All the Love in the World

08. Valentine

Después de regresar a Hogwarts las cosas continuaron marchando bien para la familia, ahora no era raro ver a Yuji hacerle compañía a Choso por los pasillos, algunas veces incluso logró que se uniera a su grupo de amigos. Kento estaba bastante contento con esto, mes tras mes Choso avanzaba a su ritmo en la socialización y dejaba de encerrarse en su dolor, ahora pasaba tiempo casual con algunos chicos de su edad con los que se relacionó por medio de Yuji y su séquito.

Tsumiki, una Hufflepuff cómo él, dulce y decidida se volvió la más cercana gracias a su paciencia, no eran la combinación más probable pero sabían mantener la calma y aura suave que ambos irradiaban. A ellos ocasionalmente se unía Ino, el extrovertido Gryffindor que parecía llevarse bien con todos en el colegio.

Para cuándo llegó febrero el clima seguía siendo bastante frío pero la nieve ya comenzaba a derretirse dejando entrever escazos verdores de la futura primavera, los árboles seguían sin hojas y el viento invernal aún soplaba pero el castillo era fuerte, las chimeneas y encantamientos mantenían a todos cómodos para volcar su atención a la fecha de los enamorados que había arribado. Los alumnos se paseaban de aquí para allá cargando cajas, bolsitas y todo tipo de empaques con chocolates y dulces para regalarse, las expectativas estaban al aire y todos deseaban encontrarse con un presente por parte de sus amigos o intereses románticos.

Para los maestros, sin embargo, las festividades juveniles se dejaban de lado en pro de no atrasarse con sus obligaciones, Nanami pasó su hora de almuerzo revisando ensayos de sus alumnos de grados superiores bajo el cómodo silencio de un aula vacía, o eso pensó hasta que hubo un toque ligero en su hombro y al voltear, vaya sorpresa, Gojo Satoru estaba parado ahí con una sonrisa arrogante y esas estúpidas gafas de sol sobre sus ojos.

—¡Ta-daaaa!— exclamó el mayor con una pose ridícula, haciendo que los ojos del rubio se pusieran en blanco.

—No deberías aparecerte de la nada, hay una puerta.— regañó Kento mientras se giraba de nuevo hacia su escritorio.

—¡Ese es el punto de las apariciones querido Nanami, poder ir a cualquier lugar en cualquier momento!.

—¿Qué necesitas?— le preguntó sin muchos ánimos para discutir. —Como puedes ver estoy algo ocupado.

Con un puchero infantil Gojo rodeó el mueble de madera y extendió una caja borgoña con su pálida mano que se asomaba bajo la chamarra deportiva negra. —Mmh.

—¿Qué es?— cuestionó el rubio mirando dudoso el cajoncito de terciopelo ofrecido.

—¡Mmmh!.— volvió gruñir el platinado llevando aún más cerca la caja hacia el contrario.

Nanami tomó el objeto sin decir palabra, desenvolvió el listón dorado y abrió la cajita mostrando tres hileras de cuatro tipos de chocolates finos y de apariencia costosa. —Gracias, ¿Por qué de repente...?

—¡Ahora debes regalarme algo de vuelta el día blanco!.— chilló Gojo antes de volver a transportarse fuera del lugar.

—En occidente no existe el día blanco.— soltó Kento al aire, sintiendo sus mejillas llenarse de sangre al recordar lo rojo que se había puesto el rostro de Gojo y lo inseguro de su postura hacía un segundo.

Por otra parte del castillo, Yuji, brillante y cálido veía la pequeña pila de dulces en sus brazos crecer y crecer, no era un chico especialmente popular pero sabía ganarse el corazón de sus conocidos así que aceptó las ofrendas con una gran sonrisa y un agradecimiento sincero. Él mismo había repartido ranas de chocolate a sus amigos (aunque la de Noritoshi escapó apenas abrió el empaque matando de risa al resto del grupo).

Sukuna, a diferencia de su hermano solo recolectó algunos obsequios de los más sensibles del grupo que se encargaron de darles detalles a todos (Yuta, Inumaki, Miwa y su hermano), también algunos otros de niñas y tipos de su casa que realmente no le interesaban y solo querían ganarse su amistad por considerarlo "genial".