CAPÍTULO 4 (Espejismos de Familia)

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3 años atrás

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3 años atrás

"Papi, falta poco para llegar", pregunto con una sonrisa, me acomodo entre los asientos delanteros, para poder apreciar mejor el paisaje.

Estoy a una semana de empezar las clases y decidimos venir a la playa. El plan perfecto, sonrío por dentro.

"Ya llegamos, cariño", informa estacionando el auto junto a unos árboles, cerca de otros autos muy bonitos, me encantan los autos.

Rápidamente desabrocho el cinturón y abro la puerta con ansias.

"No salgas descalza, hija. Ponte las ojotas", ordena mi mamá firme desde fuera del auto mientras observa los demás vehículos, mi papa había estacionado el auto muy cerca de ellos.

Esta mujer siempre manda y manda. ruedo los ojos y comienzo a buscar las queridas, preciadas y hermosas ojotas.

Me apresuro a buscar las ojotas y me las pongo rápidamente y salgo del auto toda apresurada, para luego correr hacia mis demás familiares que van caminando hacia el agua. "¡esperen!".

"Axel hermano, te juro que si pudiera aconsejarle a mi yo de diecisiete años que se cuidara al tener relaciones, lo haría. No sabes lo estresante que es viajar con cinco diablitos gritando detrás de mis oídos y peleando sin parar", comenta mi tío sacando una cerveza de la nevera que trajo. "Deja de hablar así, Eduardo, y ya vas a tomar", reniega su mujer. "Luego debes manejar".

Observo el agua y veo que mis primos se van corriendo hacia ella, así que decido dejar de escuchar esa conversación.

"Papi, me voy con mis primos", me quito la remera y el shorts para luego dárselos a él.

"Está bien, cuídate y no te vayas muy al fondo o el fondo se adueñara de ti", contesta.

Su frase queda en mis cabeza hasta que mis pies se adentran en las olas.

Mojé mis pies y los hundí un poco en la arena. "¡Lidia!", me grita Clara, mi prima mayor. "Ven, ¡el agua está linda!"

Con pasos lentos, me sumerjo lentamente en el agua hasta que está alcanza mi pecho.

"¿Sabes? A ti te vendería en setecientos", apunta mi primo Thiago, hijo de Eduardo, hacia una de mis primas. "Tú vales cuatrocientos", apunta a Clara, quien lo ignora y mira hacia otro lado. "Estás muy plana" comenta aquello entre risas.

Me acerco a ella con la idea de decirle que no le dé importancia a lo que él dice cuando- "Y tú, Lidia", me agarra del hombro y me hace mirarlo. "Lo único lindo y-importante que puedes llegar a tener es la plata en el banco, así que no vales nada".

 "Lo único lindo y-importante que puedes llegar a tener es la plata en el banco, así que no vales nada"

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