Esto no podía estar pasando. Aida y los demás se veían tan sorprendidos como yo. Cuando soltó mi mano lo escudriñé con detenimiento y pregunté:
—Señor, ¿por qué me besó la mano?
—¿No se saluda así en estos tiempos? —respondió con total naturalidad.
—No, señor. En lo que a mí respecta es un gesto cariñoso entre las parejas o personas en confianza.
—¿De verdad? —inquiere en tono lleno de estupor hipócrita.
—Así es, señor.
—Muy bien entonces —se arregló el abrigo en un acto reflejo, aparentemente—. Todos vuelvan a trabajar —Me miró expectante por un largo rato, pero luego volvió a ser el malhumorado de antes—. ¡Usted también! —Su tono de voz era elevado, un cambio drástico.
Vaya, cuan bipolar es.
—Sí, señor.
—Meredith, no sabía que conocía al presidente —dijo Aida, después de un tiempo, en voz baja.
—Yo tampoco lo sabía —le respondí.
—Espere, no comprendo.
—El otro día iba apurada a mi departamento y me topé con él —expliqué—. En mi defensa me golpeé el trasero muy fuerte contra el piso. ¡Auch! Hasta ahora siento el dolor.
—No puede ser. ¿Y que hizo él?
Su curiosidad se mezcló con preocupación.
—Nada grave, me ayudó a levantar e inclusive se ofreció a llevarme a casa. Pero en ese entonces no sabía quién era.
—¿A llevarla a casa? —cuestionó incrédula—. ¿Está segura que era él realmente? ¿El mismísimo Choi Jung Hwa, presidente de GABUDU S.A.?
—Por supuesto —confirmé—, lo recuerdo perfectamente. Su rostro es inolvidable y su sonrisa lo es aún más.
—¿Sonrisa? ¿Te sonrió? Eso es sorprendente. Llevo aquí unos cinco años y sólo lo he visto sonreír una vez; que fue hoy— me entregó una carpeta y, disimuladamente, metió el cabello detrás de su oreja, dejando ver su perforación de estrella— Aunque usualmente casi no lo vemos por aquí y siempre que viene está malhumorado. Justo como ahora antes de verla.
—¿De verdad? A mí no me parece tan serio como aparenta. ¿Y qué quiere decir con «antes de verme»?
—¿No se dio cuenta? —Levantó una ceja.
—No creo que se deba únicamente a mí. —Sonreí juguetona y la miré—. Creo que también fue por usted. Está muy guapa hoy.
—¡Ya, ya! Está bien está bien. Dejaré de preguntar. —Volviendo al trabajo sus preguntas cesaron, pero no el leve sonrojo de sus mejillas.
—Meredith —miré en dirección a Aida, expectante—. Quiero que lleves estos papeles a la oficina del presidente y recuerda no irte antes de que lea y firme los documentos.
Oh, no. La oficina del presidente. No quería estar a solas con él.
Toqué la puerta unas tres veces.
—¡Adelante! —se escuchó de dentro.
Tomé una gran bocanada de aire y abrí la puerta despacio.
—Buenas tardes, señor presidente. ¿Puedo pasar?
Me miró por el rabillo del ojo, dejando de lado sus papeles.
—Por favor, venga y siéntese. —Hizo un ademán con la mano derecha. Lucía realmente atractivo haciendo eso.
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Té Monarca (EN PROCESO)
Romance《Meredith no sabe lo que es el amor palpable sino el idealizador. Se encerró en él sin entender que el amor real conlleva valentía y perseverancia. Se rinde fácilmente con su "amor imposible" y busca consuelo en otras maneras》. Meredith Evans está p...