short's -su mano estaba peligrosamente cerca de mí centro.

-Gracias -susurré.

-¿Donde está la chica que me estaba jodiendo hace un par de horas?.

-En casa, con su hermano -sonrió -¿Por qué no sonríes muy a menudo?.

-No está en mi naturaleza.

-¿Hay algo que sí esté en tu naturaleza?.

-Sexo, mucho sexo -rodé los ojos por encima vez en el día.

-Te ves muy bonita cuando sonríes.

-Te ves muy bonita cuando te corres -bien, lo entendía fuerte y claro.

-¿A dónde vamos?

-Ya verás.

El resto del camino se hizo en un raro silencio entre ambas. Después de algunos minutos reconocí el camino, íbamos rumbo a la montaña. Kilómetros después llegamos al lugar. A esa hora del día la vista era diferente, pero seguía siendo espectacular. Apenas salí del auto ya la tenía a ella al lado mío extendiendo su mano. La tomé y me llevó al mirador. Tomó mis manos y las colocó sobre el barandal de metal.

-¿Qué...

-No te sueltes -con maestría desabrochó mis short's y metió su mano -.¿Venías pensando en lo que haríamos? Estás casi a punto.

-Es tu presencia -solté antes de pensar. La sentí sonreír sobre mi cuello mientras sus dedos se pasaban indecorosamente sobre mi sexo.

-Lo sé, soy irresistible -metió un dedo, no muy profundo, pero lo suficiente para hacerme brincar. -¿Te gusta sentirme? -asentí -Siempre estás caliente, muy receptiva: la divinidad de la juventud.

-Hablas mucho -la sentí sonreír de nuevo.

-Me gusta estimular tu mente tanto como tu sexo, es parte de la experiencia. Me gusta saber que las imágenes que pongo en tu mente te hacen mojar más y más hasta que estás a punto para hacer esto -metió un segundo dedo y me penetró más profundo. -Justo así.

Profesora de piano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora