Capítulos perdidos (One Shots +18 South Park)

Una fiesta de muerte: Kenny y T/N

South Park es un pueblo pequeño. Aburrido. Donde no ocurre nunca nada.
Pero por las noches...
Cuando cae la noche sobre el pueblo de South Park, comienza la doble vida de los jóvenes que lo habitan.

La ausencia de un mísero rayo de sol, la brisa helada que amenaza con abrazar tu piel hasta que se torne escarcha. Como el hielo congela los pétalos de una flor y como el manto de la noche se traga la sombra de los árboles del bosque.
Un cuervo lleva un buen rato contemplando a una joven jugar con una baraja de cartas. 

Sentada y ausente de toda presencia animal o humana, la tarotista coloca cinco cartas sobre un pentáculo trazado anteriormente en la tierra húmeda. Centenares de tumbas la rodean en antítesis con la ausencia de nervios y la totalidad de calma en el corazón de la chica.

Mientras con una mano coloca las cartas al revés, sin poder ver la figura que representan, con la mirada lee en un murmuro versos de un pequeño libro que descansa abierto en una página llena de anotaciones en latín antiguo.

Busca en el pequeño saco de tela que lleva anudado a la muñeca un bote de cristal, y derrama una gota en cada punta de la estrella de cinco puntas, sobre las cartas. Agita una campanilla sin dejar de murmurar en latín y espera con gesto paciente sin sentirse mínimamente tensa en ningún momento.

Entonces, las nubes cubren la luna que casualmente está en su máxima fase esta noche. T/N deja de hablar y espera en silencio. Un único rayo de luz lunar plateada se divide en dos, iluminando dos de las cinco cartas, esperando a que la joven las gire antes de desaparecer y tornarse en la nada misma que era antes del ritual.

Primera carta:
Los Amantes.

Segunda carta: 
La muerte.

La tierra bajo las cartas comienza a temblar, comienza revolverse, hasta que una mano aparece entre el barro, bajo la segunda carta, agarrándola y arrugándola con fuerza.
El cuervo que vigila a T/N se sobresalta, alejándose hasta que la joven lo pierde de vista.
Ella comienza a recoger las demás cartas, la campanilla, el frasco, el libro, y guarda todo en su mochila ignorando los quejidos que se escuchan a sus espaldas.

Al girarse, sus ojos descubren a un joven rubio que viste un abrigo naranja sucio de tierra que intenta sacudir para limpiar.

-Llegas tarde.
Dice T/N cruzándose de brazos.

-No es mi culpa que cada vez me entierren más profundo...
T/N suspira y revisa la hora en su teléfono. Es la una de la madrugada.
Cuando sube la vista encuentra a Kenny mirándola, sonriendo.

-¿Qué ocurre?
Pregunta T/N ladeando ligeramente la cabeza.

Kenny se levanta y avanza hacia ella, descubriendo su bonito rostro. Toma su mano con delicadeza mientras hace una pequeña reverencia como si no hubiera estado bajo tierra hace menos de cinco minutos. La joven le contempla, sonriendo con la mirada.

-Ocurre que eres tan preciosa que temo que se detenga mi corazón, y que cuando muera, el cielo me aburra porque nada se compara a tu presencia.
T/N, ahora notoriamente sonrojada, levanta ligeramente una ceja, profundizando su sonrisa.

-Has vuelto a hablar mucho con el fantasma de Shakespeare, ¿me equivoco?
Kenny sonríe y se incorpora, terminando de sacudirse la tierra de la ropa y cabello.

-Tú no te equivocas nunca, eres demasiado inteligente para eso.
La chica sonríe y entrelaza la mano con la del no-muerto, caminando hacia la puerta de salida del cementerio.