𝑀𝜀𝑚𝜎𝑟𝜄𝜀𝑠 𝟷𝟶

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Narra Lloyd

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Narra Lloyd.

Sentía un horrible dolor en la zona donde había recibido el disparo, un ardor indescriptible como si me quemara vivo.
Apenas y tengo conciencia de lo que está pasando a mi alrededor. Veo el techo de lo que parece un auto, mientras dos muchachos me gritaban por todos lados, moviéndose de aquí para aya. Había también muchos ruidos extraños y raros por todos lados, como carros, sirenas, gritos, y un tic tac como el del reloj.

— ¡Muchacho, necesito que estés conciente!. — me grito uno de los sujetos vestidos de rojo, creo que eran paramédicos —. ¿Me escuchas?.

— ¡Vamos chico. — me volvió a llamar la voz lejana del primero —. Debes aguantar unos minutos más, se que podrás ser fuerte!

— __________ .... — le susurré al joven. Sus manos estaban llenas de mi sangre a la vez que presionaba mi herida con un campo.

— Si muchacho. — dijo —. La verás de nuevo, pero necesito que te mantengas despierto ¿Me escuchas?.

Si, lo escuchaba muy poco, pero por más que quería responderle, simplemente no podía. Sentía mucho dolor, tanto que comenzaba a sentir pesado mi cuerpo y me sentía muy cansado.

— ¡No vamos a llegar a tiempo al hospital. — susurro el otro colocándome algo en mi boca, como una mascarilla —. Maldición!.

Narrador omnisciente.

Frente a ella estaba el espejo de su habitación dónde ponía ver su rostro, su cabello y su ropa. No podía creer lo que estaba viendo ante sus ojos. Estaba casi igualita, solo que ahora tenía su cabello más corto y estaba más alta, aún así era la misma. La misma joven del tatuaje, que por cierto aquella marca no dejaba de arderle hasta el alma.
Camino hasta su escritorio y tomo el diario entre sus manos, metiéndolo en su bolso. No aguantaría más tiempo, debía ver a todos cuanto antes, estaba muy ansiosa por hacerlo, tanto que quería llorar. Necesitaba ver a Lloyd.
No sé sentía del todo bien, después de todo llevaba horas dormida en aquel sueño que le ayudo a despertar, aún no tenía sus recuerdos pero si los necesarios como para ubicarse.
Tomo sus llaves y su teléfono dispuesta a ir en busca del ojiverde cuando al abrir la puerta de su casa de golpe, no puedo evitar dar un paso hacia atrás ante la presencia de la persona del otro lado. Ahí parada, aún con su hermoso cabello blanco como la nieve y con la ausencia de aquella roja cicatriz como antifaz en sus ojos , estaba Harumi.

— Buenas tardes, ____________. — le saludo la peliblanco —. ¿Ibas a algún lado?.

— Cuánto tiempo de no verte. — le respondió con seriedad —. Tal ves, no se, cientos de años.

— ¿Puedo pasar?. — pregunto.

— Claro, pasa. — respondió haciendose a un lado, invitando a pasar a la chica.

Ambas se sentaron en su sala, frente a frente y sería Harumi quien empezaría a hablar.

— Por mi sangre, tu bien sabes que jamás corrió sangre real. — dijo —. Ni ahora ni nunca. Amaba tanto a mis padres que me desconocí a mi misma, incluso si tenía que llevarme arrastrando a quien fuera así lo iba hacer.

𝓜𝓮𝓶𝓸𝓻𝓲𝓪𝓼 𝓓𝓮 𝓤𝓷 𝓓𝓲𝓪𝓻𝓲𝓸 [𝓛𝓵𝓸𝔂𝓭𝓧𝓛𝓮𝓬𝓽𝓸𝓻𝓪] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora